miércoles, 19 de octubre de 2016

La Biblia en un año #Dia257

Jonás 1-4

Hoy por primera vez leeremos la historia de un profeta desobediente, creo que ya todos saben quien fue, Jonás; quien rompe la regla de voluntad sumisa y disciplinada característica en los compañeros profetas que le precedieron. Él fue el quinto de los profetas menores y estuvo comisionado por Dios para proclamar juicio contra la ciudad asiria de Nínive. en vez de ir a Nínive, Jonás decidió irse lo más lejos posible, a un lugar donde Dios no pudiera encontrarlo. ¿Será posible lograr eso? Jonás llegó al puerto de Jope y encontró un barco que estaba a punto de salir para Tarsis y lo tomó. Cuando ya estaban en alta mar, Dios mandó un viento muy fuerte que pronto se convirtió en una terrible tempestad. El barco estaba a punto de romperse en pedazos, y los marineros desesperados se preguntaban el porqué de tan terrible desgracia; Jonás finalmente confesó quien era y dijo a todos que lo que pasaba era culpa suya pues se encontraba huyendo de Dios. Jonás les dijo que si lo echaban al mar, la tormenta se calmaría, y aunque los marineros intentaron remar con todas sus fuerzas, no pudieron llegar a la orilla. Al final, los marineros clamaron a Dios y arrojaron a Jonás al mar; y de inmediato el mar se calmó. Al ver lo sucedido, los marineros reconocieron al Dios de Israel como su Dios, le presentaron una ofrenda y prometieron seguir adorándolo. Entonces Dios mandó un pez enorme, que se tragó a Jonás. Y Jonás estuvo dentro del pez tres días y tres noches. Estando en el interior del pez Jonás oró a Dios, así como muchos lo hacemos cuando el gran pez de nuestras acciones y sus efectos vienen sobre nosotros. Le dio gracias por haberlo salvado de morir ahogado en el mar y le prometió adorarlo y cumplir su Palabra por siempre. Y Dios le ordenó al pez que arrojara a Jonás a la orilla del mar. 

El Señor le dio una segunda oportunidad a Jonás (Él siempre lo hace), y volvió a mandarlo hacia Nínive para anunciar el mensaje que Él le daría. Esta vez Jonás sí obedeció a Dios: se levantó y se fue a Nínive, y durante todo un día estuvo anunciando: Dentro de cuarenta días Dios va a destruir esta ciudad. ¡Entonces vino lo mas cumbre! Que tampoco habíamos visto hasta ahora, esta ciudad si se arrepintió. Contrario a lo que Jonás o cualquiera pudiera pensar, toda la gente de Nínive dejó de hacer lo malo y decidió obedecer sólo a Dios. Y como querían demostrar que deseaban cambiar su manera de vivir, se pusieron ropa de tela áspera y ayunaron; todos ellos, desde el más rico hasta el más pobre. Hasta su rey se humilló delante de Dios y proclamó ayuno a toda la nación, además les pidió a todos sus habitantes que oraran al Señor y dejaran de hacer lo malo para que Él los perdonara. Después de haber leído acerca de mucho paganismo nacional y mucha obediencia profética, de verdad que el libro de Jonás se presenta como un cambio radical en todos los escenarios. Donde hay arrepentimiento genuino, ¿Que creen que hace Dios? Perdona. Cuando vio Dios que toda la gente de Nínive dejó de hacerlo malo, Dios decidió no destruirlos. Jonás además de haber desobedecido de primera mano a Dios, también se enojó con Él cuando decidió perdonar a los ninivitas; al parecer, el carácter de este ministro de Dios era bastante desafiante. Jonás sabía que Dios era: Tardo para la ira, pero enormemente grande en misericordia, y casi pudo predecir que frente al cambio de conducta de la nación, Él iba a compadecerse y a perdonarlos. Esto le molestó tanto que hasta le pidió que le quitara la vida. Jonás salió de Nínive y se fue al oriente, allí hizo una enramada para sentarse a ver lo que le pasaría a la ciudad. Estando ahí el Señor proveyó que una planta frondosa creciera allí y pronto extendió sus anchas hojas sobre la cabeza de Jonás y lo protegió del sol. Esto alivió al profeta, pero la planta también tenía un gusano que terminó por comérsela, y cuando el sol se intensificó, el Señor mandó un fuego abrasador para que soplará sobre Jonás. El profeta con su carácter particular volvió a desear la muerte, y aunque él continuara con una pésima actitud, el Señor solo trataba de enseñarlo y hacerlo reflexionar; además de esto, le mostró que así como él se lamentó por haber perdido esa planta que ni siquiera sembró, así Él mismo se había lamentado por Nínive y por eso decidió perdonarlos. Dios como siempre haciendo su función de MAESTRO, educando con excelencia; y ¿Jonás? ¿Cuántos Jonás que necesitan ser instruidos y transformados hay por ahí? (Presente).


No hay comentarios:

Publicar un comentario