martes, 31 de mayo de 2016

La Biblia en un año #Dia145

    Job 22-24

   Le tocó el turno a Elifaz, quien agresivamente exclamó: ¿Acaso Dios te acusa y trae juicio contra ti porque eres tan piadoso? No, se debe a tu maldad. Tus pecados no tienen límite. Estos amigos de verdad que eran bien atrevidos. De acuerdo a lo expuesto por Elifaz, algo muy malo debió haber hecho Job para recibir esa condena; pero si él se volvía al todopoderoso entonces iba a poder ser restaurado y su vida iba a ser limpiada. Job anhelaba poder exponer su causa delante de Dios y presentarle su defensa (un poquito de Derecho por aquí); él estaba seguro de que el Señor iba a juzgarlo de forma imparcial y que al ver que él era inocente lo absolvería para siempre de su castigo. 

    Job declaró mantener su confianza en Dios y había entendido que la prueba por la cual estaba pasando iba a convertirlo en un material tan puro como el oro. Recuerdo que hace poco leí una frase que decía: cuando los problemas nos animan a orar, nos hacen mas bien que mal. Son los tiempos difíciles los que de algún modo nos fortalecen, pues sin pruebas no hay victorias. En este punto, Job pudo reconocer que los planes de Dios no eran para destruirlo sino para refinarlo, y eso también es una gran muestra de fe; seguir creyendo en que Dios permite todo en tu vida con un propósito particular y especial. Estos episodios pudieron haber sucedido hace mas de cuatro mil años pero siguen estando muy vigentes en nuestros días, como si estuviesen ocurriendo ahora mismo. Creo que la matriz de opinión o punto en común en todo hijo de Dios que es ministrado en estas Palabras, es que la historia de este hombre te anima a creer en la manifestación gloriosa de Dios, y a confiar en que nunca nada será demasiado difícil como para que El no se haga visible en tu vida. 




La Biblia en un año #Dia144

    Job 20-21   

    Segundo discurso de Zofar: Descripción de las calamidades de los malos. Siento estar leyendo lo mismo una y otra vez; estos amigos podrán tener diferentes terminologías y técnicas de utilización en sus lenguajes, pero realmente, ¡todos dicen lo mismo! Y que terrible es decir siempre lo mismo que los demás cuando eso no tiene ni aporta ningún tipo de beneficio al que escucha. No he podido encontrar un escenario en el cual Job pudiera sentirse edificado de alguna forma por la intervención de sus amigos en su situación; además de que no la mejoraban en nada porque obviamente no estaba en sus manos el poder hacerlo, tampoco brindaban ningún tipo de estimulo para quizás poder hacer las circunstancias un poco más llevaderas. Zofar hasta llegó a sentirse insultado por las palabras de Job, por lo cual fue movido nuevamente a ilustrar el destino del hombre malvado; el cual estaba lleno de calamidades y sufrimientos. Zofar de forma impaciente y critica, lo único que brindó a Job fue, desconsuelo. 

    En contra posición a la segunda intervención de Zofar, Job afirma que los malos también prosperan. Eso lo vemos todos los días, ¿no? Job incesantemente defendió su inocencia frente a Dios; pero, también estableció que Dios tiene misericordia aún de los que trasgreden su voluntad. ¿Podríamos de algún modo reflexionar en el hecho, de que aún siendo todos pecadores, no recibimos el castigo que merecemos por nuestros pecados? Esto fue lo que Job quiso decirle a Zofar. Dios permite que los malvados también prosperen temporalmente y no los castiga por sus hechos; quiere decir, que si fuese él tan malvado como sus amigos afirmaban, aún hubiese podido recibir su favor. ¡Y realmente es así! Repito, eso lo vemos todos los días; El es, lento para la ira y grande en misericordia; con malos, con buenos, con todos. Siempre muestra su amor, sobretodo en su paciencia con aquellos que merecen ser castigados. Entonces había una razón aún desconocida por todos, por la cual Job se encontraba en esa condición; una razón que solo el Dios de todo poder conocía y aún no les había revelado... ¿Por qué? Porque no se había cumplido todavía el tiempo para hacerlo. 


domingo, 29 de mayo de 2016

La Biblia en un año #Dia143


    Job 18-19

    Job y sus amigos definitivamente no se ponían de acuerdo, y es que en verdad los razonamientos de estos últimos distaban bastante de la realidad. Bildad nuevamente habló de la suerte de los malvados diciendo que a éstos se le apagaría la luz, y su fuego no volvería a dar llama; su lámpara se apagaría y en su casa no brillaría la luz; su paso firme perdería fuerza, y quedaría atrapado en su propia trampa. Para Bildad, solo los malvados se podían sentir amenazados y perseguidos por todas partes y a cada paso; así como su amigo Job. Bildad fue persuasivo y con una gran habilidad comunicativa, pero no dejaba de estar equivocado y de ser bastante cruel con sus palabras; trató de describir todas y cada una de las situaciones difíciles como la enfermedad, la desgracia, la ruina, la muerte, a las que Job había tenido que enfrentarse, como consecuencias intrínsecas que debe asumir el hombre que desprecia a Dios. De acuerdo a lo dicho por Bildad, este tipo de hombre es arrojado a luz de las tinieblas y es expulsado de este mundo. Como dirían aquí en Venezuela: "Este si que era tremendo pana"; agréguese tono sarcástico en esta exclamación. 


    La respuesta de Job era de esperarse: ¿Hasta cuándo van a atormentarme y a herirme con sus palabras? Una y otra vez me insultan; ¿no se avergüenzan de tratarme así?. Además de estar enfermo, en ruinas y en desgracia, Job era constantemente despreciado por su condición; su esposa y sus propios amigos lo rechazaban. No solo tenía que soportar el apenas poder seguir con vida, sino la vergüenza de ser humillado y repugnado por su propio circulo. Job le pidió a sus amigos que por favor pudieran tener compasión de él, pues la mano de Dios le había caído encima fuertemente; luego, finalmente dejó ver un ápice de esperanza diciendo: Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo; y después de deshecha esta mi piel, en mi carne, he de ver a Dios. Realmente esto es lo único suficiente y necesario para creer y vivir, ¿cierto? Como dice el coro: La vida es nada, todo se acaba, solo Dios hace al hombre feliz. Quizás pueda parecer difícil ponerse en los zapatos de Job, al menos yo se que jamás podría hacerlo; su prueba es incomparable con ninguna cosa que yo jamás haya vivido (aunque se que todos somos probados de diferentes formas por Dios); pero el hecho es que él, a pesar de todo cuanto estaba viviendo, mantenía claras sus convicciones, y esto es lo único que nunca debemos estar dispuestos a perder bajo ninguna, ninguna circunstancia. 





viernes, 27 de mayo de 2016

La Biblia en un año #Dia142

    Alto de adoración semanal


    Aunque esta lectura debió haberse hecho unos días antes, no fue así; me he atrasado un poco por diversas razones que no pienso convertir en excusas, la verdad es como todo, si quieres hacer algo debes poner un esfuerzo extra y como dije a principio de año: este reto no será fácil pero nada es imposible. Igual no hay nada de que preocuparse, con la ayuda de Dios y unos pequeños ajustes puedo retomar el ritmo habitual. Después de la hermosa historia de Ester, la Palabra da un giro total para centrarse en la dolorosa historia de Job; un hombre temeroso de Dios que debió enfrentarse a la mas dura de las pruebas. Debo reconocer que leer este Libro me ha traído mis conflictos, hasta ahora llevo sólo 17 capítulos de un total de 42, y la verdad no ha sido tan fácil su comprensión; sobretodo por lo que he leído hasta ahora, que ha sido el largo intercambio de discursos entre Job y sus amigos. Es como si además de reflexionar en el hecho de que Job está siendo sometido a prueba para demostrar su fidelidad a Dios, también tengo que hacerlo en la intervención de sus amigos y en lo que ellos suponen que es la razón de la prueba. No obstante, creo absolutamente por supuesto, que Dios tuvo y tiene un propósito con haber inspirado este y todos los espacios en las Escrituras y ya ha estado hablando a mi vida.

    Hoy me corresponde leer el Salmo N° 49, el cual inequívocamente se titula: la insensatez de confiar en las riquezas; las que ciertamente, así como la vida, son perecederas y pasajeras. Que lo diga Job, que después de haber sido el hombre mas adinerado en toda la región donde vivía, había perdido toda su fortuna. No se puede confiar en los bienes y en la muchedumbre de las riquezas, pues ninguno de ellos pueden redimir ni salvar. Un día todos vamos a morir; los ricos, los pobres, los sabios y los insensatos; esas riquezas en las que invertiste tanto tiempo y esfuerzo para poder tener, serán dejadas a otros. Aún cuando en la tierra crezca tu fortuna y puedas llamar dichosa a tu alma, al morir, nada te llevarás. Solo Dios puede librarte del pecado y de la muerte para que vivas con El cuando esta existencia terrenal acabe; pues el alto valor de la vida eterna, ni con todo el dinero del universo entero lo podrás pagar.


jueves, 26 de mayo de 2016

La Biblia en un año #Dia141

    Job 15-17

    En este punto de la lectura, Elifaz vuelve a intervenir y reprendió a Job por la violencia de sus palabras; decía que Job irrespetaba a Dios con su boca pues de él no salía nada bueno. Yo pienso que una persona en la condición de Job tenía permiso de afligirse, y creo que Dios en su misericordia lo entendía así; pero sus amigos consideraban tal reacción como una afrenta al Creador. Elifaz le dijo a Job que no se animaba a recibir el consuelo de Dios, y que su enojo contra El era tal, que no le permitía ver con claridad y que para Dios no había nadie puro e inocente como él había intentado hacerse ver. Elifaz insistía en llamar la atención de Job hablándole acerca de los lamentos de la desobediencia y de las consecuencias que reciben los malvados, pero Job, por su parte, no daba su brazo a torcer respecto de sus afirmaciones, y le dijo que para él era mucho más necesario e importante recibir animo y consuelo que palabras de reproche. 

    Job se sentía arrinconado por sus amigos, condenado y juzgado; esto aunado al hecho de tener que soportar el terrible sufrimiento de encontrarse enfermo y sin familia. Job sentía que Dios lo trataba con desprecio y que lo había hecho objeto de sus ataques sin razón; se sentía destrozado y sin ninguna compasión. Estaba herido y lastimado, angustiado y perseguido, con la cara roja de tanto dolor; y para él, sus amigos, lejos de reconocer su inocencia y creer que su angustia no provenía de actos malvados, solo lo acusaban más y más. Job terminó declarando a Dios como su abogado defensor, diciendo que lo tenía a El en los cielos como testigo de su inocencia; oró al Señor y clamó para recibir su auxilio y su misericordia, su ayuda y soporte; pues a pesar de haber sido abandonado por sus amigos y de no tener a nadie, sabía que el Señor podía defenderlo y liberarlo.

    La verdad, en este punto de la lectura puedo sentirme identificada con ambas partes de la historia. Me compadezco de Job y puedo verme reflejada en su anhelo de obtener una respuesta afirmativa del Señor; pero también me he sentido como sus amigos, aunque sean vistos muchas veces como la parte antagónica de esta historia. Si, si; ya se que sus amigos fueron terriblemente incomprensivos; pero yo misma también me he puesto en la posición de "defender" a Dios frente a alguna situación con una extensiva argumentación bíblica solo con la finalidad de lograr entender su voluntad, o de hacer que otros la entiendan, cuando en realidad Dios no necesita abogados, ¡El es el nuestro! Y muchas veces lo que tienes que decir no es realmente tan importante como tu presencia, tu apoyo y tu oración. No digo que compartir tus palabras a la luz de las Escrituras en un tiempo de dolor no sea eficaz, todo lo contrario, pero sin duda hay que pedir mucha dirección al Espíritu Santo para saber cuando debemos hablar, exhortar y confrontar con la Palabra, y cuando debemos simplemente callar y acompañar. Desde hoy espero en Dios recibir ese discernimiento, pues manzana de oro con figuras de plata es la palabra dicha como conviene (Prov. 25:11). Nuestras palabras tienen poder, con ellas podemos dar vida o muerte; y si queremos salvar y no condenar, la prudencia debe ser nuestro principal vestido. Consejo: Quizás no es lo que decimos, sino como lo decimos.




miércoles, 25 de mayo de 2016

La Biblia en un año #Dia140

    Job 11-14


    Con la intervención de los amigos de Job en el panorama de su aflicción, existe una especie de acción y reacción entre las acusaciones de los amigos por un lado, y las afirmaciones de Job por el otro. El tercer amigo es Zofar; quien de frente y sin titubeos acusó a Job de iniquidad y le dijo que con su dolor estaba recibiendo la respuesta de su maldad. Zofar también invitó a Job a que pudiera arrepentirse del mal cometido, a que se decidiera a actuar con rectitud y a que pudiera alejarse del pecado y volverse a Dios. Job por su parte, proclamó el poder y la sabiduría de Dios rechazando en pleno las acusaciones de Zofar; volvió a asegurar que aunque ellos fuesen sabios y entendidos, él también lo era; y que no había nada nuevo que le dijesen respecto a la conducta de Dios.

