martes, 13 de diciembre de 2016

La Biblia en un año #Dia330

2° Corintios 10-13

En esta carta he podido notar dos cosas: Pablo amaba profundamente su Ministerio y lo defendía a cabalidad, y, también amaba muchísimo a esta comunidad de creyentes y se los hizo saber a profundidad. El apóstol les escribió con el propósito de derrumbar todo argumento o altivez que se levantara en contra del conocimiento de Cristo, dejando muy claro que nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra grandes fortalezas del mal. Él, con amor trató de llevar a todos sus hijos espirituales por el camino correcto de la obediencia a Cristo; pero tampoco dejaría de reprender con dureza a los que continuaran enceguecidos y practicando el pecado con liberalidad. Pues el Señor Jesucristo le dio autoridad sobre los creyentes, para ayudarlos a confiar más en él y no para destruirlos. Pablo no se comparó con los que hablaban bien de sí mismos, pues sabía que hacerlo era una tontería; de lo único que se sentía complacido era de haber hecho el trabajo que Dios le había mandado hacer, y eso incluía el haber predicado a los creyentes allí en Corinto. Él fue el primero en anunciarles la Buena Noticia, y lo único que buscaba era poder trabajar más entre ellos, según fuese aumentando su confianza en Dios. También deseaba anunciar la buena noticia en lugares más allá de Corinto, donde nadie hubiese trabajado antes; así nadie iba a poder decir que él andaba presumiendo con el trabajo de otros. Ya que, la persona que merece aplausos no es la que habla bien de sí misma, sino aquella de quien el Señor habla bien. Pablo sabía que aunque los corintios creían en Jesús, podían ser engañados astutamente por satanás para dejar de pensar con sinceridad y pureza acerca de Cristo. porque muchas veces aceptaron falsos profetas y apóstoles que les hablaron de un Jesús distinto del que habían creído, y aceptaban un Espíritu distinto al que habían recibido. Les dijo que hasta Satanás se disfrazaba de ángel de luz, y también sus ayudantes se mostraban como gente que hacía el bien, pero que al final recibirían el castigo que merecían por sus malas acciones.

Aunque Pablo sabía que no debía presumir de sus virtudes y credenciales como apóstol, lo hizo con el propósito de poder llamar la atención de los corintios, para lograr de esta manera que no creyesen en los falsos mensajes de los que creyéndose más que él, pretendían engañarlos. Pablo era hebreo, del linaje de Abraham, siervo de Jesucristo, y trabajó por su causa mucho más que cualquiera de los que intentaban influenciar negativamente a los creyentes. Fue azotado con látigos, estuvo en peligro de muerte, golpeado con varas por las autoridades romanas, aún siendo ciudadano de esa región. Cruzaba ríos y mares arriesgando su vida, estuvo a punto de ser asaltado, y fue maltratado por gente de su pueblo, por extranjeros, por judíos y por falsos creyentes. Sufrió hambre, sed, frío y necesidades; y ni aún así dejó de preocuparse por las Iglesias. Le dolía ver a alguien padecer por causa del pecado, y aunque todo lo que dijo de sí mismo era verdad, no quería basar en eso su mensaje, pues el propósito era exaltar el nombre de Cristo y no el suyo; además, no quería que sólo por las cosas que hacía o decía, o por las cosas maravillosas que Dios le había mostrado, alguien pensara que era más importante de lo que en realidad era. Por eso, y para que no se llenara de orgullo, tenía un aguijón en su carne, es decir, un padecimiento físico muy grave; del cual decía que era como si Satanás le clavara una espina en el cuerpo para hacerlo sufrir. Tres veces le pidió Pablo a Dios que le quitara ese sufrimiento, pero Dios siempre le decía: Mi amor es todo lo que necesitas, mi poder se muestra en la debilidad. Entonces él se gloriaba en su debilidad, para que el poder de Cristo se mostrara en su vida. Se alegraba de ser débil, de ser insultado y perseguido, y de tener necesidades y dificultades por ser fiel a Cristo. Pues lo que lo hacía fuerte era precisamente reconocer que era débil. Todo lo que Pablo hizo, lo hizo para animar a sus hijos en la fe a confiar más en Cristo, y porque quería ayudarlos a corregir cualquier conducta pecaminosa que dañara su relación con Él. Oraba para que al momento de su próxima visita, en vez de reprenderlos, más bien pudiera aprobarlos como seguidores de Jesús, y les dijo que se mantuviesen siempre alegres, tratando de ser mejores cada día, manteniendo la comunión los unos con los otros, y que vivieran tranquilos, porque el Dios de paz estaba siempre con ellos. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario