lunes, 10 de octubre de 2016

La Biblia en un año #Dia247

    Oseas 7-8

    El Señor no acusaba a Israel, lo hacían sus propias acciones. Las manifestaciones de este pueblo eran totalmente condenables frente a la fe que un día habían profesado, su pecado y su maldad saltaba a la vista; todos practicaban la mentira y eran como ladrones que entraban en las casas por las noches para robar. Su adulterio y la corrupción de sus mentes los había llevado hasta la contaminación de sus gobernantes, juntos bebían hasta emborracharse, pero pronto sus celebraciones terminaban en traición. Los israelitas habían hecho amistad con gente que no creía en Dios, ¡Y vaya que eso es algo peligroso! entre tinieblas y luz, no puede haber comunión. Ellos quisieron creer que en Asiria o en Egipto iban a poder conseguir el apoyo suficiente para ser librados de todo el peligro, la muerte y la enfermedad que Dios mismo les había profetizado; pero, un momento, ¿Será que alguien puede contradecir los planes del Dios viviente? ¿Como ellos, siendo hijos de Dios, podían estar tan ciegos como para pretender que los ejércitos de hombres armados iban a ser suficientes en comparación con el poder del Santo de Israel?. Eran tan rebeldes e insensatos que su orgullo no los dejaba acercarse a Dios, y por eso iban a ser duramente castigados. Qué mal le iba a ir a esta nación desobediente, se iban a arrepentir de haber abandonado a Dios; pues Él, aunque muchas veces estuvo dispuesto a salvarlos, solo recibió de ellos mentiras y humillaciones. En sus camas lloraban de dolor, y se hacían heridas a propósito, pero sus oraciones no eran sinceras; buscaban a Dios para pedirle sus favores, pero en el fondo seguían siendo arrogantes y rebeldes. 

    La destrucción del pueblo sería inminente, como águila al cazar su presa; este pueblo fue muy incorregible, no cumplieron el pacto de Dios ni obedecieron sus mandamientos; ellos quisieron convencer a gritos a Dios de que reconocían que Él era su Señor, pero no querían hacer lo bueno delante de sus ojos; muy contradictorio... Cuando eligieron a sus reyes, no tomaron en cuenta a Dios; cuando nombraron a sus jefes, no pidieron su consejo; ellos mismos se hicieron daño al fabricarse ídolos de oro y plata, y gracias a esto, habían levantado el enojo del Señor. Ellos construyeron muchos altares que solo los llevaron a la perdición, les encantaba presentar ofrendas pero no adoraban de forma sincera; por eso, la misma esclavitud de la cual habían sido libres en Egipto, volvería a atraparlos; andarían solos y perdidos como perros callejeros, volverían a ser prisioneros y cautivos en tierras lejanas, y por mucho tiempo no tendrían ni reyes ni gobernantes. Cuando se olvidaron de Dios construyeron palacios, ciudades y altas murallas, pero el castigo de su maldad se vería reflejado en la destrucción de todo cuando habían edificado, el mismo Dios le prendería fuego a todo lo que habían construido. Recuerda esto, nada, nada de lo que hagamos a espaldas de Dios, y sin su aprobación, puede permanecer de pie. 




No hay comentarios:

Publicar un comentario