miércoles, 9 de noviembre de 2016

La Biblia en un año #Dia288

Alto de adoración semanal... 

Así, sin prisa pero sin pausa, bueno con algo de prisa, ya vamos casi finalizando la lectura del segundo Evangelio. Cada día son menos las lecturas que restan para despedir este año 2016 en total victoria! Por haber culminado no solo uno de mis grandes retos de este año, sino de mi vida entera. La Palabra, como bien lo he dicho en ocasiones anteriores, ha sido como una bocanada de aire fresco cada día y en cada espacio. Justo en esta última semana, donde han sucedido cosas que sin duda me han desanimado y entristecido, leer acerca de la vida de Jesús me dio aliento y nuevas fuerzas. El Señor siempre sabe que hacer y como hacerlo; y siento que no ha sido casualidad el momento particular en el que he tenido que hacer cada lectura, Él las ha usado todas para ministrarme y bendecirme. Mientras leía el libro de Mateo dije que definía al Señor Jesucristo con una sola palabra: Perfecto. Y ahora que voy adentrándome más y más en la narración de su nacimiento, vida, muerte y resurrección, tengo otra palabra: FE. Creer en Él como hijo de Dios, es tener la plena certidumbre de que todo lo que dijo que haría, ¡Lo hizo! Y que todo lo que ha prometido para ser alcanzado por fe, puede ser posible, si tan solo crees contra todo pronostico. En la multiplicación de los alimentos, en la sanidad de todos los enfermos, en la caminata sobre el mar, en la expulsión de los demonios, en la calma de la tempestad, pude ver a un Dios REAL, capaz de hacer TODO con tal de bendecirte y de mostrar su poder. 

Hoy justamente leeremos algo en relación a eso en el Salmo número 110, que ya solo con su primer versículo me hizo escuchar la voz de Dios. En este salmo escrito por el rey David, el salmista reconoce que hay otro rey superior a Él, al cual le fue entregado todo dominio, poder y autoridad. El Padre Celestial le dijo a Jesús: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. El Dios todopoderoso tiene toda la autoridad para hacerte vencer a satanás y todas sus perturbaciones,así como lo hizo con Jesús; pero primero lo primero: Siéntate a su diestra. Solo allí encontrarás los mecanismos, las herramientas y las armas para poder vencer. Ya lo ha prometido, ya lo ha declarado, créelo y muévete en fe. Una cosa es cierta y en eso debe estar la meditación de nuestro corazón: Juró Jehová, y no se arrepentirá. Dios no miente, ni se arrepiente, ni cambia de parecer; Él constituyó al Señor Jesús como Sacerdote eterno de su reino, y también nos ha hecho a nosotros sacerdotes y Ministros de su Gloria y poder. Cuando el Señor se enfrente a la guerra, todo su pueblo le servirá por voluntad propia, y gobernará sobre todos sus enemigos; envuelto en vestiduras santas, su fuerza será renovada cada día. Dios mismo estará su derecha para protegerlo, y muchos reyes y naciones caerán delante de su poder. Aunque toda la tierra fuese castigada, la promesa para Jesucristo permanecía intacta: El saldrá vencedor. ¿Te ha hecho Dios esa promesa? ¡Hoy tu eres más que vencedor! Ya Jesús lo hizo por ti, ya Él ganó por ti. Ya Él lo preparó todo para que pudieras hollar al enemigo y derribar todas sus fortalezas. Como el mismo Jesús le dijo a sus discípulos, es necesario que entendamos de que está hecho nuestro Dios para que podamos lograr grandes proezas en su nombre. Esta pelea, es peleando; y una cosa es segura: La vamos a ganar. 






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