domingo, 30 de octubre de 2016

La Biblia en un año #Dia274

    Malaquias 1-4

Hoy haré mi última lectura del Antiguo testamento en el Libro de Malaquias, el cual señala el cierre de las profecías y el principio de 400 años de silencio entre el Antiguo y nuevo testamento. Después de diez meses, y treinta y nueve libros me siento completamente feliz de haber alcanzado esta meta; y también expectante de lo que será mi andar en estos dos últimos meses del año recorriendo los evangelios, los hechos de los apóstoles, las epístolas y finalmente el apocalipsis. Recuerdo el pasado primero de enero cuando dije: Lo haré, voy a leer la Biblia completa en este año 2016, y además le añadiré una publicación a cada día en mi Blog; y la verdad es que solo Dios me ha traído hasta aquí. Él es fiel. Este último profeta menor, fue levantado para recordarle al pueblo judío que el Señor los amaba, pero que Él no se sentía correspondido en ese amor; ya que, después de que pasaron varios años del restablecimiento de esta nación en la tierra prometida, volvieron a cometer los mismos pecados que los habían llevado antes directamente al cautiverio. Malaquías toca de primera mano todas las irregularidades que se producían en el recién restaurado Templo de Jerusalén, donde los Sacerdotes habían deshonrado nuevamente a Dios y habían llevado a todo el pueblo por caminos extraviados. En el altar de Dios eran ofrecidos animales impuros, animales despreciables que declaraban que no estaba mal deshonrar la mesa del Señor; además, estos Sacerdotes decían que era demasiado difícil servir a Dios y señalaban que sus mandamientos eran un verdadero fastidio. El Señor les advirtió que sino cambiaban su conducta y sus actos, les sería enviada una gran maldición, y rompería el pacto que había hecho con sus antepasados. Además de la falsa adoración en el Templo, el Señor también condenó los matrimonios mixtos; pues, Los hombres de Judá se casaban con mujeres que adoraban a otros dioses. Dios los creó para que fueran un solo cuerpo y un solo espíritu, y para que vivieran consagrados a Él, pero mediante esos actos, la infidelidad a su nombre sólo crecía más y más. 

El paganismo, la desobediencia, la rebeldía, la dureza de corazón, seguían consumiendo a esta nación en una doble moral; y mientras vas leyendo estas lineas finales en el registro bíblico, te das cuenta de que era absolutamente necesaria la llegada de un Salvador. El mismo que sería anunciado mediante otro mensajero de Dios, que prepararía todo para su llegada: Juan el Bautista, quien, con su mensaje de esperanza, anunciaría a la persona que quitaría todo el pecado del mundo. Si los israelitas no habían sido destruidos era porque el Dios todopoderoso los amaba y su amor no se consumía; sin embargo, todos ellos, desde sus antepasados, hasta las nuevas generaciones, siempre habían desobedecido sus mandamientos. Por eso el Señor comenzaría su juicio en contra de los que practicaban la brujería, los adúlteros, los que hacían juramentos falsos, los que explotaban a sus trabajadores, los que abusaban de las viudas y de los huérfanos, los que maltrataban a los que no eran israelitas, y de todos los que le faltaban al respeto. Los israelitas pensaban que no valía la pena servir al Dios todopoderoso porque los orgullosos vivían felices, y a los malvados siempre les iba bien, incluso cuando ofendían a Dios; pero llegaría el día en el cual, todos los que adoraran genuinamente a Dios, se convertirían en su tesoro especial, y así, todos los demás se darían cuenta de la diferencia entre el bien y el mal, entre honrarlo o no honrarlo. Casi todo el contenido de este libro es expresado por Dios, y finaliza con una nota de juicio para su pueblo: Estaba cerca el día en que los orgullosos y malvados arderían como la paja y se quemarían por completo a causa del enojo de Dios. Sin embargo, para los que temieran a su nombre, se levantaría el Sol de Justicia con sanidad en sus alas. Saldrían libres, saltando de alegría como becerros sueltos en medio de los pastos. El día en que Dios actuara, todos sus hijos pisotearían a los perversos como si fueran polvo debajo de sus pies. Antes de ese gran y terrible día del Señor, su mensajero prometido vendría, en el poder y Espíritu de Elías, y sus predicciones servirían para hacer volver de nuevo los corazones sensibles hacia Dios. 


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