    Job sólo había recibido criticas y burlas de sus amigos en medio de sus momentos difíciles; ellos habían querido actuar como abogados de Dios tratando de argumentar razones bíblicas que pudiesen validar la desdicha de su amigo, cuando ciertamente, sus palabras no estaban comprobando nada ni siendo de ayuda en lo absoluto. Su complejo de superioridad espiritual frente a su amigo les había hecho perder credibilidad; Job los desafió al defender su integridad y les dijo que permaneciendo callados hubiesen mostrado un poco mas de sabiduría que al hablar, y que el Señor no los necesitaba como sus defensores. Job les aseguró que él se defendería frente a Dios pues ningún malvado o impío se presentaría con esa firmeza delante de él sin estar seguro de su inocencia. Job le rogó dos cosas al Señor: que ya no lo castigara y que le mostrara en que lo había ofendido; quería volver a vivir en paz y entender porqué Dios lo había hecho sufrir de esa manera.

    Luego de su ruego, Job reflexionó acerca de la brevedad de la vida, afirmando que la misma es muy corta, pero que es muy grande el sufrimiento que se experimenta en ella. Se había vuelto tan grande su lamento que terminó esbozandolo en un tipo de poema triste narrado en el capitulo 14. De alguna u otra forma trataba de ver a Dios y mantener la perspectiva, pero rápidamente sucumbía ante la desesperanza por el perecimiento de su vida. Ya entiendo porque las obras literarias más famosas de la historia han nacido de la desventura; empezando por la historia de Job, la cual data de hace más de 4000 años. 


lunes, 23 de mayo de 2016

La Biblia en un año #Dia139

    Job 8-10

    El segundo amigo entra en acción, Bildad, quien empezó proclamando la justicia de Dios... Puedo estar de acuerdo con él en algo: Dios no hace nada injusto. Es así, solo Dios conocía la verdadera razón por la cual había sometido a Job a tal aflicción; una razón que el mismo Job desconocía y que sus amigos intentaban con suposiciones poder conocer. Bildad fue mucho más agresivo en sus palabras que Elifaz, tanto así que le dijo a Job que si sus hijos habían recibido ese merecido era porque seguramente habían pecado contra Dios; y de este modo también le dijo que la solución para que Dios le "levantara" el castigo que le había impuesto, era confesando sus pecados a El, y así fuese removido de su sufrimiento. ¿Siempre tenemos tanto que afirmar, decir y exhortar cuando es otro el que sufre cierto? Pero que no seamos nosotros mismos. Tal y como lo dijo Elifaz, los malvados reciben el producto de sus malas obras, y para ambos amigos, Job estaba recibiendo el fruto de algún mal cometido.

    Job era conocido antes de esta tragedia como un hombre de una conducta admirable producto de su maravillosa relación con Dios; era justo, recto y apartado del mal. Cuando nuestra relación con Dios es así de sólida y nutrida a través de la Palabra y la oración, difícilmente podemos ser conmovidos en nuestras posiciones, si éstas, han sido establecidas por su verdad. Para Job, nada de lo que decían sus amigos era nuevo; le dijo a Bildad que él sabía que nadie podía desafiar a Dios y salir victorioso; Job sabía también perfectamente que el poder de Dios era ilimitado, y que hacía cosas tan maravillosas que era muy difícil comprenderlas, y más aún hablar de ellas; así como sabía todas estas cosas, también sabía que era inocente y que solo suplicaba a Dios por su compasión. Reiteradas veces Job se declaró inocente de culpa, afirmaba no tener nada de que arrepentirse, por eso no entendía por qué estaba recibiendo el castigo de Dios. Su conclusión fue, que el Señor enviaba juicio a malos y buenos por igual. 

    Después de responder a Bildad, Job dio rienda suelta a su queja y a su dolor pues estaba cansado de la vida que estaba llevando; por eso le dijo a Dios: No me condenes, hazme entender por qué contiendes conmigo, ¿Te parece bien que oprimas, que deseches la obra de tus manos, y que favorezcas los designios de los impíos?; Job preguntó al Señor nuevamente de que lo estaba acusando y por qué estaba recibiendo ese terrible mal, pero Dios aún guardaba silencio. Job seguía confrontando al Señor por su decisión de afligirlo pero aún no obtenía respuesta; seguía clamando por su misericordia pero aún no era librado. Ya se el por qué de la famosa frase: así como la paciencia de Job... Ciertamente debió producirla en medio de la prueba.




La Biblia en un año #Dia138

    Job 4-7

    Luego de que Job maldijese el día de su nacimiento y se quejara abiertamente por la terrible condición que Dios había permitido que padeciera; sus tres amigos rompieron el silencio, y empezaron a dar uno por uno, una serie de discursos a Job en los que dejaban ver claramente sus posiciones respecto a los padecimientos de su amigo, aunque éstas posiciones se tradujeron más en cuestionamientos que en comprensión. Quizás ellos tuvieron la mejor de las intenciones al exhortar a su amigo, pero realmente decir las palabras correctas en un momento inapropiado termina siendo un error. Medito generalmente en esto porque muchas veces caigo en el error de querer argumentar la voluntad de Dios buscando los porque, cuando realmente solo debemos aceptarla sin cuestionar... Ni a El, ni a los otros, ni a ti mismo.

    El primero que habló fue Elifaz; quien desafió a Job a identificar cualquier obstáculo entre Dios y él, pues Elifaz aseguraba que los problemas del hombre eran producidos por el mismo hombre y que no podía culpar a Dios por ello. Elifaz dijo a Job que el mismo había sido maestro de muchos, y que antes era él quien animaba a los desanimados y alentaba a los tristes; pero ahora que estaba sufriendo, no podía resistirlo y se daba por vencido. Este amigo de Job, se dedicó a dar razones bíblicas para explicar que el que anda mal, mal acaba; tratando de hacerle ver a Job que debía haber hecho algo para merecer su desgracia. Elifaz consideraba que la situación de Job provenía de la disciplina impuesta por Dios por algún mal cometido, y que Job debía considerarse bendecido al ser corregido por el Señor. No obstante, lo animó a confiar en Dios y a reposar su confianza en El, pues aunque el Señor pudiera herir, también curaba la herida: y aunque permitiera los golpes, también aliviaba el dolor; y que El lo libraría de sus tribulaciones.

    Job rechazó la posición de su amigo pues sostenía que siempre había sido fiel a Dios y que por tal razón no podría entonces recibir los males de la desobediencia a los que Elifaz se refería. Job se sintió defraudado y criticado por la actitud de sus amigos pues ellos mismos eran testigos de que ningún mal había hecho él contra Dios, y que ellos en vez de amarlo y apoyarlo en su sufrimiento solo le hacían reproches por sus palabras. Los argumentos de Job para Dios respecto a su situación seguían de manifiesto pues padecía ya meses de calamidad; totalmente lleno de inquietudes prefería morir a seguir viviendo de esa forma. Preguntaba a Dios porque lo había hecho padecer tal aflicción y porque lo había hecho blanco de tantas torturas... Finalmente pidió a Dios que si era a causa del pecado que se encontraba en ese estado, pudiera El perdonar su iniquidad y olvidar su rebelión. 


jueves, 19 de mayo de 2016

La Biblia en un año #Dia137

   Job 1-3

    Hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal... Creo que ya saben a quien me refiero, ¿cierto?. Llegó el día de empezar la historia de un gran hombre de Dios: Job. Conocido universalmente por su fidelidad al Creador y sustentador de su vida, a pesar de las duras pruebas que debe atravesar. Job era un hombre intachable, de absoluta integridad, que tenía temor de Dios y se mantenía apartado del mal. vivía en la tierra de Uz, una ciudad mencionada como parte del reino de Edom. Tenía siete hijos y tres hijas. Poseía siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes y quinientas burras; también tenía muchos sirvientes. En realidad, era la persona más rica de toda aquella región.  

   En una conversación que mantuvieron Dios y Satanás, Satanás retó a Dios argumentando que el amor que Job le profesaba era por causa de sus bendiciones materiales y no porque realmente lo amara; a causa de esto, el Señor concede el permiso al enemigo para que probara la fe de Job con una única restricción: no podía quitarle la vida. De este modo, sus animales fueron robados, sus trabajadores murieron, sus ovejas y sus pastores fueron calcinados; y por último, todos sus hijos murieron victimas de un accidente. Cuando Job supo todo esto se levantó y rasgó su manto, rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró. Luego dijo: desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno. No puede haber momento en el que lea este episodio de la Escritura y no me asombre y me maraville ante una fe tan inquebrantable.

    A pesar de que Job había perdido su familia y había quedado en ruinas, se mantuvo firme en su conducta intachable. No obstante, Satanás volvió a desafiar al Señor diciéndole que mientras una persona no fuese tocada en su propia piel, todo marchaba bien; pero que si que si Job fuese tocado en su propia persona seguro iba a maldecir a Dios en su propia cara. El Señor le dio permiso a Satanás nuevamente de hacer con Job lo que él quisiera siempre y cuando no tocara su vida. Satanás se alejó de la presencia del Señor, y envió sobre Job una sarna maligna en la piel que lo cubrió de pies a cabeza. La alterada esposa de Job al verlo enfermo le dijo que como podía mantener la integridad, que mejor le fuese maldecir a Dios y morirse. Job la exhortó y le dijo que si aceptaban los bienes que Dios les había dado, de igual forma debían aceptar los males. En este tiempo, Job no pecó ni siquiera de palabra.

   Job tenía tres amigos: Elifaz, Bildad, y Sofar. Cuando se enteraron de todas las desgracias que le habían sucedido a su amigo, decidieron ir a consolarlo y acompañarlo en su dolor. Cuando lo vieron, apenas podían reconocerlo, empezaron a gritar y llorar, y llenos de dolor se rasgaron la ropa y lanzaron polvo al aire y sobre sus cabezas. Luego se sentaron en el suelo con él, y durante siete días y siete noches estuvieron allí, sin decir una sola palabra, pues veían que el dolor de Job era muy grande. En ocasiones, ante momentos de tan terrible aflicción, lo que mayormente necesitamos de los amigos, es su presencia, no lo que puedan decir. Admiro la actitud silenciosa y amorosa de estos tres hombres. Finalmente el fiel y valiente Job rompió el silencio y maldijo el día en que había nacido; durante todo el capitulo número tres se observa largamente su desdicha. Job no tenía descanso ni sosiego, no encontraba paz, solo inquietud; se había llenado de amargura y lamento. El sufrimiento lo había inundado. 



miércoles, 18 de mayo de 2016

La Biblia en un año #Dia136

    Ester 8-10

    Luego de que el Rey obrará en favor de Ester, también le regaló la casa de Amán, el extinto enemigo de los judíos. Ester le comunicó a Asuero su parentesco con Mardoqueo, y el rey tomó el anillo que antes le había dado a Amán, y se lo entregó a Mardoqueo, y lo hicieron cargo de todo lo que antes era de Amán. A pesar de que Ester y Mardoqueo ya estaban a salvo, ella no dejó de intervenir por toda su nación; una vez más rogó al rey por su pueblo y le pidió que escribiera una orden que anulara el documento que Amán había dictado para destruirlos. Entonces el rey les dio el permiso de escribir las órdenes necesarias con su sello y su firma en favor de los judíos; las ordenes fueron enviadas a todos los gobernadores y principales autoridades de las ciento veintisiete provincias. Estas ordenes daban permiso a los judíos de reunirse en todas las ciudades para defenderse, matar y destruir totalmente a quienes los atacaran, sin importar de dónde vinieran. Los judíos estaban tan alegres que hicieron una gran fiesta; a medida que se iba conociendo la orden del rey y su documento, en cada provincia y ciudad, los judíos festejaban con gran alegría. Y tanto era el miedo que les tenían a los judíos, que muchos en el país aceptaron su religión. Esto es lo que yo llamo: Temor a Dios... Su poderío y majestad fue tan conocido por esta nación extranjera que hasta terminaron creyendo en su nombre. ¡Que grande es Dios!

    Cuando debía cumplirse la orden del rey para que los judíos fueran destruidos, ellos triunfaron sobre sus enemigos; nadie se atrevió a hacerles frente, porque ahora todos les tenían miedo. Además, todos temían a Mardoqueo, pues ahora él tenía un puesto muy importante en el reino. Mardoqueo se hizo muy famoso en todas las provincias, y cada vez tenía más poder. Los judíos se armaron de espadas, y acabaron con todos sus enemigos; también en la ciudad de Susa mataron a quinientos hombres incluyendo a los hijos de Amán. Asuero preguntó de nuevo a Ester si quería pedirle algo más, pues él estaba dispuesto a darle todo lo que quisiera (no se pero cada vez que leo eso quiero ser Ester jaja); Ester le pidió que permitiera que los judíos acabaran con sus enemigos en la capital de reino y que los cadáveres de los hijos de Amán fuesen exhibidos en publico. El rey ordenó que se hiciese así como Ester le había pedido y los judíos acabaron con todos sus enemigos; luego se dedicaron a festejar su victoria.

