jueves, 15 de diciembre de 2016

La Biblia en un año #Dia333

Alto de Adoración semanal...

Bien, llegamos al día 333, y en esta última semana hemos recorrido Segunda de Corintios, Gálatas y Efesios, todas de la pluma del apóstol Pablo y bajo la inspiración divina del Espíritu Santo de Dios. Durante estos últimos días he estado reflexionando en la persona del apóstol, y puedo decir que además de ser un extraordinario evangelista, también se convirtió en un excelente maestro de la Palabra. Y no sólo la enseñó, sino que fue pieza clave en su creación. Mientras leo estas cartas solo pienso en la calidad de conocimientos que Dios le permitió en su misericordia transmitir, y mientras yo misma me voy adentrando en este maravilloso mundo de la enseñanza, pienso que cada día debemos y tenemos que estar más y más dispuestos a aprender, en miras de poder ser usados por Dios en la predicación de las Escrituras. Pablo, como mentor de gentiles y aún de judíos, tuvo el privilegio de recibir la revelación de los misterios de Dios, para enseñar a los que creyesen en Jesús, y no me cabe la menor duda de que aún hoy día, el Señor quiere seguir mostrando sus planes a cierto número de escogidos, con el objetivo de preparar al pueblo de Dios y de edificar la Iglesia. Entonces no seremos arrastrados de un lado a otro ni empujados por cualquier corriente o viento de doctrina, ni nos dejaremos llevar por personas que intenten engañarnos con mentiras tan hábiles que parezcan la verdad. Al igual que David, autor del Salmo N° 131 que leeremos en este día, Pablo no se interesaba en cuestiones demasiado grandes o impresionantes que no pudiera asimilar; su intención siempre fue proclamar la gracia de Dios como único antídoto para el pecado. El, al igual que el salmista, aprendió a confiar en Dios como un niño aún en sus más grandes prisiones y ansiedades; no se creía más que nadie, ni miraba a nadie con desprecio; no hacía alardes de grandeza, ni pretendía hacer grandes maravillas para que los demás lo admiraran. Al contrario, no mencionaba sus muchas credenciales para no exaltarse a si mismo sino al nombre de Cristo. David invitó a Israel a poner su confianza y esperanza en Dios en estos cortos versos, pues había experimentado por sí mismo que sólo en su presencia podía hallar el verdadero descanso. El mismo que halló Pablo, mientras se gozó y se deleitó en cada una de sus afrentas y dolores, siempre y cuando sirvieran para que multitudes llegasen al conocimiento de Cristo. Hoy, cuando sus cartas se siguen leyendo, cuando la inspiración que el Espíritu de Dios le brindó se sigue predicando, y cuando el nombre de Cristo sigue siendo exaltado a través del testimonio del apóstol; podemos decir que cumplió su propósito. Cumplió el deseo y la voluntad de Dios al crearlo y llamarlo, y eso es inefable. Yo por mi parte, sigo firme y adelante con mucha fe y ánimo de cumplir mis propios propósitos en Cristo, y espero en Dios poder lograrlo y serle fiel, como estos grandes siervos, hasta el fin.


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