sábado, 10 de diciembre de 2016

La Biblia en un año #Dia327

1° Corintios 15-16

De nada sirve recibir algo para después actuar como sino lo tuviésemos, y el Evangelio de Cristo es así. Solamente el que persevere hasta el fin, tendrá la victoria. Cristo murió en lugar de nosotros que eramos pecadores, tal como lo enseña la Biblia, fue sepultado y, después de tres días, Dios lo resucitó. Esa es la buena noticia que hemos recibido y creído, y sino creyésemos esa noticia, nosotros estaríamos diciendo una mentira acerca de Dios, pues afirmamos que él resucitó a Jesús. Y si Cristo no resucitó, de nada serviría que creyésemos en él, pues nuestros pecados aún no habrían sido perdonados; y los que antes creyeron en Cristo y murieron, estarían totalmente perdidos. Sin embargo, ¡Cristo resucitó! Esto nos enseña que también resucitarán los que murieron. Por el pecado de Adán todos fuimos castigados con la muerte; pero, gracias a Cristo, ahora podemos volver a vivir; cada uno resucitará a su debido tiempo: primero Cristo; después, cuando él vuelva, resucitarán los que creyeron en él. Luego vendrá el fin del mundo, cuando Cristo derrotará a todas las autoridades y a todos los poderes, y le entregará el reinado a Dios el Padre. Cristo reinará hasta que haya vencido a todos sus enemigos, y el ultimo enemigo que vencerá será la muerte. Cuando la Biblia dice: «Dios puso todo bajo su dominio», la palabra «todo» no incluye a Dios, porque es Dios quien puso todo bajo la autoridad de Cristo. Y cuando todo esté bajo el dominio del Hijo, él mismo se pondrá bajo la autoridad de Dios. Así, Dios estará sobre todas las cosas, pues él es quien puso todo bajo el dominio de Cristo. En un abrir y cerrar de ojos, cuando Cristo vuelva, se oirá el último toque de la trompeta, y los muertos volverán a vivir para no morir jamás. Y nosotros seremos transformados, Dios cambiará estos cuerpos nuestros, que mueren y se destruyen, por cuerpos que vivirán para siempre y que nunca serán destruidos. El pecado produce la muerte, y existe porque hay una ley. ¡Pero gracias a Dios, podemos vencerlo por medio de nuestro Señor Jesucristo! Por eso, debemos mantenernos firmes, y nunca dejar de trabajar más y más por el Señor Jesús; pues nada de lo que hagamos por y para Dios será inútil. El apóstol Pablo recomendó a los corintios, y a todos los seguidores de Jesús que hoy día leemos esta carta, que siempre debían estar en estado de alerta, lo mismo que Jesucristo dijo una y otra vez a sus discípulos, pues en esta carrera de la vida, el que se duerme, pierde. Nuestra confianza absoluta debe estar en Jesús, y nunca debemos dejar de ser fuertes y valientes; pues nuestra esperanza segura descansa en pronto poder estar en su presencia y adorarlo por siempre. Por eso Pablo, y todos los que aguardamos la manifestación gloriosa de Dios decimos: ¡Ven Señor Jesús!


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