miércoles, 2 de noviembre de 2016

La Biblia en un año #Dia276

    Mateo 5-7

Ahora todos los que me acompañan en este reto van a ser testigos de recurrentes expresiones de amor, porque aunque no puedan verlo, siempre que leo Palabra de Jesús, suspiro, me río, me brillan los ojos, pues Él me llena de absoluta alegría, y paz. En este día empezaremos con las bienaventuranzas, ¿Quién no se llena de aliento con esta alegoría? Yo casi puedo trasladarme allí, hasta ese montaña donde estaba Jesús, quizás sentado, y donde sus discípulos se acercaron para ser enseñados. Para ser enseñados directamente por el maestro. En este sentido, el Señor proporcionó a sus discípulos de antes, y a sus discípulos de ahora, los ingredientes de la receta para la verdadera felicidad. La pobreza de espíritu, que no es más que el reconocimiento de nuestra necesidad de Él, el llanto que recibe su consuelo; la mansedumbre que te hace heredero de la tierra; el hambre y sed de justicia, la misericordia, la limpieza de corazón pues ella te permite ver a Dios; la pacificación, y aún los padecimientos, vituperios, y persecuciones por la causa de Dios. Viviendo de este modo, gozate y alégrate porque tu galardón es grande en los cielos. Los seguidores de Jesús fueron, y somos la sal de la tierra, que preserva y da sabor; y si de alguna forma no cumplimos ninguna de esas dos funciones, el mundo entero nos descartará y pisoteará como algo que no tiene ningún valor. Además, somos la luz del mundo, como una ciudad en lo alto de una colina que no puede esconderse; de manera que nuestras buenas acciones deben brillar a la vista de todos, para que todos alaben a nuestro Padre celestial. 

El Señor Jesucristo, maestro por excelencia, se mantuvo dando enseñanzas a sus discípulos respecto a varios puntos de la Ley de Moisés, no sin antes dejar muy claro que Él no había venido al mundo para abolir la Ley, o para enseñar algo contrario a ella, sino para cumplir con sus propósitos. hasta que desapareciera el cielo y la tierra, no desaparecería ni el más mínimo detalle de la ley de Dios hasta que su finalidad se cumpliera. Por eso, sino hacemos caso al más insignificante mandamiento y les enseñamos a los demás a hacer lo mismo, seremos llamados los más insignificantes en el reino del cielo; pero si obedecemos las leyes de Dios y las enseñamos seremos llamados grandes en el reino del cielo. De esta manera el Señor continuó ilustrando temas como el divorcio, el adulterio, los juramentos; aclarando como debía ser el tema de distribución de justicia frente a un mal cometido, en donde rechazó completamente el principio del Talión (ojo por ojo y diente por diente). Además, fue conciso respecto al amor que debe manifestarse aún a los enemigos, pues, si amamos solo a solamente a quienes nos aman, ¿Qué recompensa recibiríamos? Jesús también hizo énfasis en la oración, el arma más poderosa de los hijos de Dios, y les dijo a sus discípulos que sus oraciones debían ser verdaderas, autenticas y transformadoras; para ello les proporcionó el modelo universalmente conocido como el Padre nuestro, el cual, no siendo la única oración que debemos hacer a Dios, si reúne los elementos esenciales que deben existir en nuestra comunicación con Él. los discípulos y aún todas las multitudes que escuchaban alrededor de Jesús, fueron instruidos en la sana doctrina del hijo de Dios, con la palabra más fiel y veraz de ser creída por todos los hombres. De este modo enseñó Jesús acerca del ayuno, del dinero y las posesiones, el afán y la ansiedad por poseer y almacenar tesoros en esta tierra, cuando la verdadera riqueza la encontramos en el reino de Dios y su justicia; el no juzgar a los demás, cual es la forma correcta de pedir, buscar y llamar; y también, el prestar especial atención a los falsos profetas que no hablaban de parte de Dios, una trampa en la que los judíos cayeron constantemente en el pasado. Con todas estas afirmaciones, el Señor intentaba decir a los discípulos, que el camino que lleva a la vida, es muy angosto, y por tanto es difícil de encontrar y de transitar; pero aquel ancho, cómodo, y holgado, que parece muy atractivo a los seres humanos en general, es un camino que lleva directamente a la perdición. El que muchos, por desgracia, insisten en querer andar. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario