viernes, 17 de octubre de 2014

Dios te ama, no lo dudes




Nuestra vida es un regalo de Dios, nos la dio para ser disfrutada abundantemente, esto es, una vida completa y con propósito. El mismo Jesucristo nos dice: "Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia" (Juan 10:10).
Muchas veces a lo largo del andar en esa vida, vamos perdiendo el enfoque y no cumplimos ese propósito por el cual fuimos creados que es amar, adorar y tener una relación íntima y estrecha con el dador de esa vida que es nuestro Padre Celestial; es por eso que empezamos a pecar y ese pecado interrumpe nuestra relación con Dios, de esta forma el pecado NOS SEPARA de Dios.
         "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios." (Romanos 3:23).
         "Porque la paga del pecado es muerte" [separación espiritual de Dios] (Romanos 6:23).
Sin embargo, a pesar de todas las decisiones decisiones o acciones que nos lleven a vivir separados de Dios, a causa de nuestros propios deseos y pecados, Dios sigue amándonos tanto que nos ofrece la mejor solución de todas para poder encontrarse nuevamente con nosotros, Jesucristo, su hijo, quien dio su vida en sacrificio para rescatarnos del pecado y llevarnos nuevamente hacia Dios. ¿No es asombroso y maravilloso el perfecto amor de nuestro Dios?
"Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8).
"Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí" (Juan 14:6).
         Es tan hermoso nuestro Señor que a través de Jesús, quien es el único camino que nos lleva hacia EL, pudo derrumbar cualquier tipo de barrera que nos impedía poder disfrutar del gran y eterno amor de Dios.
         Sin embargo no es suficiente con tener todo el conocimiento de este enorme amor demostrado a través del sacrificio de Jesús, sino que es necesario creer y confesar que solo Cristo Jesús es quien puede conducirme hasta Dios, perdonar todos mis pecados y darme vida eterna.
 "Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios." (Juan 1:12)
"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe." (Efesios 2:8-9)
¿Estás dispuesto a aceptar este rescate e ir a tu encuentro con Dios a través del único que puede llevarte hasta él?...
ORACIÓN DE FÉ:
         Señor Jesús, creo que eres el verdadero hijo de Dios y quien puede  llevarme hasta él, por eso te recibo como mi único Señor y Salvador, gracias por perdonar mis pecados y amarme tanto, ayúdame a ser la persona que tu quieres que sea. Amén.

miércoles, 1 de octubre de 2014

En honor a la verdad

 Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. Juan 8:32 NVI
Tal y como vemos reseñado en el evangelio de Juan, el Señor Jesús dijo a sus discípulos que la consecuencia de conocer la verdad era la libertad, partiendo de estas palabras del Señor, podemos inferir que todo aquel que miente y engaña intencional y conscientemente vive preso y esclavo de ese engaño. Ahora bien, los seres humanos fuimos creados a imagen y semejanza de Dios (Gn. 1:26), quiere decir que tenemos la capacidad y la forma dada para ser totalmente transparentes, sinceros y honestos; de hecho, la honestidad es uno de los valores que constantemente debe hallarse en los hijos de Dios; pues cuando se decide creer en Cristo se decide creer la verdad más liberadora y restauradora de todas, que Jesucristo es el hijo de Dios y que es el enviado para dar Salvación a todos los hombres; siendo el mismo Jesús, en toda amplitud y expansión, la verdad por excelencia. (Juan 14:6).
En honor a la verdad, todo aquel que pretenda vivir adulterando la realidad, engañando, hablando falsedad y mintiendo para conseguir sus fines debe entender que al hacerlo realiza la labor del Diablo, pues él es el padre de la mentira, él no se mantiene en verdad pues no hay verdad alguna en él. (Juan 8:44); el mismo Jesús afirmó que si Dios es nuestro Padre lo amaríamos a EL y creeríamos en la verdad que él había expuesto de parte de Dios; mientras que al hablar mentira cumplimos absolutamente los deseos de Satanás, cuyo objetivo principal es hacernos vivir en total cautiverio.
Cuando mentimos, decidimos realizar una práctica que es bastante difícil de mantener, pues hasta una pequeña mentira como decir que tomamos dos tazas de café cuando realmente fueron tres, nos lleva a seguir mintiendo para mantener la posición que establecimos en principio, por eso, las mentiras se hacen cada vez más grandes y recurrentes; debemos seguir mintiendo para sostener el resto de mentiras que ya hemos dicho. Evidentemente una persona que practique la mentira es alguien que vive totalmente cautivo de sus palabras, sin libertad alguna para poder decir abiertamente que no tiene nada que temer.
Como ya sabemos, el pecado nos condena y nos esclaviza de una manera inevitable; sin mencionar el papel tan enorme que juegan tus emociones al hacerte sentir culpable y perseguido cuando ocultas la verdad, todo esto aparte de la muy poderosa intervención del Espíritu Santo, que te redarguye y trata de convencerte de que lo que haces no es agradable ante los ojos de Dios y que debes arrepentirte. Mentir es tan fácil como tomarse un vaso de agua, pueden hacernos una pregunta simple y nuestra respuesta inmediata puede ser una mentira aún sin pensarlo; decir que no fuiste a trabajar porque estabas enfermo cuando en realidad te quedaste dormido, o decir que no estás en casa cuando si lo estás, o quizás decir que no fuiste al culto porque se te hizo tarde cuando en verdad estabas viendo televisión; nos vamos llenando de excusas y más excusas para tratar de vernos bien delante de los demás y al hablar mentiras desagradamos al más importante en nuestras vidas.
El que sigue a Jesús, no anda en tinieblas pues él es todo luz, a diferencia del que engaña, que debe mantenerse siempre a oscuras y tratando de ocultar cada engaño; Jesucristo siempre habló la verdad necesaria para que todo el que lo oyera pudiera arrepentirse y creer en el cómo Salvador, y Satanás en contra de esto, siempre quiso engañar para seguir teniéndonos en esclavitud y condenación. Hay uno solo que es la verdad y la vida, y hay uno solo que es la mentira y la muerte, quizás es tiempo de preguntarnos qué camino estamos siguiendo y que función estamos practicando, si la de Jesús o la de Satanás; recordemos que todo aquel que dice permanecer en EL debe andar como EL anduvo. (1° Juan 2:6).

