domingo, 25 de diciembre de 2016

La Biblia en un a;o #Dia345

Hebreos 3-4

En la lectura anterior comenzamos a estudiar acerca de la superioridad de Jesús, sobre el judaísmo y sobre todo sistema creado; y esto era algo a lo que los judíos del primer siglo que se habían convertido a Jesús debían aferrarse. Nosotros pertenecemos a Dios y tenemos parte con los que han sido llamados al cielo, a través de Jesús a quien declaramos mensajero de Dios y Sumo Sacerdote. Pues él fue fiel a Dios, quien lo nombró, así como Moisés fue fiel cuando se le encomendó toda la casa de Dios. Jesús merece mucha más gloria que Moisés, así como el que construye una casa merece más elogio que la casa misma. Pues cada casa tiene un constructor, pero el que construyó todo es Dios. En verdad Moisés fue fiel como siervo en la casa de Dios. Su trabajo fue una ilustración de las verdades que Dios daría a conocer tiempo después; pero Cristo, como Hijo, está a cargo de toda la casa de Dios; y nosotros somos la casa de Dios si nos armamos de valor y permanecemos confiados en nuestra esperanza en Cristo. El Señor estuvo con los israelitas en el desierto, y durante cuarenta años les mostró sus señales y milagros, sin embargo, aun después de haber escuchado su voz, los hebreos tentaron a Dios y se rebelaron en su contra, su corazón estaba lejos de El y se rehusaban a hacer su voluntad. La idea de esta carta era que los nuevos judíos no siguieran este ejemplo, y se aseguraran de no tener un corazón maligno e incrédulo que los alejara de la presencia de Dios; ellos, y aun nosotros, debemos advertirnos unos a otros todos los días cuando escuchemos su voz, para que ninguno sea engañado por el pecado y se endurezca contra Dios. Pues, si somos fieles hasta el fin, confiando en Dios con la misma firmeza que teníamos al principio, cuando creímos en él, entonces tendremos parte en todo lo que le pertenece a Cristo. Todos los que se rebelaron contra Dios a pesar de haber oído su voz, eran precisamente el pueblo hebreos que salio de Egipto guiado por Moisés; los mismos que hicieron enojar al Señor durante cuarenta años. Ellos desobedecieron y no pudieron entrar en el descanso de Dios a causa de su incredulidad.

No obstante, esa promesa de descanso sigue vigente, por lo tanto, debemos temblar de miedo ante la idea de que alguno de ustedes no llegue a alcanzarlo. Pues esta buena noticia del descanso que Dios ha preparado se nos ha anunciado tanto a ellos como a nosotros, pero a ellos no les sirvió de nada porque no tuvieron la fe de los que escucharon a Dios, pues solo los que creemos podemos entrar en su reposo.  Así que el descanso de Dios está disponible para que la gente entre, pero los primeros en oír esta buena noticia no entraron, porque no agradaron a Dios; entonces Dios fijó otro tiempo para entrar en ese descanso, y ese tiempo es hoy, a través de la presencia de Jesucristo. Ahora bien, si Josué hubiera logrado darles ese descanso, Dios no habría hablado de otro día de descanso aún por venir. Así que todavía hay un descanso especial en espera para el pueblo de Dios; pues todos los que han entrado en el descanso de Dios han reposado de su trabajo, tal como Dios reposó del suyo después de crear el mundo. Entonces, hagamos todo lo posible por entrar en ese descanso, pero si desobedecemos a Dios, como lo hizo el pueblo de Israel, caeremos. Por lo tanto, ya que tenemos un gran Sumo Sacerdote que entró en el cielo, Jesús el Hijo de Dios, aferrémonos a lo que creemos. Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo, él nunca pecó. Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios, allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos.


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