    Mardoqueo ordenó que se pusiera por escrito todo lo sucedido, y además ordenó que para recordar el mes y los días que habían sido librados de sus enemigos, cada año debían hacer fiesta en honor a los días en que el Señor les dio la victoria, y su sufrimiento y tristeza se cambió en gozo y alegría. Esto se conoce bíblica y universalmente como la fiesta de Purim; festividad judía celebrada anualmente el 14 del mes judío de Adar que suele coincidir con el mes de marzo, que era exactamente la fecha en que Amán había decidido matar a los judíos. Esta era una fiesta de salvación, de alegría, de felicidad y regocijo por todo lo que les había ocurrido y habían tenido que enfrentar, por eso, todos los años, sin falta, todos los israelitas, sus hijos, sus nietos, debían celebrar esta fiesta y no podían olvidarse nunca de lo ocurrido en estas fechas. 

La Biblia en un año #Dia135

    Alto de adoración semanal...


    Les había comentado ya que este es el mes de mi cumpleaños, y no se porque siento que se me está pasando mucho más rápido que los demás; ya hemos concluido una semana más de lectura, así que llegamos a un nuevo alto de adoración semanal. Estoy a una sola lectura de finalizar el libro de Ester y con él ya llevaría un total de catorce libros de la Biblia. Es increíble como ya me encuentro en mi día número 135 del año... ¿Cómo es el que el tiempo ha pasado tan rápido? Este reto me ha nutrido tanto que siento que es uno de los espacios en mi vida que por siempre recordaré y del cual hablaré y hablaré mientras pueda. Nehemías y Ester (Los protagonistas de esta semana), me enseñaron algo grandioso: ¡Valentía! No temieron el enfrentarse a sus enemigos con el propósito de cumplir la voluntad de Dios para sus vidas y para su nación, y con confianza y esfuerzo se sobrepusieron a las circunstancias adversas y a las condiciones externas y se dejaron usar por Dios. Son un gran ejemplo de fe.

    Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones... ¿Cuantos hijos de Dios hemos sido testigos de esta gran verdad? Hasta puedo cantar el coro en mi mente mientras lo leo. Este es el versículo número uno del Salmo número 46, el cual me corresponde leer el día de hoy. Ha sido (como lo es toda la Palabra de Dios) un bálsamo para las heridas. Las condiciones en mi amado país cada día son mas difíciles; estamos caminando en fe en medio de una de las peores crisis de la historia venezolana, es duro ver el dolor y la aflicción de tu pueblo, de tu tierra; y ahora que he leído con más sentido la historia del pueblo de Israel durante todo este tiempo, me siento aún más identificada con mi nación. AMO sinceramente este Salmo con todo mi corazón, y no conozco ningún creyente que no se deleite en esta Palabra tan hermosa que brinda tanta seguridad y esperanza... No temerá mi corazón aunque la tierra sea removida y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza. Las corrientes del río alegran la ciudad de Dios, y Dios está en medio de ella; por eso no será conmovida, y Dios la ayudará al clarear la mañana. 

    ¿Como no tomar aliento y fuerzas en el Dios de mi salvación cuando voy a las Escrituras y reflexiono en sus innumerables promesas? Hace un tiempo escribí una nota que decía: Todo hijo de Dios ante cualquier circunstancia, evento o suceso debe encontrar respuestas en la Palabra, que es la luz que puede disipar toda inconsistencia o debilidad en nuestra fe; y hoy lo reafirmo más que nunca. En este tiempo puedo estar quieta y reconocer que el es Dios, ¡El sigue siendo Dios! Y será exaltado y enaltecido en todas las naciones de la tierra. Jehová de los ejércitos está con nosotros, y nuestro refugio es el Dios de Jacob. Mi Dios, mi hermoso Dios... ¡Aleluya!




martes, 17 de mayo de 2016

La Biblia en un año #Dia134

   Ester 5-7

    Luego de los tres días de ayuno, la valiente y fortalecida Ester, se puso su vestido de reina, fue a la entrada de la sala del palacio donde está el trono, y se detuvo frente al rey. Cuando el rey vio a Ester, se puso contento y la señaló con el cetro de oro que tenía en su mano. Ester se acercó y tocó la punta del cetro; luego el rey le preguntó que deseaba, y le dijo que él le daría lo que ella pidiera. Ester lo invitó a un banquete que había preparado en su honor junto a Amán; Amán y el rey fueron al banquete y nuevamente preguntó a Ester que deseaba, pero ésta le dijo que prepararía otro banquete en su honor y allí se lo diría. Mientras tanto, el odio de Amán hacia Mardoqueo se incrementaba más y más pues Mardoqueo se negaba a humillarse delante de él, tanto así que Amán mandó a construir una horca para colgarlo. 

    Amán quiso pedir al rey el permiso de colgar a Mardoqueo, pero se consiguió con que el Rey deseaba honrar a Mardoqueo pues tuvo conocimiento de que él lo había salvado de morir en manos de dos hombres que pensaban matarlo; y fue el mismo Amán quien terminó rindiéndole homenaje a Mardoqueo por orden del rey (creo que había otro rey aún mas poderoso detrás de todo esto). El homenaje consistió en pasear a Mardoqueo en el caballo del rey por toda la ciudad con su capa puesta, mientras Amán decía: Así se trata al varón que el rey desea honrar. Después de todo este episodio vergonzoso para Amán, éste se sentía tan mal que hasta se cubría la cara; luego de esto, fue al segundo banquete de Ester.

    Durante el segundo banquete, Asuero volvió a preguntar a Ester que deseaba, y justo allí fue cuando Ester le dijo: Si su Majestad en verdad me ama, y si le parece bien, le pido que salve mi vida y la de mi pueblo. Se ha puesto precio a nuestra vida, y se nos quiere destruir. Cuando el rey le preguntó a Ester quien se atrevía a hacer eso, ella señaló a Amán, y al momento, Amán quedó paralizado de miedo. Amán rogó a Ester que pudiera salvarlo, y al verlo Asuero tan cerca de Ester, se molestó aún más. Los guardias sacaron a Amán y le dijeron al rey que en casa de Amán había una horca que él había construido para colgar a Mardoqueo, y entonces el Rey ordenó que fuese colgado allí. De es este modo, Amán fue colgado en la horca que él mismo había preparado para dar muerte a Mardoqueo. De verdad cuando decidimos obedecer y honrar a Dios por encima de cualquier circunstancia, persona o momento de nuestras vidas, El siempre nos mostrará su favor. No olvidemos que los judíos se encontraban allí en Persia como consecuencia del juicio de Dios por su desobediencia; sin embargo, el amor de Dios por su pueblo seguía siendo tan evidente y tan maravilloso que ordenó singularmente todos los escenarios y situaciones para salvarlos y para humillar al enemigo que se había levantado en su contra. De ese mismo modo, está dispuesto a pelear por nosotros, a humillar a nuestros adversarios y a mostrarnos su salvación las veces que sean necesarias. No existe un amor mayor... ¡Que bueno es tenerlo a El!


La Biblia en un añi #Dia133

    Ester 3-4

    Los hijos obedientes de Dios siempre encontraremos rechazo en aquellos que no comparten nuestras convicciones; constantemente podemos ser acusados, descalificados, perseguidos y en algunos casos mas extremos, hasta asesinados por vivir y defender el Evangelio de Jesucristo. Mardoqueo, el primo y padre adoptivo de Ester, tuvo que enfrentarse a la deliada situación de honrar a Dios, o de honrar a los hombres; pero siendo un judío temeroso del Señor, se inclinó naturalmente por la primera opción. El nuevo jefe de gobierno del rey Asuero, Aman, ordenó que todos los sirvientes debían arrodillarse e inclinar la cabeza delante de él en señal de respeto, pero Mardoqueo no lo hacia. Cuando Aman se entero de esto y de que además, Mardoqueo era judío, decidió castigarlo a él y a todos los judíos que vivían en el reino de Asuero. De este modo Amán convenció a Asuero para así llevar a cabo su plan y destruirlos. 

    La orden para destruir a los judíos fue firmada por el rey Assuero y fue enviada a todos los gobernadores y jefes de las provincias del reino; y en un solo dia, se les daría muerte a los judíos así fueran mujeres, ancianos o niños. Cuando Mardoqueo supo todo lo que había pasado, se rasgó la ropa en señal de dolor, se vistió con ropas ásperas, se echó ceniza sobre la cabeza y empezó a recorrer la ciudad dando gritos llenos de amargura. También en cada provincia adonde llegaban la orden y el edicto del rey, hubo gran aflicción entre los judíos, los cuales manifestaban su tristeza con ayunos, lágrimas y lamentos, y muchos de ellos se acostaron sobre ceniza y se vistieron con ropas ásperas.

    Mardoqueo mandó a comunicar a Ester lo que estaba pasando, y le pidió que fuera a ver al Rey y le suplicara no destruir a su pueblo. En este tiempo, nadie podía presentarse delante del Rey sin ser llamado pues se le castigaba con la muerte, ni siquiera la reina; a menos que al acercarse frente al Rey éste le extendiera su cetro de oro. Ester le comunicó esta situación a Mardoqueo, pero éste le mandó a decir nuevamente a Ester que se atreviera a hablar pues si había llegado a ser reina había sido para ayudar a su pueblo en un momento tan difícil como ese. Ester se armó de valor y le pidió a Mardoqueo que reuniera a todos los judíos que vivían en la capital del reino para que ayunaran durante tres días por ella, y que ella y todas sus sirvientas también lo harían, y luego se presentaría delante del Rey así tuviese que arriesgar su vida por todo su pueblo. La palabra de este día habló a mi vida para confirmarme una vez más que el ayuno tiene poder; no para lograr que las cosas sucedan, sino para lograr que nuestra fe sea fortalecida y que nuestra fe, a su vez, alcance los milagros de Dios. Ester pudo haberse sentido insegura y temerosa, pues presentarse delante del Rey ciertamente era un riesgo mortal, pero se animó a dejarse usar por Dios para ser de bendición a su nación; y esta era la razón principal por la cual el mismo Dios había permitido que ella ocupara el trono en primer lugar. No olvidemos que Dios honra a los que le honran y que nos bendice para que seamos de bendición.


domingo, 15 de mayo de 2016

La Biblia en un año #Dia132

    Ester 1-2

    Hoy me corresponde iniciar la lectura en el Libro de Ester... Uno de los libros que leía con más dedicación y ternura cuando me convertí al Señor; tenía quince años en ese entonces y este libro narra la historia de amor de un rey y una plebeya que posteriormente se convirtió en reina, es evidente que llamaría mi romántica y juvenil atención. Ahora bien, ya no soy una quinceañera, pero sigo esperando por la llegada de ese rey que ya está dispuesto en el corazón de Dios para mi. Este rey Persa era Asuero, quien en el tercer año de su reinado organizó una gran fiesta para todos los funcionarios y líderes del país, donde estuvo mostrando las riquezas que poseía y les hizo ver cuán grande y poderoso era su reino. Después ordenó que se preparara otra fiesta para todos los que vivían en la capital del reino, desde el más importante hasta el menos importante. La fiesta se realizó en los jardines del palacio y duró siete días. Al séptimo día, el rey ordenó llamar a la reina Vasti para que la gente y los príncipes pudieran ver su belleza, pues era muy hermosa; pero ella no quiso obedecer la orden del rey. Como consecuencia de su desobediencia, la reina Vasti fue despojada de su trono y Asuero elegiría otra mujer como su reina.

    Se nombraron asistentes en todas las provincias del país, para que buscaran jóvenes hermosas y solteras, las cuales serían llevadas al Palacio para ser sometidas a tratamientos de belleza, y luego el Rey elegiría a la que más le gustase como reina. Allí en la capital del reino vivía un judío de la tribu de Benjamín que no había ido de regreso a Jerusalén con los israelitas liberados, este hombre llamado Mardoqueo tenía una prima llamada Ester, a la cual había criado como hija suya pues ésta había quedado huérfana. Ester era hermosa y elegante, cuando fue llevada al Palacio, el hombre de confianza del Rey se fijó en ella y le agradó tanto que enseguida ordenó que se le dieran cremas de belleza y comida especial; y también le ordenó a siete de las mejores muchachas del palacio que la atendieran, y que le dieran una de las mejores habitaciones en la casa de las mujeres. A ver, a ver, ¿Cuantas no hemos querido ser Ester? jaja 

    Ester no decía de qué pueblo ni de qué raza era ella, porque Mardoqueo le había pedido que no se lo dijera a nadie. Todas aquellas jóvenes eran sometidas a un tratamiento de belleza durante doce meses. Los primeros seis meses se untaban el cuerpo con aceite de mirra, y los seis meses restantes con perfumes y cremas de los que usan las mujeres. Terminado el tratamiento, cada una de las jóvenes se presentaba por turno ante el rey Asuero. Cuando a Ester le tocó presentarse ante el rey ya se había ganado la simpatía de todos los que la trataban; Al rey Asuero le gustó Ester más que todas las otras jóvenes, y la trató mejor que a todas sus mujeres, así que le colocó la corona sobre su cabeza y la nombró reina en lugar de Vasti. Después el rey hizo una gran fiesta para Ester! De huérfana y expatriada judía, a reina de todo Persia. Dios siempre tiene un plan para todos sus escogidos. 