miércoles, 16 de julio de 2014

¿A quién iremos?


La Biblia nos reseña que durante el ministerio de Jesús mucha gente comenzó a seguirle al ver que realizaba grandes y portentosas obras y milagros; después de la multiplicación de los panes y los peces, donde Jesús alimento a una multitud de cinco mil, la gente buscaba aún más al Señor, sin embargo, el afirmaba que no lo buscaban porque habían visto sus milagros y creído en su poder sino porque habían comido el pan y habían sido saciados. (Juan 6:26).
La gente, como siempre ávida por una respuesta, seguía diciendo a Jesús que les mostrase el camino que debían seguir y que les proporcionara evidencia de porque debían creer en EL, pero Jesús insistía en que aunque ellos lo veían y eran testigos de sus obras no creían. Jesucristo afirmaba ser el pan de vida, como el que había descendido del cielo y había alimentado a los israelitas en el desierto, y que si comían de EL no iban a tener hambre jamás; sin embargo la gente que le buscaba no creía que EL fuese ese pan que descendió del cielo y daba vida al mundo por lo que murmuraban diciendo que siendo Jesús hijo de José y María no podía haber descendido del cielo como el pan de vida.
El hecho es que aunque el Señor Jesús mostraba amplias señales y manifestaciones de su poder y de ser el verdadero hijo de Dios, muchos, en medio de su incredulidad terminaron rechazándolo, como aún hoy en día mucha gente decide muy imperiosamente no creer en EL.  Jesucristo mismo sostenía que EL era el pan vivo que había descendido del cielo y que si alguno comiere de EL viviría para siempre, porque ese pan era su carne, la cual iba a dar por la vida del mundo. Los judíos seguían lidiando entre sí con las afirmaciones de Jesús pues no entendían como podía el darles de comer su carne, pero Jesús con total y absoluta seguridad de saber quién era y quien lo había enviado, sostenía que solo en EL podía estar la vida eterna.
Los discípulos ante las fuertes palabras del Señor consideraban que lo que él decía era demasiado duro de oír, pero Jesucristo sabiendo desde el principio quienes creían y los que no, al ver que muchos se volvían atrás, les dijo a los doce que si ellos querían marcharse y no seguir con el podían hacerlo, sin embargo, hubo una respuesta que aún sigue siendo contundentemente hermosa y llena de amor: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos creído y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” (Simón Pedro; Juan 6:68-69).
Muchos habían sido los testigos oculares de que Jesucristo era el verdadero hijo de Dios, el mesías, multitudes vieron de cerca su gran poder, pero solo pocos fueron los que decidieron creer en el nombre sobre todo nombre. Hoy, muchos somos los que vemos día a día la manifestación de Cristo Jesús, vemos la clara evidencia de que Jesús sigue vivo, sanando, restaurando y salvando; pero pocos son los que pueden decir que no hay otro lugar donde ir, que solo en EL podemos encontrar vida abundante y con propósito. Aun en la actualidad muchos quieren llegar al conocimiento de Dios y entender cómo se puede experimentar una relación con el Padre, pero no todos desean tomar el ejemplo de los discípulos y reconocer que solo Jesucristo es la revelación gloriosa del amor de Dios para el mundo, que solo Jesús es el pan verdadero enviado del cielo con el que no se vuelve a tener hambre jamás, El y solo Él es el representante del Dios viviente para dar vida eterna y resurrección en el día postrero; y todo aquel que haya oído al Padre Celestial y haya aprendido de EL, va hasta Jesús.  (Juan 6:45).
Jesucristo es el pan de vida y todo aquel que lo come vive para siempre, pues el que cree en EL tiene vida eterna, dejar de ser solo llamados para entrar al grupo de los escogidos es nuestra absoluta decisión, no seguir trabajando por la comida que perece sino por la que a vida eterna permanece, solo al seguir a Jesús podemos recibir la palabra que perdura para siempre, solo al escuchar lo que EL tiene que decirnos es cuando podemos recibir la reconciliación inconmovible con el único Dios vivo; seguir el camino que nos muestra Jesús es ir en dirección hacia el reino celestial.



