jueves, 15 de diciembre de 2016

La Biblia en un año #Dia334

Filipenses 1-4

Hoy vamos a leer la carta del gozo, llamada así a pesar de que Pablo la escribió cuando ya estaba encarcelado en roma. Pero es que precisamente eso explica el apóstol en estas lineas; el gozo, como virtud que se desprende del fruto del Espíritu Santo, es un contentamiento que supera las circunstancias; así que Pablo no dejó de invitarlos a regocijarse siempre en el Señor, y a mantener viva la esperanza y la alegría sin importar la situación que estuviesen atravesando. Esta carta esta dirigida a los creyentes de la Iglesia de Filipos, Iglesia que fundó el apóstol en su segundo viaje misionero; y es descrita como una nota de agradecimiento en la cual Pablo, alabó a los filipenses por su fidelidad al Señor, y los retó a que hicieran de Cristo el centro y circunferencia de su experiencia cristiana. Pablo amaba mucho a los filipenses, y ellos disfrutaron de una relación bastante intima con él; apoyándose mutuamente y ayudándose a anunciar la Buena Noticia tal y como Dios se lo había encomendado a Pablo. Para exhortarlos a una vida de gozo en el Señor, les dijo que lo que le había pasado, es decir, su persecución y arresto, más bien lo había ayudado a proclamar el mensaje de salvación; pues  los guardias del palacio donde se encontraba, y el resto de la gente, sabían que estaba preso por servir a Cristo;  y dado que estaba preso, la mayoría de los creyentes de ese lugar había aumentado su confianza y anunciaban con valentía el mensaje de Dios sin temor.  Pablo tenía la plena seguridad y la esperanza de que jamás sería avergonzado, sino que seguiría actuando con valor por Cristo, como lo había hecho en el pasado. Confiando en que su vida daría honor a Cristo, sea que viviera o que muriera; pero en cualquiera de los dos escenarios, para él, el vivir era Cristo, y el morir le resultaba aún mejor. Sabía que al partir de este mundo estaría con el Señor, pero que mientras viviera, lo haría para hacer extensiva la obra del Evangelio. Pablo podía estar preso, pero sus circunstancias ya no significaban nada para él, había aprendido por sí mismo la garantía de la paz inefable y absoluta de Dios. Pablo también animó a esta comunidad de creyentes a vivir como ciudadanos del cielo, y a tener siempre la actitud de Cristo, quien no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse; y renunció a todos sus privilegios solo por obedecer a Dios. Debemos esforzarnos por demostrar los resultados de la salvación de Jesús obedeciendo a Dios con profunda reverencia y temor.;pues Dios trabaja en nosotros y nos da el deseo y el poder para que hagamos lo que a él le agrada. De este modo brillaremos como luces radiantes en un mundo lleno de gente perversa y corrupta.

Nuevamente el apóstol les dijo: pase lo que pase, alégrense en el Señor. Y no se cansaba de decirles todas esas cosas pues lo hacía para proteger su fe. Pablo pudo haber tenido muchas cosas de las que aferrarse, como judío, romano, fariseo, entre tantas otras más; pero consideraba que nada de eso tenía valor alguno si se comparaba con lo que Cristo había hecho por él y por el mundo entero. Por amor a él, desechó todo lo demás y lo consideró basura a fin de ganar a Cristo y llegar a ser uno con él. Ya no se apoyaba en su propia justicia, por medio de obedecer la ley; más bien, llegó a ser justo por medio de la fe en Cristo; pues la forma en que Dios nos hace justos delante de él se basa en la fe. Aunque Pablo aún no lo había logrado todo ni había alcanzado la perfección, seguía adelante a fin de hacer suya esa perfección para la cual Cristo Jesús primeramente lo hizo suyo. Olvidando el pasado y fijando la mirada en lo que tenía por delante, para así avanzar hasta llegar al final de la carrera, para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama por medio de Jesucristo. Así que, en palabras del maestro Saulo y del gran maestro Jesucristo: Alégrense siempre en el Señor. Insisto: ¡Alégrense! Que su amabilidad sea evidente a todos. No nos inquietemos por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presentemos nuestras peticiones a Dios y démosle gracias; y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará nuestros corazones y nuestros pensamientos en Cristo Jesús. consideremos bien todo lo verdadero, todo lo respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo digno de admiración, en fin, todo lo que sea excelente o merezca elogio. Pongamos en práctica lo que de las Escrituras hemos aprendido, recibido y oído, y lo que el mismo apóstol Pablo testificó, y el Dios de paz estará con nosotros. A Pablo le alegró muchísimo la ayuda financiera que estos hermanos le brindaron y les dio gracias por ello, no porque hubiese estado necesitado, pues si algo había aprendido bien este siervo de Dios, era a estar contento bajo cualquier situación; sino porque le alegró que los filipenses tuvieran la oportunidad de mostrarle su aprecio y su interés. Y les dijo que habían hecho bien en participar con él en sus angustias, como también, en su momento lo hicieron de sus beneficios; por eso sabía que Dios les daría de todo lo que necesitasen, conforme a las gloriosas riquezas que tenían en Cristo Jesús. Pues Pablo, habiendo atravesado muchísimas circunstancias, tanto agradables como desagradables, sabía una cosa: Todo lo podemos en Cristo que nos fortalece. Él no nos dejará ser tentados más allá de lo que podamos resistir; así que, a su nombre sea la Gloria por los siglos de los siglos. Y no olvidemos que, el gozo es una luz que se irradia de adentro hacia afuera. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario