miércoles, 26 de octubre de 2016

La Biblia en un año #Dia267

Zacarías 1-2

Continuando con las profecías posteriores al exilio de los judíos, aparece el mensaje de Zacarías, uno de los profetas menores, a quien se atribuye el libro que lleva su nombre. De acuerdo al contenido de este mensaje, se muestra que fue dado y escrito después de que los israelitas volvieran del destierro babilonico, y que este profeta se une al profeta Hageo para animar a los obreros a que finalicen lo que han empezado: La reconstrucción de la casa del Mesías. Ya habían transcurrido los setenta años del cautiverio, y de regreso en Judá, se encontraba una nueva generación de israelitas, recuperándose y siguiendo adelante. Estando allí, el Señor les comunicó que a pesar de que en el pasado Él estuvo muy enojado con sus antepasados, estaría dispuesto a perdonarlos a todos ellos si se humillaban delante de Él. En este nuevo llamado a los judíos de volverse a su presencia, el Señor le mostró en sueños a Zacarías varias visiones para exhortarlos a una verdadera y genuina conversión, entre ellas, vio a un ángel que teniendo una conversación con Dios, le preguntó cuando tendría nuevamente compasión de su pueblo, el Señor le dijo al ángel, con palabras muy amables y tranquilizadoras, que Él amaba mucho a Jerusalén, y a su Templo; y que, aunque por algún tiempo estuvo airado con su ciudad, iba a reconstruirla nuevamente y también su santuario de adoración; así le mostraría a todos cuanto los quería y cuanto deseaba perdonarlos. Ese ángel que apareció en los sueños de Zacarías y que habló con Dios, también ordenó al profeta que anunciara de parte de Dios a los israelitas, que Él les devolvería la prosperidad; mostraría amor por su Templo, y Jerusalén volvería a ser su ciudad elegida.

Zacarías también recibió la revelación de que La ciudad de Jerusalén tendría tanta gente y tanto ganado, que no tendría murallas. El Señor sería para ella como una muralla de fuego y la llenaría de riquezas. Él fue quien había dispersado a los israelitas por muchas naciones del mundo, y por lo tanto, también era quien tenía toda la autoridad para llamarlos del destierro, y así lo hizo; ellos salieron de Babilonia con alegría y volvieron a habitar su ciudad. El Dios todopoderoso envió a Zacarías a acusar a las naciones que le robaron todo a Jerusalén, porque Él iba a castigarlas por su maldad. Declaró que quien le hacía daño a su pueblo, se lo hacía a Él; y por tanto, haría que sus propios esclavos se pusieran en su contra y les robaran sus pertenencias. Cuando las palabras de Dios mediante el profeta Zacarías se cumplieran, todas esas naciones reconocerían que el Señor era el Dios todopoderoso, y los judíos gritarían de alegría porque la presencia del Señor habitaría entre ellos para siempre. Cuando ese día llegara, muchas naciones seguirían a Dios, entonces Él viviría entre ellas y llegarían a ser también su pueblo. (Aquí entramos nosotros). Cuando todo eso sucediera, ellos sabrían que fue el Dios todopoderoso quien envió a Zacarías a anunciar su mensaje; porque profecía que se cumple, sin duda alguna, viene de Dios. Estos hechos y aún los anunciados a nuestros días son completamente verificables, solo hace falta tiempo para ver si se realizan o no. En este caso, tal y como lo predijo el profeta, Judá volvió a ser propiedad de nuestro Dios, y Jerusalén volvió a ser su ciudad elegida.



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