sábado, 28 de junio de 2014

El sufrimiento y el creyente

Suena paradójico establecer que una persona que ha decidido creer en Jesús pueda experimentar algún tipo de sufrimiento, como si pensáramos que al empezar a vivir en fe, fuesen a terminar todos los desafíos de la vida; cuando lo cierto es que, el mismo Jesucristo emplazó a sus discípulos con la realidad de que las aflicciones, invariablemente iban a llegar. No podemos vivir un evangelio sin dolor, ya que el mismo tiene en el creyente una misión especial. En el libro de Génesis, desde el inicio de la creación, encontramos la sentencia dada por Dios al hombre y a la mujer, de los lamentos que sufrirían a causa de su desobediencia; y en el libro de Apocalipsis, observamos el fin de esa sentencia, cuando todo aquel que ha sido reconciliado con Dios a través de Cristo, viva para siempre al lado del Señor en las mansiones celestiales. El sufrimiento puede presentarse de diversas formas en el ser humano: Ante la privación de algún bien, cuando debe sostener algún dolor, o al tener que recibir con resignación algún daño causado; en fin, el sufrimiento es una experiencia universal, pues todas las personas lo hemos soportado en alguna oportunidad. Cuando Dios permite que atravesemos experiencias difíciles o desagradables, es para cumplir su propósito en nuestras vidas, pues a través del sufrimiento, es probada nuestra fe. Prueba que es necesaria, al menos por un poco de tiempo, para que nuestra fe sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo (1° Pedro 1:6-7). De modo que, si somo afligidos, debemos mantener la certeza y la confianza en sus promesas aun ante las circunstancias más adversas.

Las tribulaciones revelan nuestra fidelidad a Dios; y muestran como podemos permanecer firmes ante Él no solo en los buenos tiempos, sino en aquellos donde sufrimos angustias y penalidades. Esto nos permite ser usados por Dios, y nos capacita para predicar y ministrar a otros en tiempos de aflicción, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios en todas nuestras tribulaciones. No permitas que la preocupación te abrume en las temporadas difíciles, pues la fidelidad de Dios no te permitirá ser probado más allá de lo que puedas resistir, y juntamente con esa prueba, te dará la salida para que puedas resistir. Nuestro Dios tiene pensamientos de paz y no de mal para nosotros, para darnos futuro y esperanza; en sus manos están nuestros tiempos, y el objetivo de las tribulaciones leves y momentáneas que atravesemos serán siempre para mostrar su Gloria y su Poder. Lo que si debemos hacer ante las pruebas, es no dejar menguar nuestro gozo, y agradecer a Dios por lo que hará manifiesto durante el proceso y cuando finalmente termine, pues si sufrimos con Él, también reinaremos con Él. Aunque pueda ser cuesta arriba, debemos permanecer siempre gozosos en las circunstancias dolorosas, entendiendo que mediante ellas, el Señor va a fortalecernos aún más como discípulos suyos, que va a cumplir su propósito en nuestras vidas y que jamás va a desamparar la obra de sus manos.


Marisol Parra

miércoles, 14 de mayo de 2014

El Pacificador

Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Mt 5:9 


El Pacificador es aquel que cultiva la paz, y que busca lograr acuerdos entre las personas; es un partidario de la calma, y rechaza los enfrentamientos y las discordias. Hablar de pacificadores es hablar de reconciliación, y éstos, trabajan arduamente porque la misma se haga manifiesta, bien sea entre Dios y los hombres, como entre los hombres en general. La paz significa acuerdo o pacto, lo que a su vez, produce un estado de quietud y tranquilidad. El que pacifica entonces, trata de lograr que todos los conflictos que se susciten a su alrededor puedan ser resueltos y sanados para vivir en armonía. En su campo de acción, el Pacificador se manifiesta de dos formas: Primero, busca conseguir que la separación que ha sido abierta entre Dios y los hombres a causa del pecado, pueda ser resuelta a través de Jesús, y de este modo, reconciliar al pecador con el Padre Celestial. Por esta razón, un pacificador, se convierte principalmente en un predicador del Evangelio. En segundo lugar, el pacificador también procura mediar entre las personas entre las cuales se ha producido alguna diferencia, su objetivo entonces es, alcanzar el acuerdo en las relaciones humanas. Contrario a los que muchos podemos pensar, el pacificador no mira desde lejos el conflicto quedándose de brazos cruzados, no es un simple observador de los problemas, no es indiferente a los inconvenientes, es aquel que trabaja por la paz y lucha para que los enfrentamientos dejen de existir.

Cuando Jesús habló a sus discípulos en el Sermón del Monte, acerca de las cualidades que todo verdadero hijo de Dios debe cultivar, para alcanzar la dicha, o el gozo en su máxima expresión, incluyó necesariamente el procurar la paz de nuestro entorno inmediato, pues de este modo, testificamos además acerca de nuestra condición como creyentes. No puede haber dicha, sino hay paz, por eso es necesario entender que la misma se busca, se procura, y debe intentar construirse. Frente a las contiendas, los hijos de Dios no podemos permanecer insensibles, ni ser simples espectadores, pues debemos esforzarnos por alcanzar la paz del Señor que sobrepasa todo conocimiento humano, y porque la misma se mantenga entre nuestros semejantes. El Apóstol Pablo, sabiamente dijo en su carta a los romanos: Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, estén en paz con todos los hombres; este principio supone esfuerzo, lucha y constancia; y en la medida en la que lo hacemos patente en nuestras vidas, nuestra fe se hace cada vez más evidente en el mundo. A través de la armonía de Dios, y su correcto establecimiento en la tierra, brindamos una manifestación autentica de las actitudes de alguien que sigue a Jesús. Así que no esperes más, y pacifica. Quizás seas el instrumento que Dios usará para sanidad y rescate de alguna relación afectada por el mal.


¡RECONCILIA!



viernes, 4 de abril de 2014

Si fuese como María

Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia. Lucas 1:38


Una mujer, un propósito, un llamado, traer al mundo al gran hijo de Dios; el mesías, el Salvador de toda la humanidad. El Espíritu Santo fué sobre María, y el poder del Altísimo la cubrió con su sombra; de esta mujer, favorecida, llena de gracia y escogida entre todas se desprende uno de los mayores ejemplos de obediencia y sumisión de todos los tiempos, al no rehusarse a cumplir la voluntad perfecta de Dios.


Maria humilde y sencilla entendió la grandeza que se desprendía de la petición de Dios, y se alegró y se regocijó su alma por haber sido escogida para cargar en su vientre a Jesucristo, al Señor. Esta mujer fué bendita entre las demás, hallando gracia delante de los ojos de Dios. Era tan grande el amor de Maria hacia Dios, que su respuesta inmediata fué acceder a lo que el Creador le estaba pidiendo. Ella, pudo llenarse de temores y confusión, después de todo se le estaba pidiendo ser clave en la historia de la salvación del mundo, sin embargo, contrario a eso, María reflejo una profunda paz al aceptar que Dios hiciese con ella conforme a su voluntad; sin dudarlo se sujetó y obedeció. 


Ante la evidencia de este modelo de obediencia, podemos pedir a Dios con ferviente deseo, que nos enseñe a cultivar las virtudes de María, que sin dudar dijo: "Si Señor"; que quite de nosotros ese temor que sentimos al no dejar que EL tome el completo control de nuestras vidas; que nos ayude a ceder nuestros planes y deseos a su voluntad perfecta; que podamos entender que fuimos creados solo para ser instrumento suyo y que EL sea quien dirija nuestras vidas, para que también podamos decir en todo momento: "Si Señor"; si quiero hacer lo que me pides, si puedo servirte. Enséñanos Señor a decirte que si.