lunes, 10 de octubre de 2016

La Biblia en un año #Dia245

                                                   Oseas 1-3

Sin prisa pero sin pausa, ya estamos en el día 245 y es tiempo de leer el libro de Oseas, el primero de los profetas menores. Dios le habló al profeta Oseas cuando Jeroboam hijo de Joás era rey de Israel, mientras que Ozías, Jotam, Acaz y Ezequías estuvieron reinando en Judá. aunque la primera orden de Dios para su mensajero fue que se casara con una prostituta y tuviese hijos con ella, Oseas es conocido como el profeta del amor, pues en este sentido, el Señor siempre quiso mostrar a través de él, su imagen como marido, y a su pueblo como su esposa; la cual también le había sido infiel. Oseas obedeció y se casó con Gomer, la cual concibió y le dio a luz un hijo, al cual debían llamar Jezreel, porque en el Valle de Jezreel pondría fin el Señor a la independencia de Israel, y acabaría con su poderío militar. Al poco tiempo, Gomer quedó embarazada otra vez y dio a luz una niña; entonces el Señor le dijo a Oseas: «Ponle por nombre a tu hija Lo-ruhama, que significa: “no amada”; porque ya Dios no le demostraría amor al pueblo de Israel ni lo perdonaría, pero sí le demostraría amor al pueblo de Judá. Después que Gomer destetó a Lo-ruhama, quedó nuevamente embarazada y dio a luz un segundo hijo; entonces el Señor le dijo a Oseas que le pusiera por nombre Lo-ammi, que significa: “no es mi pueblo”; porque Israel ya no era su pueblo y Él no era su Dios. No obstante. llegaría el día en que el pueblo de Israel fuese imposible de contar, como la arena a la orilla del mar; y allí donde se les dijo: Ustedes no son mi pueblo, se les diría: Ustedes son hijos del Dios viviente; y ellos y Judá se unirían nuevamente para ser un solo pueblo y regresar juntos del destierro. El día que volvieran, los hombres serían llamados “Pueblo de Dios”, y las mujeres serían llamadas “Compadecidas”.

La esposa fornicaria de Oseas, representaba a Israel, porque le fue infiel a Dios adorando dioses falsos y Él la despreció. Mientras ella estuvo comportándose como una cualquiera y complaciendo a sus amantes, el corazón de Dios se destrozó; por eso la desnudó y la rechazó y no quiso tener mas hijos con ella. Israel se comportó como una desvergonzada, buscando en otros el placer que nunca pudo hallar; el propósito de Dios era encerrarla en una cerca de espinos, para que estando allí, pudiese reflexionar y volver con Él de forma genuina y sin engaños. Israel siempre presumía de las muchas higueras y viñas que le habían regalado sus amantes; pero el Señor las iba a destruir y las convertiría en matorrales; los animales salvajes las devorarían. Finalmente Dios, como esposo compasivo, llevaría a Israel al desierto, y allí, con mucho cariño, haría que se volviese a enamorar de Él. Le devolvería sus viñas, y convertiría su desgracia en gran bendición. Volverían todos a responderle como cuando eran jóvenes, como cuando salieron de Egipto. Ya no volverían a ser infieles adorando a otros dioses, sino que reconocerían a al Señor como su único y soberano Dios. El Señor volvería a casarse con Israel y ella sería su esposa para siempre; cuando eso sucediese, todos los judíos llegarían realmente a conocer a Dios, y Él sería un esposo fiel, sincero y lleno de amor. Dios le dijo nuevamente a Oseas que su esposa le era infiel con un amigo que era su amante, así como también los israelitas le eran infieles a Él; pero que él debía ir y amar a su esposa así como Él amaba a los israelitas. Oseas tuvo que pagar al amante de Gomer quince piezas de plata, cinco canastas de cebada y una medida de vino, para poder recuperar a su esposa y que ella volviese a vivir con él, y le dijo que por mucho tiempo debía estar sin tener relaciones sexuales con nadie, ni siquiera con él. Lo mismo sucedería con los israelitas: Durante mucho tiempo no tendrían rey ni jefe; tampoco podrían presentar ofrendas a Dios, ni sabrían lo que Dios quería que hicieran; además, no tendrían sacerdotes ni ídolos familiares. Después de eso, se arrepentirían; y cuando llegara el tiempo del fin, volverían a obedecer a Dios y pedirían sus bendiciones, siguiendo el ejemplo del rey David.

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