sábado, 31 de diciembre de 2016

La Biblia en un año #Dia364

Apocalipsis 17-19

Apocalipsis es el libro más temido de toda la Biblia, y como dijimos en principio, muchas veces indescifrable para la mayoría de los creyentes. Y aunque su contenido refleje la ira de Dios y su juicio inminente sobre la tierra, realmente me he dado cuenta de que la palabra "cielo" es bastante mencionada dentro de él. Esto demuestra que cada una de las terribles calamidades que Dios revela en este espacio, no son más que mecanismos usados por Él para llamar a los habitantes de la tierra al arrepentimiento. No obstante, ninguno quiso dejar su mal camino y por ende, tendrían su merecido. No podemos disfrutar de las promesas de Dios sin obedecer sus mandamientos, y aunque el Señor hubiese cedido si los hombres se hubiesen arrepentido, esto nunca sucedió. Uno de los siete ángeles que derramaron las siete copas se le acercó a Juan y le dijo que le mostraría la sentencia que recibiría  la gran ramera que gobernaba sobre las aguas, esto se refiere a los habitantes de Babilonia, ciudad que en el libro del Apocalipsis representa a la ciudad de Roma; pues los reyes del mundo cometieron adulterio con ella, y los que pertenecen a este mundo se emborracharon con el vino de su inmoralidad. Luego, en la visión que le mostró el Espíritu de Dios a Juan, el ángel lo llevó al desierto. Allí vio a una mujer sentada sobre un monstruo de color rojo. Ese monstruo, de siete cabezas y diez cuernos, tenía escritos por todo el cuerpo nombres que ofendían a Dios, y la mujer vestía ropas de color púrpura y rojo. Se había adornado el cuerpo con oro, piedras preciosas y perlas. En su mano derecha tenía una copa de oro llena de vino. Ese vino significa que hizo mucho mal y que adoró a dioses falsos. Esa mujer representa a La Gran Babilonia, quien es la madre de todas las prostitutas y de todo lo malo y odioso que hay en el mundo. Luego Juan se dio cuenta de que la mujer se había bebido el vino y se había emborrachado con él; ese vino representa la sangre del pueblo de Dios y de los que fueron asesinados por mantenerse fieles a Jesús. Esa visión sorprendió mucho a Juan y el ángel le dijo que el monstruo que había visto saldría del abismo profundo solo para ser vencido, y los diez reyes que estaban representado por los diez cuernos, se pondrían de acuerdo y entregarían al monstruo todo su poder, Después, el monstruo y los diez reyes pelearían contra el Cordero, pero él y sus seguidores los vencerían. El Cordero vencerá, porque es el Señor más grande y el Rey más poderoso. Los diez cuernos que había visto Juan, lo mismo que el monstruo, odiarían a la prostituta y le quitarían todo lo que tiene. La dejarían desnuda, se comerían la carne de su cuerpo, y luego la arrojarían al fuego. Dios permitió que los diez reyes hicieran lo que él había pensado hacer. Los hizo ponerse de acuerdo para entregarle su poder al monstruo. Y ellos obedecerán al monstruo hasta que se cumplan todos los planes de Dios. Recuerda siempre: Hasta el diablo cumple los planes de Dios. 

Después de eso Juan vio que del cielo bajaba otro ángel con mucha autoridad, y era tanto su brillo que la tierra se iluminó con su resplandor. Ese ángel gritaba que por fin había caído la gran Babilonia, y ahora era casa de demonios, escondite de malos espíritus, nido de todas las aves y cueva de todas las fieras que odiamos y no debemos comer. En todos los países habían seguido su ejemplo y adoraron dioses falsos. Lo mismo hicieron los reyes de la tierra. Entonces una voz desde el cielo se dirigió al pueblo de Dios y le dijo que salieran Babilonia y que no pecaran como ella para que no cayeran sobre ellos los terribles males que vendrían. Pues eran tanto sus pecados que llegaban hasta el cielo y Dios no se había olvidado de ninguno de ellos. Ella pagaría todo lo malo que había hecho, y pasaría dos veces por la amargura por la que otros habían pasado por su culpa. Ella era muy orgullosa y vivía con grandes lujos, pero en ese momento solo sufriría y sería terriblemente atormentada. Ella sentada en su trono pensaba: Soy la reina y nunca sufriré. Por eso, en un mismo día recibiría todos estos castigos: hambre, sufrimiento y muerte. Sería destruida por el fuego, porque el Señor, el Dios todopoderoso, había decidido castigarla. Cuando Babilonia arda en llamas, lo lamentarán todos los reyes del mundo y llorarán por ella; pues esos reyes, lo mismo que Babilonia, se gozaron en adorar a dioses falsos y vivieron a todo lujo. También lo lamentarán los comerciantes del mundo, y llorarán, pues ya no habrá quien les compre nada. Esos comerciantes, que se hicieron ricos vendiendo todo esto a Babilonia, se mantendrían alejados por miedo a ser castigados con ella. Todos los capitanes de barco, los que viajaban por mar, los marineros y los comerciantes se mantuvieron alejados. Además, se echaron ceniza en la cabeza para mostrar su tristeza y su lamento. Los apóstoles y los Profetas se alegrarían pues por fin Dios haría pagar a todos en Babilonia por su gran maldad. En Babilonia nunca más se escucharía música de arpas, ni de flautas o trompetas. Dios castigará a esa gran ciudad, porque ella es la culpable de haber matado a los profetas y a los del pueblo de Dios. En efecto, ella mató a muchos en todo el mundo. Luego, en el cielo se escucharon fuertes voces que alababan a Dios por haberlos salvado, porque Él juzga con justicia y verdad. Todos alababan a Dios pues el humo que hacía arder a la Gran Prostituta nunca cesaba de subir. Los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se inclinaron hasta tocar el suelo diciendo: ¡Así sea! Que todos alaben a Dios. Y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono. Todas las alabanzas que escuchó Juan en el cielo eran como el sonido de grandes cataratas y fuertes truenos. Todos alegres y llenos de gozo celebraban pues habían llegado las bodas del Cordero; ya estaba lista su esposa, la cual era la iglesia; Dios la había vestido de lino fino, limpio y brillante. Ese lino fino representa el bien que hace el pueblo de Dios. El ángel le dijo a Juan que eran benditos todos los que habían sido invitados a las bodas del Cordero. Entonces Juan vio el cielo abierto, y allí estaba un caballo blanco. El que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero. Estaba vestido con ropa teñida de sangre, y su nombre era: El Mensaje de Dios. Los ejércitos del cielo, vestidos de lino fino, blanco y limpio, lo seguían montados en caballos blancos. De su boca salía una espada afilada, que representa su mensaje poderoso; con esa espada conquistará a todos los países. Los gobernará con fuerza, y él mismo exprimirá las uvas para sacar el vino que representa el terrible enojo del Dios todopoderoso. Entonces vi al monstruo y a los reyes del mundo con sus ejércitos. Se habían reunido para pelear contra el que estaba montado en aquel caballo blanco, y contra su ejército.  El monstruo fue capturado, junto con el falso profeta que en su presencia había hecho maravillas. Los dos fueron lanzados vivos a un lago donde el azufre arde en llamas. Luego, con la espada que salía de su boca, el que estaba sentado sobre el caballo blanco mató a todos los soldados del monstruo. Y las aves de rapiña se dieron un banquete con la carne de ellos.


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