sábado, 31 de diciembre de 2016

La Biblia en un año #Dia365

Apocalipsis 20-22

He llegado al ultimo día del año, y con él, al ultimo día en mi reto de lectura de la Biblia. Hoy, 31 de diciembre del 2016, voy a cumplir mi meta; y no podría estar más agradecida con mi buen y fiel Señor Jesucristo por haberme ayudado hasta aquí. Pudiera decir muchas cosas respecto a lo que siento justo en este momento, pero debemos finalizar Apocalipsis, así que manos a la obra. Luego del juicio de Dios sobre la tierra, Juan vio un ángel que bajaba del cielo con la llave del abismo sin fondo, quien sujetó allí con una cadena muy pesada a la serpiente antigua, quien es el diablo, satanás; y lo encadenó por mil años. El ángel lo lanzó al abismo sin fondo y lo encerró con llave para que no pudiera engañar más a las naciones hasta que se cumplieran los mil años. Pasado ese lapso, iba ser soltado por un poco de tiempo. Después Juan vio tronos, y los que estaban sentados en ellos habían recibido autoridad para juzgar; y también vio las almas de aquellos que habían sido decapitados por dar testimonio acerca de Jesús y proclamar la palabra de Dios. Volvieron a la vida, y reinaron con Cristo esos mil años. Esta es la primera resurrección. (El resto de los muertos no volvieron a la vida hasta que se cumplieron los mil años). Benditos y santos son aquellos que forman parte de la primera resurrección, porque la segunda muerte no tiene ningún poder sobre ellos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él durante todo ese tiempo. Cuando se cumplan los mil años, Satanás será liberado de su prisión, y saldrá a engañar a los países de Gog y Magog, que representan a todos los países de este mundo. Satanás reunirá para la guerra a los ejércitos de esos países; sus soldados no se pueden contar, como tampoco se puede contar la arena del mar. Ellos recorrerán todo el mundo, y rodearán al pueblo de Dios y a su ciudad amada, pero saldrá fuego del cielo y los quemará por completo. Y el diablo, que los había engañado, será arrojado al lago donde el azufre arde en llamas, donde también fueron arrojados el monstruo y el falso profeta. Allí serán atormentados todos ellos para siempre, de día y de noche.

Entonces Juan vio un gran trono blanco, y al que estaba sentado en él. Y en su presencia desaparecieron la tierra y el cielo, y nadie volvió a verlos. Y todos los que habían muerto, tanto los humildes como los poderosos, estaban de pie delante del trono. Y fueron abiertos los libros donde está escrito todo lo que cada uno hizo, también se abrió el libro donde están escritos los nombres de todos los que vivirán con Dios para siempre. Los muertos fueron juzgados de acuerdo con lo que habían hecho y con lo que decían los libros. Luego, la Muerte y el reino de la muerte fueron lanzados al lago de fuego. Los que caen en este lago quedan separados de Dios para siempre, y allí fueron arrojados todos los que no tenían sus nombres escritos en el libro de la vida eterna. Después de todo esto Juan vio el gran regalo para todos los hijos de Dios: Cielo nuevo y tierra nueva, pues ya los primeros habían dejado de existir; y la santa ciudad: Jerusalén, bajaba del cielo, y era el lugar donde vivía Dios. La ciudad parecía una novia vestida para su boda, lista para encontrarse con su novio, y una fuerte voz desde el cielo dijo que ese era el lugar donde Dios viviría para siempre con su pueblo, y el Señor sería su único Dios. Allí Él secará nuestras lágrimas, y tampoco volveremos a llorar, ni a lamentarnos, ni sentiremos ningún dolor, porque lo que antes existía, dejará de existir. Luego Juan fue llevado a un cerro alto, y el ángel le mostró la ciudad santa, a la cual la presencia de Dios hacía brillar como una joya, como un diamante, transparente como el cristal. Por fuera estaba rodeada por una muralla alta y grande. En la muralla había doce portones; en cada portón había un ángel, y en cada portón estaba escrito el nombre de una de las doce tribus de Israel. La muralla estaba construida sobre doce grandes rocas, y en cada roca estaba escrito uno de los nombres de los doce apóstoles del Cordero. Esa muralla estaba hecha con todo tipo de materiales preciosos como: Oro, diamantes, zafiros, ágatas, esmeraldas, ónices, rubíes, crisólitos, berilos, topacios, crisoprasas, jacintos y amatistas. En la ciudad no vi ningún templo, porque su templo es el Señor, el Dios todopoderoso, y también el Cordero. La ciudad no necesita que el sol o la luna la iluminen, porque el brillo de Dios la ilumina, y el Cordero es su lámpara. Nunca entrará en ella nada que desagrade a Dios; no entrarán los que han adorado a dioses falsos, ni los objetos que hayan usado en su culto. Sólo podrán entrar los que tengan anotados sus nombres en el libro del Cordero. En la ciudad no habrá nada ni nadie que desagrade a Dios. Allí estará el trono de Dios y del Cordero, y los servidores de Dios lo adorarán. Todos podrán ver a Dios cara a cara, y el nombre de Dios estará escrito en sus frentes. Todo lo que está escrito en este libro (Como en toda la Biblia), es verdad; pues el mismo Señor, que ha enviado su Espíritu a los profetas, a enviado a su ángel para mostrarle a sus seguidores lo que sucederá. Finalmente el ángel le dijo a Juan que no guardara las cosas que se le habían mostrado, porque muy pronto sucederían. Jesús dijo: Vengo pronto, y traerá el premio que le corresponde a cada persona conforme a lo que haya hecho. A los que dejen de hacer lo malo, Dios los bendecirá, pues les dará el derecho a comer de los frutos del árbol que da vida eterna. Dios mismo ha enviado su ángel para que muestre todas estas cosas a las Iglesias y a los seguidores de Jesucristo,  por eso el Espíritu de Dios y la esposa del Cordero dicen: Ven, Señor Jesús. Y el que tenga sed y quiera agua, que venga y tome gratis del agua que da vida eterna. Que el amor del Señor nos acompañe siempre. ¡Aleluya!

Terminé :) Gracias mi Dios... Te amo. Siempre serás la fuente donde querré calmar mi sed, y nunca, nadie, ocupará tu eterno y hermoso lugar. Quiero estar allí contigo, en esa nueva Jerusalén. 


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