miércoles, 7 de diciembre de 2016

La Biblia en un año #Dia324

1° Corintios 7-10

En la lectura anterior fuimos testigos de que, aunque los corintios habían sido enriquecidos con muchas riquezas y bendiciones espirituales, realmente estaban arrastrando muchas conductas vergonzosas del mundo; lo que dio a Pablo el estimulo y también el permiso de exhortarlos profundamente como su padre en la fe. En cuanto a las relaciones sexuales prohibidas, Pablo les dijo que lo mejor era que cada hombre tuviese su propia esposa para no caer en tentación. En este sentido, tanto el marido, como la mujer, se deben el uno al otro, y no pueden negarse a la intimidad a menos que sea para dedicarse de mutuo acuerdo a orar por algún tiempo; sin embargo, después de ese tiempo deben dedicarse a complacerse de nuevo mutuamente pues de lo contrario, al no poder controlar sus deseos, satanás, con su astucia, podría hacerlos caer en sus trampas. Pablo era partidario de que tanto los solteros, como los viudos, se quedaran sin casar así como él; pero también sabía que a cada uno Dios le había dando capacidades distintas, y que si una persona no podía controlar sus deseos sexuales, era mejor que se casara y las parejas se mantuviesen juntas, fieles y sin separarse. Además les dijo a aquellos que estuviesen casados con hombres o mujeres no creyentes, que no se separaran, porque aquel que no creía en Cristo podía llegar a sus pies a través de su esposo o esposa creyente. Pero en el caso que esos cónyuges no creyentes, insistieran en separarse, los creyentes no estaban obligados a mantener ese matrimonio pues a paz nos ha llamado Dios. Así que, según Pablo, los que están casados no deben separarse, y los que están solteros no deben casarse. Sin embargo, quien se casa no comete ningún pecado. Y si una mujer soltera se casa, tampoco peca. De manera que, para Pablo quien se casa hace bien, y quien no se casa, hace mejor. Y él, se permitió opinar respecto al tema pues se sentía respaldado por el Espíritu Santo de Dios. Hay muchas cosas que tenemos libertad de hacer como hijos de Dios y Él no nos juzgará cuando las hagamos, pero el mundo si podría hacerlo; de manera que, debemos tener cuidado de que nuestra libertad no haga tropezar a los que tienen una conciencia más débil; y evitar que por nuestro conocimiento, se destruya un creyente débil por quien Cristo murió. Cuando pecamos contra otros creyentes al alentarlos a hacer algo que para ellos está mal, pecamos contra Cristo. Por lo tanto, si lo que comemos o hacemos, hace que otro creyente peque, nunca más deberíamos comer o hacer tal cosa mientras vivamos, para no ser de tropiezo a otro creyente. 

Pablo como siervo de Dios, como maestro y como apóstol de Jesucristo, podía ser receptor de muchos beneficios; después de todo, se mantuvo haciendo la obra de Dios para que mucho llegasen al arrepentimiento. Por lo tanto, Bernabé, su compañero, y él,tenían derecho a recibir comida y bebida por el trabajo que hacían, pues no debían ser los únicos apóstoles que trabajasen para vivir. En el ejército, ningún soldado paga sus gastos; y los que cultivan uvas, comen de las uvas que recogen. Tanto los que preparan el terreno como los que desgranan el trigo lo hacen con la esperanza de recibir parte de la cosecha. De la misma manera, cuando los apóstoles comunicaban la buena noticia, era como si hubiesen sembrado en los que la recibían, una semilla espiritual; y esperaban también una cosecha. Sin embargo, Pablo renunció a todos esos beneficios y a todo lo que pudo recibir como recompensa por su labor, con tal de no crear problemas al anunciar la buena noticia de Cristo. Pablo no anunciaba la buena noticia para sentirse importante, lo hacía porque Dios así se lo ordenó; y su ganancia por su servicio era solo la satisfacción de poder proclamar a Jesucristo sin recibir nada a cambio. Es decir, predicar la buena noticia sin hacer valer su derecho de vivir de su trabajo como apóstol. En todos lados Pablo se esforzaba por anunciar el mensaje del Evangelio para alcanzar el mayor número de personas que creyeran en Cristo Jesús, sin importar la cultura o la posición de las personas con las que compartía. Todo lo hacía por amor a la buena noticia y porque quería participar de sus resultados. En una carrera, no todos ganan el premio, sino uno solo, y nuestra vida como seguidores de Cristo es como una carrera, que debemos vivir bien para llevarnos el premio, que además, es el único que perdura para siempre. Por eso Pablo se esforzaba para recibirlo y no luchaba sin un propósito, él luchó con mucha disciplina y tratando de dominarse a sí mismo para ser aprobado por Dios y no quedar descalificado. Todo lo que le había sucedido a los antepasados israelitas y las formas en las que desobedecieron a Dios y fueron condenados por sus malos actos, ha quedado registrado en las Escrituras para darnos una lección, y para que nos sirva de enseñanza en estos últimos tiempos. Por tanto, el que piense que está firme, debe tener mucho más cuidado de no caer; pues las tentaciones que hoy se enfrentan, no son distintas a las que fueron enfrentadas por ellos. No podemos beber de la copa del Señor y también de la de satanás, pues aunque se nos permita hacer cualquier cosa, no todo nos traerá beneficios. ¿O de verdad creemos que al despertar los celos del Señor, podremos ser más fuertes que Él? Por lo tanto, huyamos de toda falsa adoración y participación en actos desagradables delante de los ojos de Dios, y Él, que es es fiel; no permitirá que la tentación sea mayor de lo que podamos soportar. Cuando seamos tentados, Él también nos mostrará la salida, para que podamos resistir.


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