La Biblia en un año #Dia131

 Nehemías 11-13
    Después de que el Templo de adoración a Dios fuese reconstruido y el muro de la ciudad levantado, los jefes de familia se establecieron en Jerusalén, y el resto del pueblo hizo un sorteo para que uno de cada diez habitantes morase también allí en la ciudad santa; las otras nueve partes vivirían en las demás ciudades. En las ciudades de Judá se establecieron algunos miembros de las tribu de Benjamín y Judá; los sacerdotes, los levitas, los sirvientes del templo y los descendientes de los sirvientes de Salomón, cada uno en su respectiva población y propiedad. Cuando llegó el día de consagrar la muralla de Jerusalén, buscaron a los levitas en todos los lugares donde vivían, y los llevaron a Jerusalén para que celebraran la consagración con alegría, alabanzas e himnos, acompañados de platillos, arpas y liras. Para esta dedicación se levantaron dos coros grandes que acompañaban a todas las autoridades de Judá, mientras los Sacerdotes tocaban las trompetas. Aquel día se ofrecieron muchos sacrificios, y el Señor llenó a toda la gente de mucha alegría. Las mujeres y los niños también estuvieron muy contentos, y el regocijo que hubo en Jerusalén se oía desde lejos.

    "Cuando el gato sale de casa..." Nehemías se ausentó de Jerusalén pues debía volver a la corte real del Rey Artajerjes en Babilonia; en este tiempo el Sacerdote Eliasib, quien era el jefe de las bodegas del Templo, permitió que Tobías el amonita viviera allí en una habitación grande donde se guardaban las ofrendas de cereales, el incienso, los utensilios y los diezmos de trigo, vino y aceite, a pesar de que en aquel tiempo se leyó públicamente el Libro de la Ley de Moisés, el cual específicamente señalaba que los amonitas y moabitas no debían jamás pertenecer al pueblo de Dios. Cuando Nehemías volvió a Jerusalén y descubrió esto, se molestó mucho y ordenó que sacaran todos los muebles de Tobías, y mandó a que purificaran el lugar. También reprendió a las autoridades del Templo pues se enteró de que a los ayudantes de los sacerdotes no se les habían dado sus alimentos, por lo que ellos y los cantores habían tenido que irse a sus propios campos. Nehemías tuvo que llamar nuevamente a los ayudantes de los cantores y de los Sacerdotes para volver a colocarlos en sus puestos, y ordenó nuevamente la correcta distribución de los alimentos. 

    Además de todas estas irregularidades, Nehemías también se encontró con que algunos israelitas no estaban guardando el día de reposo, por lo que también fueron reprendidos; y otros  se habían casado con mujeres de países como Asdod, Amón y Moab; a éstos Nehemías los reprendió tan duramente que los maldijo, y a algunos les dio golpes y les arrancó el cabello; además les hizo prometer que no darían sus hijos e hijas en matrimonio con extranjeros y les recordó que ese pecado era el mismo que había cometido Salomón y por el cual había sufrido el juicio de Dios. Nehemías se armó de valor y separó a los israelitas de los extranjeros y de todo lo que tuviera que ver con ellos. Luego organizó los turnos de los sacerdotes y de sus ayudantes, cada uno en su tarea; y también organizó a los que traían la leña, para que lo hicieran en las fechas indicadas, y ordenó la entrega de los primeros frutos. 

    Nehemías nunca dejó de orar a Dios y de pedirle su dirección en todas y cada una de las decisiones que tomaba por el bienestar espiritual de su nación, y se esforzó por hacer cumplir la voluntad del Señor en todo su pueblo; sin embargo, me parece triste ver que estos judíos tenían que ser prácticamente obligados a obedecer a Dios, y que siempre tenían que tener alguien frente a ellos que los emplazara en el cumplimiento de su Palabra; parecía que estando solos no podían mantener su santidad. Me hizo recordar que a veces podemos caer en este error como creyentes, siempre necesitando un líder, un maestro o un Pastor que nos estimule a tener una correcta relación con Dios y una vida espiritual fortalecida, porque realmente por si mismos no tenemos intención de conseguirlo. A este espíritu malo hay que reprenderlo en el nombre del Señor y levantarnos en fe para preservación de nuestra alma. Tener autoridades espirituales y Sacerdotes de Dios que nos dirijan es algo grandioso, ellos nos enseñan, nos corrigen y nos bendicen de múltiples formas; pero nuestra adoración a Dios no depende de ellos, cada hijo de Dios debe de forma individual buscar su presencia y caminar cada día en Espíritu y en verdad, dándole a nuestro Señor esa vida en santidad genuina que El espera y se merece. 













viernes, 13 de mayo de 2016

La Biblia en un año #Dia130

    Nehemías 8-10

    Después de volver a su tierra, de haber reconstruido su ciudad y su Templo en ruinas, de haber restablecido la adoración a Dios y de haber levantado el muro que protegía a Jerusalén; podríamos decir que las generaciones de Israelitas que habían vuelto del cautiverio tuvieron una transformación y una renovación espiritual tan grande, que pudieron experimentar un avivamiento personal y nacional como pueblo de Dios. El Señor les había devuelto la oportunidad de renovar sus votos con El, de empezar de nuevo, de hacerlo todo de una forma diferente a la que tiempo antes les había traído tan devastadores resultados; El como siempre, había mostrado una vez más su misericordia, y los israelitas lo sabían muy bien. Yo aquí reflexionando un poco, me imagino que había un nuevo anhelo de adorar a Dios que era indescriptible; la libertad de poder amar al Señor y vivir para El, no se compara con nada.

    Esdras, maestro y Sacerdote, asume el protagonismo nuevamente en este día de lectura y se encarga de leer el Libro de la Ley de Moisés frente a todo el pueblo, que reunido en la plaza, escuchó con mucha atención. Después, Esdras alabó al Dios todopoderoso, y todos, con los brazos en alto, dijeron: Sí, sí, alabado sea Dios. Luego se inclinaron hasta tocar el suelo con la frente y adoraron al Señor. Para entender la Ley de Dios aun con más claridad se nombraron Sacerdotes que pudieran leer y traducir el libro para que la gente lo pudiese comprender. Todos lloraron al entender lo que el Libro decía, pero Esdras, y los demás Sacerdotes dijeron a todos que no lloraran ni se pusieran tristes porque ese día estaba dedicado al Señor. Esdras ordenó hacer fiesta en honor a Dios, y todos celebraron porque habían podido comprender el Libro de Dios. También se celebró la fiesta de las enramadas, que no se celebraba desde los días de Josué; La fiesta duró siete días, y en cada uno de ellos Esdras leyó el libro de la Ley de Dios; y al octavo día hicieron un culto para adorar a Dios.

