miércoles, 5 de octubre de 2016

La Biblia en un año #Dia238

    Ezequiel 37-39

    Sobrenatural, es la palabra con la que describiría la lectura de hoy. Yo confieso que nunca había leído por completo el libro de Ezequiel, pero si había leído uno de los capítulos que nos corresponden en este día, y es uno de mis favoritos en la Biblia; el valle de los huesos secos. La mano de Dios fue sobre Ezequiel y el Espíritu lo llevó a un Valle lleno de huesos, los cuales estaban desparramados por todas partes del suelo y estaban completamente secos, allí le dijo: ¿Podrían estos huesos volver a convertirse en personas vivas? y Ezequiel le dijo que solo Él podía tener esa respuesta. Le dijo entonces Dios que profetizara su Palabra sobre los huesos, pues Él pondría aliento dentro de ellos y haría que volviesen a vivir; les pondría carne y músculos y los recubriría con piel; entonces sabrían que Él, era el Señor. Ezequiel anunció el mensaje tal y como Dios se lo mandó, y mientras él aún hablaba se oyó un ruido, un traqueteo por todo el valle. Se juntaron los huesos de cada cuerpo y volvieron a unirse hasta formar esqueletos enteros; delante de Ezequiel se formaron músculos y apareció carne sobre los huesos, después se formó piel para recubrir los cuerpos. Luego el Señor ordenó a Ezequiel profetizar que el Espíritu vendría de los cuatro vientos, soplaría sobre esos cuerpos muertos, y vivirían. Ezequiel lo hizo así y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo. El Señor le dijo a Ezequiel que esos huesos representaban a la nación de Israel, pues ellos decían: Nuestros huesos se secaron y pereció nuestra esperanza, pero Él abriría las tumbas del destierro y haría que ellos se levantaran y volvieran a vivir. Hoy recuerdo una vez más, que no hay nada que Dios no pueda hacer, y que aún lo muerto resucita si así el lo decide. Frente a ese gran problema o desafío puedo levantarme firme en su Palabra y pensar en: El valle de los huesos secos, convertido en personas vivas, así como tu, y así como yo. El que le cree a Dios, jamás pierde la esperanza.

    Israel y Judá, una vez devueltos a la vida, resucitados y esperanzados, volverían a ser una sola nación; Dios prometió reunir y sacar a los israelitas de las naciones donde se encontraban para llevarlos de nuevo a su tierra; porque en esa tierra, y en esas montañas de Israel, se convertirían en una sola nación, tendrían un solo rey, y no volverían a dividirse nunca más. Así como leímos ayer, el Señor haría con ellos un pacto eterno de paz, y llegarían a ser un pueblo numeroso; y cuando Dios pusiera su templo en medio de ellos, y viviese allí para siempre, Él sería su Dios y ellos serían su pueblo. Entonces todas las naciones reconocerían que Él había convertido a Israel en un pueblo muy especial. El día en que el pueblo Israel viviese confiado en su tierra, el Señor usaría al rey Gog, de la región de Magog, para que viniese y atacara a Israel, pues así lo había anunciado mucho antes Dios mediante los profetas de Israel. Pero cuando Gog invadiese a Israel, sería tanto el enojo de Dios que ese día habría allí un fuerte terremoto; en su presencia temblarían de miedo la gente y todos los seres vivos que Dios había creado. Se derrumbarían las montañas y los barrancos, y se vendrían abajo todas las murallas; entonces serían Gog y su numeroso ejercito los castigados; el Señor les enviaría toda clase de males, y en medio de guerras y enfermedades, sus soldados pelearían entre ellos mismos; con esto, el Señor se daría a conocer ante muchas naciones, y demostraría que era poderoso y diferente; así todas las naciones reconocerían que Él era el Dios fuerte e invencible. El Señor solo levantaría a Gog en contra de Israel, para derrotarlo y demostrarle a su pueblo y al resto de los países, quien era Él, pues aunque a veces podamos ser victimas de alguna calamidad, Dios siempre la transformará para nuestro beneficio; y si esto no produce en nosotros un eterno peso de Gloria y esperanza, entonces no se que pueda lograrlo. El mismo satanás está sujeto bajo el estrado de los pies de Dios, y nada de lo que Él, en su misericordia o muchas veces, en su justicia, permita que suceda en nuestras vidas, será para destruirnos. Los israelitas enterrarían en su tierra a todo el ejercito de Gog que se había levantado en su contra, y ese día sería especial para Dios, el día de la evidencia de su gran poder. El mismo poder que tenemos hoy día para enterrar al enemigo, y para anular todos los planes que haya construido en nuestra contra. ¡Aleluya! Hoy no dejemos de meditar en la derrota de Gog, y en el extraordinario valle de huesos secos, pues sin duda ambos episodios impulsan el crecimiento de nuestra fe. 


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