Alabamos a Dios por la abundante gracia que derramó sobre nosotros, los que pertenecemos a su Hijo amado. Efesios 1:6 (ntv)
El que no tenga defectos, no puede leer este articulo. Porque
si algo tenemos claro los seres humanos, es que somos imperfectos por
naturaleza. Sino, no necesitaríamos a Jesús cada día y a cada instante para que
mejore y complete nuestras vidas. No debemos ignorar nuestros defectos, o ser
indiferentes, callarlos como si no estuviesen allí, porque lamentablemente eso
NO hará que se vayan. Ya lo he intentado. Al contrario, es necesario estar
plenamente conscientes de esas áreas en las que tanto Dios como nosotros
sabemos que fallamos, y darle la oportunidad a Él de que las use a nuestro
favor, para restarle al enemigo oportunidades de usarlas en nuestra contra.
Sabiendo que Dios nos ama tal y como somos, que entregó a su hijo en la cruz
precisamente para remover nuestro pecado y para hacernos ACEPTOS delante de Él.
Yo voy a confesar los míos, (son mas pero voy con dos nada más). Soy muy
testaruda, y muy gritona. La verdad me cuesta mucho ceder mi posición, y a veces no manejo muy bien mi tono de voz que además es bastante fuerte. Sin embargo, aunque esos defectos me han traído y pueden traerme muchos
problemas, trato de no darles el suficiente poder como para que me dominen
(Aunque me cueste), y de valerme de lo que ellos mismos pueden brindarme de forma positiva. Por ejemplo, esa terquedad, que la mayoría de las veces es
mi enemiga, me ha servido para mantenerme firme en mis convicciones, para decir
que NO cuando debo hacerlo, y para luchar aún con vientos en contra; y que
decir de esta vocecita, que es mi mejor herramienta para predicar, para orar y
para hacer guerra espiritual contra el maligno (Aunque a veces la gente quiera salir corriendo).
Como ven, a todo podemos verle lo bueno. Cuando David se enfrentó a Goliat,
tenía un montón de debilidades en contra: Joven, inexperto, temerario,
precipitado, pero todo a la vez fue usado por Dios para darle la victoria,
convirtiendo aquello de lo que carecía, en su mayor fortaleza. Terminó
derrotando al gigante con sus propias limitaciones pero a través del gran poder
de Dios. Así que si como yo, tienes tus cositas que no soportas, entrégalas
cada día a Dios y pídele que te ayude a sacar lo mejor de ti incluso en medio
de las fallas. Cede tu carácter al suyo, y aún en medio de los tropiezos, SIGUE
ADELANTE. Si Dios te acepta, ¡Acéptate tú también!