jueves, 22 de diciembre de 2016

La Biblia en un año #Dia340

2° Timoteo 1-4

Segunda a Timoteo es la última voluntad de Pablo para su fiel y buen compañero de Ministerio, mientras se encontraba prisionero y al borde de ser ejecutado por su fe. Pablo amaba mucho a Timoteo, daba gracias a Dios por él y lo recordaba constantemente, noche y día en sus oraciones. Tenía muchas ganas de verlo de nuevo, y recordaba con cariño su fe sincera, por lo que le aconsejó que avivara el fuego del don que Dios le había dado cuando el apóstol le impuso las manos. Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio; esta es una palabra fiel de la cual Pablo podía dar testimonio, pues durante todo su Ministerio fue severamente atacado y perseguido. Él le dijo a Timoteo que se preparara para sufrir a causa de la buena noticia, pues todo aquel que desee vivir piadosamente en Cristo Jesús, ciertamente padecerá persecución. Dios le había encargado el trabajo a Timoteo de que enseñara la Palabra en su Iglesia, y de que se esforzara por establecer el orden correcto de servicio y adoración, por eso él no podía permitir que nadie lo contradijese, ya que el Espíritu Santo estaba con él y lo ayudaría a hacer todo lo que se le había encomendado. Dios amaba a Timoteo, y le daría la fuerza suficiente para soportar cualquier cosa. Todo lo que había recibido de parte de Pablo, debía enseñarlo Timoteo a otros cristianos en los que pudiese confiar, para que éstos fuesen capaces de enseñar también a otros. Timoteo como buen soldado de Jesucristo, debía estar dispuesto a sufrir por Él; los soldados que tratan de agradar a sus jefes no se interesan por ninguna otra cosa que no sea el ejército. De igual manera, el atleta que participa en una carrera no puede ganar el premio si no obedece las reglas de la competencia; y el que cultiva la tierra tiene que trabajarla antes de poder disfrutar de la cosecha. Y solo el buen soldado de Jesucristo, puede arrebatar la recompensa. Acordémonos en todo tiempo de Jesús, quien murió y resucitó, y por el cual el apóstol Pablo debía permanecer en la cárcel como si fuese un criminal. No obstante, el mensaje de Dios no estaba preso, y por esa razón el apóstol soportaba toda clase de sufrimientos, para que los que Dios había elegido se salvaran y recibieran la vida eterna que Cristo ofrece junto a Dios. Si morimos por Cristo, también viviremos con él. Si soportamos los sufrimientos, compartiremos su reinado. Si decimos que no lo conocemos, también él dirá que no nos conoce; y aunque no seamos fieles, Cristo permanece fiel; porque él jamás rompe su promesa. Procuremos entonces con diligencia, presentarnos a Dios aprobados, como obreros que no tienen de que avergonzarse y que usan bien la Palabra de verdad. 

Podemos estar seguros de lo que hemos creído. Porque lo que Dios nos ha enseñado es como la sólida base de un edificio, en donde está escrito lo siguiente: El Señor conoce a los que son suyos, y: Todos los que pertenecen al Señor deben apartarse de la maldad. En una casa de ricos, algunos utensilios son de oro y plata, y otros son de madera y barro. Los utensilios costosos se usan en ocasiones especiales, mientras que los baratos son para el uso diario; si nos mantenemos puros, seremos un utensilio especial para uso honorable. Nuestra vida será limpia, y estaremos listos para que el Maestro nos use en toda buena obra. Un siervo del Señor no debe andar peleando, sino que debe ser bondadoso con todos, capaz de enseñar y paciente con las personas difíciles. Debemos instruir con ternura a los que se oponen al conocimiento de Jesucristo, pues tal vez Dios les cambie el corazón, y aprendan la verdad. Entonces entrarán en razón y escaparán de la trampa del diablo. En los últimos días, habrá tiempos muy difíciles, pues la gente solo tendrá amor por sí misma y por su dinero. Serán fanfarrones y orgullosos, se burlarán de Dios, serán desobedientes a sus padres y malagradecidos. No considerarán nada sagrado. No amarán ni perdonarán; calumniarán a otros y no tendrán control propio. Serán crueles y odiarán lo que es bueno. Traicionarán a sus amigos, serán imprudentes, se llenarán de soberbia y amarán el placer en lugar de amar a Dios. Actuarán como religiosos pero rechazarán el único poder capaz de hacerlos obedientes a Dios. ¿Algo les suena familiar? De esa clase de individuos debemos alejarnos, pues todos se oponen a la verdad, tienen la mente depravada, y una fe falsa; pero no se saldrán con la suya por mucho tiempo. Algún día, todos se darán cuenta de lo que son. Mas los que confiamos en Dios, debemos permanecer fieles a sus enseñanzas, las cuales nos han dado la sabiduría para recibir la salvación que viene por creer en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para enseñarnos lo que es verdad y para hacernos ver lo que está mal en nuestra vida. Nos corrige cuando estamos equivocados y nos enseña a hacer lo correcto, y Dios la usa para preparar y capacitar a su pueblo para que haga toda buena obra. El buen Ministro de Jesucristo predica la palabra de Dios, se mantiene preparado, sea o no el tiempo oportuno. Corrige, reprende y anima a su gente con paciencia y buena enseñanza. Llegará el tiempo en que la gente no escuchará más la sólida y sana enseñanza, seguirán sus propios deseos y buscarán maestros que les digan lo que sus oídos se mueren por oír. Rechazarán la verdad e irán tras los mitos. Pero los seguidores de Jesús debemos mantener la mente clara en toda situación; sin miedo de sufrir por el Señor. Para que, al igual que Pablo podamos decir: He peleado la buena batalla, he terminado la carrera y he permanecido fiel; y nos espere junto a él, el premio, la corona de justicia que el Señor, el Juez justo, nos dará el día de su regreso. La cual también será para todos los que habiendo creído, esperan con anhelo su venida. 


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