    Este renovado y restaurado grupo de israelitas, se reunió para ayunar y para reconocer la maldad de sus antepasados; se apartaron de todos los extranjeros, confesaron sus pecados, y para demostrar que estaban arrepentidos, se pusieron ropas ásperas y se echaron tierra sobre la cabeza. Durante horas se dedicaron a leer el Libro de la Ley y a adorar a Dios. Los Sacerdotes oraron y alabaron el nombre del Señor en voz alta; luego los israelitas oraron reconociendo el poder y la soberanía de Dios, y recordaron como había sido El quien los había formado, levantado, sostenido, y como los hizo acreedores de un gran y maravilloso territorio para vivir. Después de una profunda oración de arrepentimiento y agradecimiento por su maravilloso poder, hicieron pacto con El y se comprometieron a guardar la Ley firmemente y a adorarlo de todo corazón; compromiso que hicieron por escrito y fue sellado y formado por todos los jefes, Sacerdotes y Levitas, y por Nehemías que era el actual gobernador de la Nación. Los israelitas estaban listos para disfrutar de un nuevo comienzo, en el cual solemnemente prometieron a Dios la santidad y obediencia que sus antepasados no le habían dado. En este punto de la lectura me encuentro: a la expectativa. 






miércoles, 11 de mayo de 2016

La Biblia en un año #Dia129

        Nehemías 5-7

  Durante el periodo de construcción naturalmente surgieron algunos inconvenientes; varios hombres y mujeres protestaron contra sus compatriotas judíos, a los cuales habían hipotecado sus campos, casas y viñedos para así poder obtener dinero y comprar trigo; y algunos otros habían tenido que pedir dinero prestado para pagar los impuestos sobre sus campos y viñedos. Esta carga financiera tan severa estaba obligando al pueblo a vender a sus hijos como esclavos a otras naciones. Cuando Nehemías tuvo conocimiento de esto se molestó y reprendió a los jefes de familia que habían servido de prestamistas por tratar de esa forma a sus hermanos y les dijo que debían devolver todo lo que habían tomado en hipoteca y también debían perdonarles las deudas para así demostrar que respetaban a Dios; y éstos lo hicieron así. Nehemías estuvo gobernando en Judá durante doce años, tiempo durante el cual fue generoso con toda la nación; nunca cobró por la comida y el vino porque ya la gente había estado sufriendo lo suficiente, y sólo se dedicó a reconstruir el muro de la ciudad. 

   Luego de estos problemas internos entre los miembros de su nación, Nehemías tuvo que enfrentar uno aún mas serio: sus enemigos estaban planeando matarlo. Sin embargo Nehemías los ignoró, oró al Señor y siguió trabajando con más fuerzas aún. El Profeta Semaías le dijo a Nehemías que se escondiera en el Templo para así salvarse, pero Nehemías lo rechazó pues sabía que sus enemigos le habían pagado para que lo llevase al Templo y que este Profeta no hablaba de parte de Dios. Nehemías seguía orando a Dios y pidiéndole su protección, hasta que finalmente la reconstrucción del muro quedó finalizada en un tiempo total de 52 días. Cuando sus enemigos se enteraron, tuvieron miedo y se sintieron avergonzados, porque comprendieron que esa obra se había realizado con la ayuda de Dios.

    Nehemías fue tan fiel y obediente que en medio de las amenazas contra su propia vida siguió confiando en Dios y decidió creerle hasta ver cumplido el propósito por el cual había sido llamado en primer lugar: reconstruir el muro de la ciudad. Ninguna circunstancia o condición externa podían apartarlo de hacer la voluntad de Dios, y pudo testificar de su gran poder incluso a los enemigos que habían estado intentando acabar con él; hasta ellos mismos tuvieron que reconocer que Dios estaba con Nehemías. Los mismo pasa con las personas que se levantan en nuestra contra cuando les damos un testimonio efectivo de la presencia del Señor en nuestras vidas. Por eso no basta con creer en Dios, solo verdaderamente convertidos a El es como podremos vencer cualquier obstáculo y superar cualquier tribulación. 


La Biblia en un año #Dia128

    Alto de adoración semanal... 

    Leer acerca del duro exilio de los israelitas a Babilonia no fue algo sencillo; aunque este pueblo, constantemente infiel, ofendiera a Dios de forma indiscriminada, hay algo en mi respecto al amor de Dios hacia ellos, que me hace sentir una identidad irrenunciable con este pueblo. Es como si tuvieses un hermano rebelde, que se subleva frente a tus padres y los desobedece constantemente lastimando su corazón; sabes que está mal, no compartes su conducta, te duele el sufrimiento de tus padres, pero al mismo tiempo amas a tu hermano, te compadeces de él, y no quisieras que nada malo le suceda; pues exactamente así podría definir mi relación con los israelitas en este tiempo de lectura. A pesar de su terrible y reprochable conducta, realmente me conmovió en gran manera observar la destrucción de la muy amada Jerusalén del Señor y la cautividad de sus escogidos durante 70 años más de esclavitud.

    Del mismo modo me colmé de alegría cuando supe la buena noticia: Los judíos serían liberados y volverían de nuevo a su tierra. Durante esta semana el libro de Esdras y de Nehemías se me presentaron como el gozo de la lluvia después de una larga temporada de sequía; un pueblo arrepentido y listo para reconstruir su Templo y su futuro. El restablecimiento de la relación de una persona con Dios es un suceso que por siempre ha llenado y llenará de felicidad mi corazón, porque: nunca nada está lo suficientemente perdido como para que El no pueda rescatarlo. En orden al emocionante regreso de los israelitas a Jerusalén, hoy también me corresponde leer un Salmo de regocijo, el N° 45; lo que por cierto, trae consigo una nueva confirmación de Dios a mi vida respecto a una Palabra que compartiré este domingo en el mensaje que me corresponde llevar en la Iglesia. ¿Dios es demasiado bello verdad?  

    Este Salmo se titula: cántico de las bodas del Rey; un innegable símil con las bodas del cordero. El salmista expresa en este canto de amores la gloria y el esplendor de la novia y el novio en sus días de bodas, haciendo mención especial a la participación masculina; el novio: poderoso guerrero, glorioso y majestuoso; quien cabalga con majestad hacia la victoria y defiende la verdad, la humildad y la justicia. Este caballero es el mas apuesto de todos y Dios lo ha bendecido para siempre. El esposo se deleita en la belleza de su esposa; quien debe honrarlo y serle fiel como su Señor.  Es inevitable no pensar en mi amado Jesucristo mientras leo estas lineas, nuestro novio y futuro esposo, quien amó tanto a su Iglesia que se entregó a sí mismo por ella. Con hermosas vestiduras es llevada la esposa frente a su rey entre entusiasmo y alegría; tal y como muy pronto será presentada frente a Cristo una iglesia gloriosa, apartada del mal y perfecta, como un vestido sin una sola arruga ni una sola mancha, ni nada parecido. Anhelo este día.