miércoles, 19 de octubre de 2016

La Biblia en un año #Dia256

Abdías...

Ahora si, yo creo que nos estamos adentrando a la recta final; cuando abro la Biblia y veo que es más lo que he leído, que lo que falta me entra como un airesito sabroso de felicidad. Hoy continuamos la lectura con el pequeño libro de Abdías, el cual es conocido como el más breve de los libros proféticos pues contiene solo ventiún versiculos en un solo capitulo. La vida de este profeta es casi desconocida, el libro no aporta información en cuanto a familia, período de vida, lugar de nacimiento, muerte y otras circunstancias; lo que si se identifica es que era un profeta hebreo perteneciente al reino de Judá, y que tal y como lo establece en su mensaje, debió tratar casi exclusivamente con el destino de la nación de Edom. Los edomitas eran desdencientes de Esaú, el hermano gemelo de Jacob, quien a su vez era el patriarca de la nación de Israel. La enemistad de estos hermanos, que había sido patente aún desde antes de su nacimiento, también permaneció hasta que ambas naciones fueron conformadas, y de esta forma, el odio de los edomitas hacia los hebreos los hizo colaborar con Nabucodosor durante la invasión al pueblo de Israel, tratando a sus parientes con desprecio y violencia. Aquí en Venezuela dicen popularmente que el que se mete con la familia se arruina, y tal cual le sucedió a Edom. Cuando Israel fue sitiado, los edomitas se mantuvieron al margen y se negaron a ayudarlos, además, tras llevarse cautivos los caldeos a muchos judíos, los de Edom aprovecharon para ocupar sus territorios. No solo se alegraron y se gozaron mientras Israel sufría semejante desgracia, sino que saquearon la tierra, se regodearon en sus calamidades, robaron sus riquezas y ayudaron al ejercito enemigo a matar a los hebreos y a capturar a los sobrevivientes para que fuesen desterrados.

Edom firmó su sentencia de muerte al ponerse en contra de Israel, como lo siguen haciendo en la actualidad los que se atreven a seguir su ejemplo. Afirmó el Señor: Como hiciste con Israel, así se hará contigo. Todas las malas acciones que los edomitas habían realizado en contra de los israelitas, recaerían sobre su cabeza; así como Edom colaboró para que Israel fuese tragado en el santo monte de Dios, así ellos y todas las naciones vecinas se tragarían el castigo que Dios derramaría contra ellos. Edom se haría pequeña entre las naciones, y sería muy despreciada; además, sería victima de su propia arrogancia y orgullo al caer estrepitosamente en el desastre. Sus enemigos aniquilarían esta nación por completo, registrarían y saquearían cada rincón y cada grieta de su tierra hasta llevarse hasta el último de los tesoros escondidos. En aquel día ni una sola persona sabia quedaría en toda la tierra de Edom, y todos en las montañas de Edom serían exterminados. Como es conocido en las Escrituras y aún en la historia de las naciones, el Señor prometió que Israel regasaría del destierro para reclamar su herencia, y que se convertiría en lugar santo, un refugio seguro para los que escaparan del peligro; pero Edom sería destruído y desaparecería para siempre. Aunque se remontaran tal alto como las águilas y construyeran su nido en las estrellas, allí mismo los alcanzaría el gran poder de Dios pra hacerlos caer y cobrarles todas las ofensas y todos los males despreciables que habían cometido en contra de sus hijos. Los israelitas que hubiesen sido rescatados subirían al monte de Sión en Jerusalén para gobernar sobre las montañas de Edom, ¡Y el Señor mismo sería su Rey!

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