viernes, 14 de octubre de 2016

La Biblia en un año #Dia251

    
Alto de adoración semanal... 

¿Has pensado alguna vez que lo que Dios te pide es muy difícil de cumplir? Tranquilo, sé honesto, yo también lo he pensado. Ahora, pensemos por un momento en la petición para los tres últimos profetas que hemos leído esta semana, Daniel tuvo que entrar a un foso lleno de leones hambrientos, Oseas debió casarse con una prostituta y tener hijos con ella, y Joel debió ser perseguido por un ejercito de langostas; ¿Ahora sigues pensando que lo que te ha tocado es "demasiado fuerte"? Sin lugar a dudas, ampliar nuestra visión y observar lo difíciles de otras situaciones en tu entorno, te hacen cobrar animo y fuerza para sobrellevar tu propia carga, y justo eso sentí al leer estos pequeños pero aleccionadores libros. Dios tiene el control de la vida de sus hijos, y nada de lo que pide, quiere o hace, viene dado por un capricho de su alta posición de autoridad; siempre, siempre, en todos los escenarios y en todas las circunstancias será para mostrar su gloria; porque repito, solo somos instrumentos en manos del maestro. El Salmo N° 93, que leeremos en este día, confirma esta palabra, y se se titula: La majestad de Jehová; Él reina, se viste de magnificencia y poder, afirma el mundo y no se moverá. Él es el mismo ayer, hoy, y por los siglos de los siglos. Nada lo toma por sorpresa, nada lo agarra "fuera de base", y ese poder soberano y magistral, es el que nos hace creer con mayor sentido de pertenencia y confianza, que todos nuestros pasos son afirmados por su brazo poderoso. 

El salmista sabía muy bien que Dios es Rey, y, ¿Eso que significa? Que Él es quien gobierna; fuera de todo poderío y autoridad terrenal, Dios es y siempre será quien sujeta, ordena y rige el reloj de la humanidad. No temas amigo, hermano, cuando el Señor dio a sus profetas esas ordenes ciertamente desafiantes, siempre lo hizo pensado en su beneficio y en el beneficio de toda la nación de Israel; siempre fue para que su nombre fuese reconocido y exaltado como el único Dios de poder. Y así como estuvo con ellos en ese foso, en esa difícil unión matrimonial con una mujer adultera, y en esa dura invasión animal que provocó escasez, decadencia y desgracia, estará con todos sus elegidos. Las aguas pueden crecer, los diluvios rugen fuertemente como truenos, las inundaciones elevan sus impetuosas olas; pero más poderoso que el estruendo de los mares enfurecidos, más potente que las rompientes olas en la orilla, es el Señor; quien está en lo alto, más grande que todos éstos. Sus leyes no pueden ser modificadas, y su reino es santo por siempre y para siempre. ¡Aleluya!

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