Porque todo lo que hay
en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de
la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. 1º Juan 2:16
¿Hambre de atención? o ¿sed de aprobación? Eso siempre ha
existido, la necesidad de reconocimiento que todos como seres humanos llegamos
a sentir. Sin embargo, en estos últimos tiempos del mundo 2.0, es más frecuente
experimentar un deseo dañino por ser aprobados por el mundo entero. Compartimos
contenido con el ánimo de ganar likes, de provocar empatía y de generar
influencia. Cada día estamos más expuestos, más vulnerables y somos más
confrontados. A veces creemos que nuestro valor o cuantía se basa en cuantas
cosas demostramos "tener" o de las cuales sabemos. Queriendo mostrar
que somos inteligentes, felices o exitosos. Algunos por trabajo, otros por
simple diversión, pero lo cierto es que todos corremos el peligro de
infectarnos con este nuevo mal. Está muy bien que te sirvas de todas las
herramientas o plataformas que puedan enriquecer tu vida y tu propósito, sobre
todo si esto te ayuda a comunicar el Evangelio de una forma eficaz; pero no si
eso va a envanecer tu mente o tu corazón. La vanagloria de la cual habla el
Señor, es la presunción u orgullo del propio valer. Es cuando te jactas
excesivamente por lo que sabes o lo que tienes. Puede traducirse en una
ambición desmedida por los malos deseos de la naturaleza humana, el anhelo de
poseer lo que agrada a los ojos y el orgullo de las riquezas. ¿Te parece
exagerado? Dios nos libre de caer. El apóstol Pablo dijo que nadie debe tener
mayor concepto de si, que el que debe tener. Sino que piense de sí con
cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno. (Ro. 12:3) Es
decir, tu apreciación de ti mismo debe ser equilibrada, donde logres mantenerte
sin caer. Tu valor no está definido ni por lo que tienes, ni por lo que haces.
Sino por lo que ERES; y esa esencia de tu diseño es lo que nunca debes perder
sin importar las circunstancias. Nadie puede conocer todo de ti por una foto, o
un video. Recuerda que las apariencias engañan. Así que antes de perseguir la
aprobación de los que te miran, busca tener la de aquel que nunca te deja de
ver.