Daniel 1-3
Un nuevo Libro, una nueva esperanza, una nueva ventana
al conocimiento que hace verdaderamente libre: El de la Palabra de Dios; la luz
más fuerte y penetrante que brilla como una antorcha encendida en un lugar
oscuro. Mientras el exilio en Babilonia se hacía patente, muchas fueron las
cosas que sucedieron en esa nación durante el cautiverio de los israelitas.
Daniel, un joven israelita deportado que tuvo que servir en las cortes de
Babilonia y de Persia, nos enseña que las crisis pueden convertirse en grandes
oportunidades. (Buena palabra para los venezolanos por cierto). El Rey
Nabucodonosor llegó a la ciudad de
Jerusalén en el año tercero del reinado del Rey Joacim, y la conquistó; llevándose
prisioneros al rey y a muchos israelitas a Babilonia, entre los cuales estaba
Daniel. El rey Nabucodonosor quería tener a su servicio muchachos jóvenes en
quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría,
ciencia y de buen entendimiento e idóneos para estar en su palacio. Estos
jóvenes durante tres años comerían y beberían lo mismo que el rey, y además,
serían enseñados en el idioma y la cultura de los Babilonios; una vez pasado
ese tiempo, entrarían en la corte del rey. Entre estos muchachos estaban
Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de la tribu de Judá; pero el jefe de los
sirvientes del Palacio les cambio el nombre y les puso: Beltsasar, Sadrac,
Mesac y Abed-nego.
Hay dos grandes cualidades de Daniel y aus amigos que se ponen en
evidencia en este día de lectura: Su obediencia y su fidelidad; Daniel fue fiel
y obediente al proponer en su corazón no comer la comida del rey porque era
pecado, por lo que propuso al encargado de cuidarlos que le diesen de comer
durante diez días solo legumbres, y de beber solo agua; de ese modo podían
estar alimentados pero no contaminados; el encargado accedió, y pasados los
días, estos muchachos se veían aún más robustos y sanos de lo que se veían los
que sí comían la comida del rey. Daniel y sus amigos recibieron de Dios mucha
inteligencia y sabiduría para entender toda clase de libros y de ciencias, además,
Daniel recibió entendimiento para conocer el significado de los sueños y las
visiones. También fue fiel y obediente Daniel cuando tuvo la tarea de
interpretar el sueño de Nabucodonosor, el cual, ningún astrólogo, ni mago ni
encantador pudo jamás descifrar pues su interpretación no era dada por dioses
de carne. Daniel y sus amigos oraron a Dios y pidieron el poder conocer el
significado del sueño del Rey, y Dios en visión de noche, mostró a Daniel el
secreto. El pequeño pero gran profeta se lo comunicó a Nabucodonosor y éste
terminó reconociendo en gran manera el poder de Dios, y además estableció a
Daniel como gobernador de la provincia de Babilonia, y a Sadrac, Mesac y
Abed.Nego, frente a los negocios de la provincia. Finalmente los jovenes amigos de Daniel, fueron también fieles y obedientes cuando se vieron en la
ruda encrucijada de: Adorar a la estatua de oro que Nabucodonosor había
levantado o ser arrojados a un horno de fuego ardiente. Estos tres grandísimos
valientes, como quedan pocos, dijeron que si eran echados al horno, el Dios al
cual servían iba a poder librarlos de él, pero que aún sino lo hacía, jamás se
postrarían frente a otros dioses ni tampoco ante la estatua. El final todos lo
conocemos muy bien (o casi todos), los cuatro amigos fueron lanzados al horno,
y ni aún sus cabellos se quemaron, cuando salieron ni siquiera su ropa tenía
olor a fuego; y fue entonces cuando el mismo Nabucodonosor fue el que terminó
adorando a Dios y diciendo: Bendito sea el Dios de ellos. No bajes los brazos,
y no comprometas tu fe por nada, ni por nadie, pues a través de tu firme
convicción es como lo demás van a poder alabar a ese Dios que tú has decidido
honrar y servir; el mismo capaz de librarte aún del horno de fuego más ardiente
que haya existido jamás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario