jueves, 23 de agosto de 2018

Fuente de poder

Vivirás conforme al diseño de poder con él cual fuiste investido, cuando comprendas que lo que opera en ti y a través de ti, no es una fuerza controlada en términos humanos; no se produce en tus alcances, ni en lo que propiamente puedes dominar. El que vive bajo la influencia divina del poder de Dios, lo primero que ha hecho, es tomar conciencia de la actuación de ese Espíritu Superior, sin el cual, vendrías a estar totalmente perdido. Cuando actúas bajo tu propia determinación, operas bajo la duda, porque en tus propias fuerzas siempre estarás limitado. Tu mente lo sabe, y por eso produce el temor que a su vez, te paraliza. Pero cuando trasciendes a la sobrenaturalidad de SU poder en tu vida, llega el valor y la unción. Entonces entiendes que no eres capaz de lograrlo todo en tus fuerzas, pero de igual manera te impulsas a hacerlo pues es Él quien te faculta de todo lo que necesitas para alcanzar tu propósito. Entiendes que eres un ser humano lleno de miedos y contradicciones, pero que es tu fe la que te lleva a vencer. Entiendes que vives en un mundo físico que puede limitarte, pero al mismo tiempo, tienes la certeza de que nada es imposible para El. Si muchas dices dices que no puedes, tienes razón, porque humanamente no puedes. Pero cuando te atrevas a reemplazar tu capacidad por la suya, empezarás a experimentar lo que ni en tus mejores sueños hubieses podido imaginar. La realidad es ésta: Nunca se trata de ti mismo, sino de lo que al creer puedes empezar a manifestar. ¡VIVE EL PODER!

Porque el Espíritu que Dios nos ha dado no nos hace cobardes, sino que él es para nosotros fuente de poder, amor y buen juicio. 2° Timoteo 1:7 PDT


martes, 7 de agosto de 2018

No a la religiosidad

Si tuviera hambre, no te lo diría a ti, porque mío es el mundo entero y todo lo que hay en él. ¿Acaso me alimento de carne de toro? ¿Acaso bebo sangre de cabra? Haz que la gratitud sea tu sacrificio a Dios y cumple los votos que le has hecho al Altísimo. Luego llámame cuando tengas problemas, y yo te rescataré, y tú me darás la gloria. Salmos 50:12-15


Del Señor es la tierra y su plenitud y todo cuanto en ella habita. A través de las palabras del salmista, el Señor afirma no necesitar nada del hombre, porque el dueño y Señor de todo lo creado es Él. Incluso, de nosotros mismos. Por eso dice no necesitar sacrificios sin sentido, u ofrendas quemadas, ni toros, cabras, o pájaros, refiriéndose a la forma en la que el pueblo se acercaba a él cuando realmente se olvidaba del significado de ese sacrificio. El sentido de todo sacrificio, ofrenda o servicio para Dios, es mostrar con acciones que anhelamos seguir al Señor de todo corazón, pero no funciona o no es recibido por el Señor, si por el contrario, nuestro corazón no está con él o para él. Es posible que el pueblo de Dios, fingiera acercarse a su presencia a través de actos o ritos, pero en el fondo podían estar llenos de maldad. Quizás conocían el contenido de la Ley con el intelecto, pero no se sujetaban a ella. También nosotros podemos caer en este error, cuando no vivimos conforme a la perspectiva del Señor, y cuando no cumplimos los votos que le hemos hecho. Podemos errar el blanco cuando intentamos hacer más para Dios creyendo que con eso podremos acercarnos más a Él y obtener sus beneficios, cuando muchas veces las mismas cosas que intentamos hacer en su nombre, realmente nos separan de su presencia. 

Este salmo nos muestra que Dios acusa a quienes prefieren los rituales a la obediencia, y a los que desean adorar de forma externa y no interna. Una cosa es cierta, el Señor anhela bendecirnos, como un buen Padre que satisface la necesidad de sus hijos, Él promete prosperarnos y darnos sanidad, herencia, quiere sentarnos en su mesa y saciarnos con la grosura de su casa y con todas sus delicias, pero ANTES dice claramente: Haz que la gratitud sea tu sacrificio, dame tu alabanza, cumple tus promesas, entonces podremos invocarlo en el día de la angustia y él nos librará y nos rescatará. No debemos pasar por alto los sí condicionales de Dios, a través de los cuales nos ofrece ciertos beneficios a cambio de una manifestación positiva de conducta, es decir, a cambio de obediencia. Él dijo a Israel: Ahora, pues, SI diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. (Éxodo 19:5). El Señor no atiende a la apariencia de religiosidad, a los ritos, o a las necesidades sino a la FE genuina, a la confianza y a la obediencia incondicional que solo puede surgir de una relación de dependencia ABOSOLUTA a a su presencia, entonces y solo entonces, podremos invocar el nombre del Señor y el vendrá a salvarnos.