miércoles, 21 de diciembre de 2016

La Biblia en un año #Dia337

2° Tesalonicenses 1-3

Desde la primera carta, donde Pablo anunció a la Iglesia acerca de la venida de Cristo, la cual los tesalonicenses esperaban con muchas ansias; empezaron a surgir una serie de contradicciones. Algunos falsos maestros anunciaron que esa segunda venida ya se había efectuado, por lo que los tesalonicenses comenzaron a ser fuertemente perturbados y agobiados. La fe de estos hermanos estaba floreciendo, y el amor de unos por otros estaba creciendo, sin embargo, ellos no dejaron de ser fieles y constantes en todas las persecuciones y privaciones que sufrieron; al contrario, su conducta honrada era puesta como ejemplo a todas las demás Iglesias, pues vivían una vida digna del llamado que Dios les había hecho, y de este modo, el nombre de Jesucristo era exaltado. Cuando vinieron estos falsos maestros a influenciar negativamente la obra que el Señor Jesús había iniciado en los tesalonicenses, el apóstol Pablo les pidió en esta carta que nos les creyeran, ni siquiera si afirmaban haber tenido una visión espiritual, una revelación o haber recibido una carta supuestamente de los apóstoles. Pues el día del Señor no vendría sino hasta que viniese la apostasía, y se manifiestara el hombre de pecado (anticristo), el hijo de perdición; el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios. Esa anarquía ya está en marcha en forma secreta, y permanecerá secreta hasta que el que la detiene se quite de en medio. Entonces el hombre de anarquía será dado a conocer, pero el Señor Jesús lo matará con el soplo de su boca y lo destruirá con el esplendor de su venida. Ese hombre vendrá a hacer la obra de Satanás con poder, señales y milagros falsos. Se valdrá de toda clase de mentiras malignas para engañar a los que van rumbo a la destrucción, porque se niegan a amar y a aceptar la verdad que los salvaría. Por lo tanto, Dios hará que ellos sean engañados en gran manera y creerán esas mentiras. Entonces serán condenados por deleitarse en la maldad en lugar de creer en la verdad.

Pero nosotros, los escogidos por Dios para salvación, debemos permanecer firmes e incólumes ante todos estos tipos de trastornos en nuestra fe; muchos son los que se levantan para querer manipular el mensaje de Dios para humanizar algo que simplemente no puede adquirir forma natural, pues trasciende todo conocimiento humano. Nuestro Señor Jesucristo nos salvó mediante la santificación en el Espíritu y la fe en la verdad, y nos llamó mediante su sacrificio para alcanzar con Él la gloria eterna. Por eso, no podemos estar sin hacer nada, sin tomar nuestra posición en el reino, y sin trabajar mientras ese momento glorioso de estar en la presencia de Dios llegue. Pablo trabajó y se esforzó mucho, de día y de noche, con el propósito de expandir el Evangelio, y también para no ser una carga financiera para ninguna de las Iglesias que lo recibía, y no porque no tuviese el privilegio de ser sustentado, sino porque quería ser un ejemplo para todos los creyentes. Allí en Tesalónica, muchos de los hermanos, una vez que fueron golpeados con este falso mensaje, dejaron sus labores, y lo que tenían que hacer como cuerpo de Cristo; pero Pablo los exhorta a no sentarse a esperar la venida de Cristo, sino a sacar provecho del tiempo limitado que tenían, y que tenemos hoy en día para servir a Jesús. Tenemos que ser fieles y diligentes, aprovechando todas las oportunidades para predicar, exaltar, compartir y servir a Jesús, en lugar de malgastar el tiempo precioso que tenemos aquí en la tierra. Un tiempo que muy pronto terminará. Ciertamente la hora del regreso de Cristo permanece oculta para que cada día estemos preparados para recibirlo; así que, sigamos aferrados a las enseñanzas que hemos recibido de parte de Dios en su Palabra, para que de este modo, nuestro Señor Jesucristo mismo y Dios nuestro Padre, quien nos amó y por su gracia nos dio consuelo eterno y una esperanza maravillosa, nos conforte y nos confirme en toda buena palabra y obra. Nadie sabe el día ni la hora del regreso del Señor Jesús, pero todos los que hemos creído en Él, sabemos que volverá; y también sabemos que ese día está muy cercano por las señales inconfundibles que anuncian su llegada. Por eso, debemos tener una respuesta positiva a su proximidad, y mientras esperamos, actuar con diligencia, vigilancia, militancia y disposición; alejándonos de todos los creyentes que lleven vidas ociosas y que no sigan la tradición de los siervos de Dios; porque los que no están dispuestos a trabajar, tampoco pueden tener derecho a comer. A esos que llevaban vidas negligentes y holgazanas, Pablo les ordenó en el nombre de Jesús que se comprometieran y trabajaran para ganarse la vida, y a que dejaran de influenciar a los demás. Nada es mejor que ocuparte mientras esperas, creciendo espiritualmente y cumpliendo metas y propósitos en el Señor; pues el ocio sólo conseguirá dañar tu mente y finalmente tu espíritu. Así que, no te canses de hacer el bien, adora y trabaja mientras aguardas por el día del Señor, esta es la mejor manera de anticipar la esperanza de su regreso. 


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