viernes, 18 de noviembre de 2016

La Biblia en un año #Dia303

Juan 11-12

Lázaro y sus hermanas Marta y María, vivían en el pueblo de Betania. Un día, Lázaro se enfermó y ellas se lo mandaron a decir a Jesús. En este momento ya Jesús sabía que esa enfermedad no sería para muerte sino para mostrar la Gloria de Dios y el poder que Él mismo tenía como su hijo. Jesús amaba a Marta, a María y a Lázaro. Sin embargo, cuando recibió la noticia de que Lázaro estaba enfermo, decidió quedarse dos días más en donde estaba. Tres días después decidió regresar a Judea, a pesar de que allí habían tratado de matarlo pues Lázaro había muerto y Él iba a resucitarlo. La muerte de este hombre iba a significar la oportunidad de que Jesús mostrara nuevamente su poder y muchos pudieran creer y confiar en Él. Muchos de los judíos que vivían cerca de allí fueron a visitar a Marta y a María, para consolarlas por la muerte de su hermano, quiere decir que todos serían testigos de la gran obra del Señor. Cuando Jesús llegó se enteró de que habían sepultado a Lázaro cuatro días antes. Al enterarse Marta de que Jesús había llegado, salió a recibirlo y le dijo que si Él hubiese estado allí su hermano no hubiese muerto. Muchos consideran que este fue un reclamo de Marta, pero yo más bien lo veo siempre como una declaración de fe, ella estaba segura de que la presencia de Jesús en ese lugar hubiese impedido que su hermano muriera. No obstante, después le dijo que a pesar de no haber estado allí, Dios haría lo que Jesús le pidiera y ella estaba confiada. Jesús le dijo que Lázaro volvería a vivir, y ella en principio no lo entendió. Entonces Jesús le explicó que el podía hacer que los muertos volvieran a vivir, y que el que creyera en Él, aunque estuviese muerto, viviría. Le dijo que los que todavía vivían y confiaban en Él, no morirían para siempre; y le preguntó si podía creer en sus palabras. Ella le dijo: Sí, Señor. Yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, que debía venir al mundo. Cuando María vio a Jesús también lloró y le dijo lo mismo que Marta, y tanto ella como el resto de los judíos lloraban mucho por la muerte de Lázaro, lo que hizo que Jesús también se conmoviera, y al ver la tumba de Lázaro se puso a llorar. Todavía con lágrimas en los ojos, Jesús se acercó a la cueva donde habían puesto el cuerpo de Lázaro y le dijo a Lázaro que saliera de allí, y Lázaro volvió a vivir. El propósito de este gran milagro era que muchos de los que estaban allí creyeran en Jesús y en que Dios lo había enviado, lo cual fue así. Sin embargo, luego de esto fue cuando la junta de lideres religiosos decidió que debía matar a Jesús. En realidad, Jesús no iba a morir para salvar sólo a los judíos, sino también para reunir a todos los hijos de Dios que hay en el mundo.

Seis días antes de que se celebrara la fiesta de la Pascua, Jesús fue al pueblo de Betania. Allí vivía Lázaro, el hombre a quien Jesús había resucitado. En ese pueblo, unos amigos de Jesús hicieron una cena para él. Lázaro estaba sentado a la mesa con Jesús, y su hermana Marta servía la comida. María, su otra hermana, tomó una botella de un perfume muy caro y perfumó los pies de Jesús. Después los secó con sus cabellos, y toda la casa se llenó con el olor del perfume. En ese momento a Judas le pareció un desperdicio haber derramado ese perfume, pues venderlo les habría dado lo correspondiente a 300 días de trabajo. Pero Jesús lo reprendió y le dijo que la dejara tranquila, que ese perfume había sido reservado para prepararlo a Él antes de su entierro. Siempre he admirado a Maria, la hermana de Lázaro, en todas las escenas donde aparece; su forma de amar y de adorar a Jesús era tan genuina que no le importaba nada ni nadie más cuando estaba frente a Él. En ninguna oportunidad cuando leo acerca de ella, dejo de impactarme o de sentirme identificada. Muchos de los judíos que vivían en Jerusalén se enteraron de que Jesús estaba en Betania; así que fueron allá, no sólo para verlo sino para ver también a Lázaro, a quien Jesús había resucitado. Cuando los sacerdotes principales se enteraron de esto, planearon matar también a Lázaro, pues por su culpa muchos judíos ya no querían nada con los sacerdotes, y se habían vuelto seguidores de Jesús. Como ya faltaba poco tiempo para la fiesta de la Pascua, mucha gente iba desde sus pueblos a la ciudad de Jerusalén, a prepararse para la fiesta. Allí esperaban encontrarse con Jesús, quien también fue a Jerusalén pues ya se acercaba el tiempo de su arresto y crucifixión. Los que estuvieron presentes en Betania, cuando Jesús resucitó a Lázaro, habían contado en Jerusalén este milagro. Por eso la gente salió al encuentro de Jesús. Mientras que los fariseos se frustraban porque en medio de las multitudes no podían apresar a Jesús. Sin embargo, el Señor que ya sabía que pronto iba a morir, anunció de nuevo su partida a sus discípulos, y les dijo que así como el grano para poder producir debía caer en la tierra y morir, Él iba a morir para producir una cosecha abundante, y de la misma manera, si ellos consideraban que su vida terrenal era más importante que obedecer su Palabra, no tendrían la vida eterna. Si alguno quiere servir a Jesucristo, tiene que obedecerlo; así donde Él esté, ahí también estarán los que le sirven, y el Padre del cielo los premiará. Jesús sufrió mucho durante este tiempo, y aunque quiso decirle a su Padre que no lo dejara padecer así, no lo hizo, porque no vino al mundo sino a hacer lo que Dios mismo le mandó. Mas dijo: Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo y dijo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez. Al principio, los discípulos de Jesús no entendían lo que estaba pasando; pero después de que Jesús murió y resucitó, se acordaron de que todo lo que le habían hecho a Jesús ya estaba anunciado en la Biblia.

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