lunes, 17 de octubre de 2016

La Biblia en un año #Dia255


Amós 8-9

El rústico pero obediente profeta Amós, tuvo otra visión, el canastillo de la fruta de verano. En esta visión, Amós vio una cesta llena de fruta madura y Dios le dijo que al igual que esa fruta, Israel estaba listo para el castigo. Él ya no volvería a demorar la sanción que les había prometido, y en ese día, el canto en el templo se convertiría en lamento; habría cadáveres tirados por todas partes, y los que quedasen vivos serían llevados fuera de la ciudad en silencio. Después de leer acerca del comportamiento de los israelitas para este tiempo, hay una palabra con la que podría describirlos: Estafadores. Ellos robaban al pobre y pisoteaban al necesitado; pesaban el grano con medidas falsas y engañaban al comprador con balanzas fraudulentas. El grano que vendían lo mezclaban con los deshechos barridos del piso, y por una moneda o un par de sandalias convertían en esclavos a los pobres. Por estas y otras razones el Señor estaba completamente decepcionado, y prometió no olvidar todas las cosas perversas que los hebreos habían hecho; una vez que cumpliera con sus planes de juicio, la tierra temblaría y todos estaría de duelo. En este tiempo, después de haber rechazado la palabra de Dios mediante los profetas, la gente deambularía de mar a mar y vagaría de frontera a frontera en busca de la palabra del Señor, pero no la encontrarían; a plena luz de mediodía toda la tierra iba a oscurecerse y las celebraciones de los israelitas se convertirían en lamentos, y su cantar en llanto.

Luego tuvo Amós otra visión del Señor, quien estaba de pie junto al altar y dijo: Golpea la parte superior de las columnas del templo para que los cimientos se sacudan. Derriba el techo sobre las cabezas de la gente. Mataré a espada a los que sobrevivan. ¡Nadie escapará! Los israelitas correrían y se esconderían, pero donde estuviesen, el Señor los buscaría y los encontraría; aunque se ocultaran en el fondo del océano, allí les enviaría a la serpiente marina para que los mordiera. Aunque sus enemigos los llevasen al destierro, allí ordenaría a la espada que los matara. El Señor estaba decidido a enviarles un terrible desastre y a no ayudarlos más. El Dios todopoderoso se encontraba vigilando a la nación de Israel y había prometido eliminarlos de la faz de la tierra, no obstante, Él también prometió y siempre promete redención y salvación para los justos. Él mismo dijo: sacudiré a Israel junto con las demás naciones como se sacude el grano en un cernidor, sin embargo, ningún grano verdadero se perderá. Así que hoy recuerda: Mantente como un grano verdadero y no te perderás. Los pecadores morirían a filo de espada, pero el Señor también anunció mediante a Amós, el mismo compromiso de renovación de su pacto que había anunciado mediante los demás profetas. En aquellos días, el mismo Dios restauraría con sus manos la casa de David, y repararía sus muros dañados. Las ruinas, las reedificaría y recuperaría su gloria anterior. El Señor traería nuevamente a Israel de su cautiverio en tierras lejanas, y levantaría sus ciudades que en ruinas para que volvieran a vivir en ellas. Todos los israelitas plantarían de nuevo sus viñedos y huertos, comerían sus cosechas y beberían su vino. El Señor los plantaría firmemente en su propia tierra, de la cual, nunca mas serían desarraigados. Dijo Dios, todopoderoso.



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