domingo, 2 de octubre de 2016

La Biblia en un año #Dia236

      Ezequiel 29-33

Así como el Señor lo había determinado desde mucho antes, Israel fue restaurado y reconstruido, manteniendo su posición hasta nuestros días; y en esa misma forma fueron destruidas todas las naciones menores sobre las cuales se había profetizado calamidad y catástrofe. Amon, Moab, Edom, Tiro y Sidon ya no existen, pues lo que Dios dice que hará, lo hará, sin detrimento de cualquiera que quiera oponerse a la fuerza de su amor y de su poder. En el caso de Egipto, el Señor también fue claro: Enviaré un ejército contra ti y destruiré tanto a la gente como a los animales.  Pero esta profecía no sería eterna como el caso de las naciones anteriores, el Señor prometió volver a restaurar la prosperidad de Egipto, pero también dijo que nunca más volvería a recuperar su potencia como influencia mundial, y nuevamente así ha sido. Dios no está jugando cuando decide llamar Profetas a hablar en su nombre, no es que se siente aburrido y de pronto decide que quiere hablar; el está interesado tanto en mostrar su misericordia, como en hacer justicia, y cuando lo hace nadie puede resistir su intervención; para bien o para mal. El mismo Dios dijo a Ezequiel que no le complacía la muerte de los perversos, pues solo quería que se apartaran de sus malos caminos y pudiesen vivir en paz. ¿Por qué habrían de morir los que se arrepienten de su maldad?

     La tierra de Egipto se convertiría en una desolada tierra baldía y los egipcios sabría que Dios, era el Señor todopoderoso. Sus ciudades quedarían vacías y desoladas durante cuarenta años, rodeadas por otras ciudades en ruinas, y todos los egipcios serían esparcidos por otras naciones; y, aunque pasados los cuarenta años, el Señor restaurase su prosperidad, seguirían siendo un reino menor y sin importancia, y nunca más volverían a destacarse por encima de las demás naciones. El día terrible y temible del Señor vendría sobre los egipcios, un día de nubes y de penumbras; la espada de Dios se levantaría en contra de Egipto y serían destruidos todos sus cimientos. como Egipto se volvió vanidoso y arrogante, y se había puesto tan por encima de los demás que su copa llegaba a las nubes, serían entregados en manos de una nación poderosa que los destruyese como merecía su perversidad. El Rey de Egipto sería atrapado y abandonado en la tierra hasta que muriera, su existencia sería borrada, y mediante esa acción, el Señor conseguiría que muchas naciones y reyes quedaran espantados ante su gran poder. En contra de Faraón y su nación vendría la espada de Babilonia, como la había usado Dios también en contra de Israel; y se destruirían todas las multitudes de sus poderosos guerreros, de todas las personas y todos los animales. Cuando finalmente Dios hubiese acabado con Egipto y la nación cayese en una fosa, todos conocerían que era el Señor soberano quien había hablado. 



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