sábado, 8 de octubre de 2016

La Biblia en un año #Dia242

   Daniel 1-3 

   Un nuevo Libro, una nueva esperanza, una nueva ventana al conocimiento que hace verdaderamente libre: El de la Palabra de Dios; la luz más fuerte y penetrante que brilla como una antorcha encendida en un lugar oscuro. Mientras el exilio en Babilonia se hacía patente, muchas fueron las cosas que sucedieron en esa nación durante el cautiverio de los israelitas. Daniel, un joven israelita deportado que tuvo que servir en las cortes de Babilonia y de Persia, nos enseña que las crisis pueden convertirse en grandes oportunidades. (Buena palabra para los venezolanos por cierto). El Rey Nabucodonosor  llegó a la ciudad de Jerusalén en el año tercero del reinado del Rey Joacim, y la conquistó; llevándose prisioneros al rey y a muchos israelitas a Babilonia, entre los cuales estaba Daniel. El rey Nabucodonosor quería tener a su servicio muchachos jóvenes en quienes no hubiese tacha alguna, de buen parecer, enseñados en toda sabiduría, ciencia y de buen entendimiento e idóneos para estar en su palacio. Estos jóvenes durante tres años comerían y beberían lo mismo que el rey, y además, serían enseñados en el idioma y la cultura de los Babilonios; una vez pasado ese tiempo, entrarían en la corte del rey. Entre estos muchachos estaban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, de la tribu de Judá; pero el jefe de los sirvientes del Palacio les cambio el nombre y les puso: Beltsasar, Sadrac, Mesac y Abed-nego.


Hay dos grandes cualidades de Daniel y aus amigos que se ponen en evidencia en este día de lectura: Su obediencia y su fidelidad; Daniel fue fiel y obediente al proponer en su corazón no comer la comida del rey porque era pecado, por lo que propuso al encargado de cuidarlos que le diesen de comer durante diez días solo legumbres, y de beber solo agua; de ese modo podían estar alimentados pero no contaminados; el encargado accedió, y pasados los días, estos muchachos se veían aún más robustos y sanos de lo que se veían los que sí comían la comida del rey. Daniel y sus amigos recibieron de Dios mucha inteligencia y sabiduría para entender toda clase de libros y de ciencias, además, Daniel recibió entendimiento para conocer el significado de los sueños y las visiones. También fue fiel y obediente Daniel cuando tuvo la tarea de interpretar el sueño de Nabucodonosor, el cual, ningún astrólogo, ni mago ni encantador pudo jamás descifrar pues su interpretación no era dada por dioses de carne. Daniel y sus amigos oraron a Dios y pidieron el poder conocer el significado del sueño del Rey, y Dios en visión de noche, mostró a Daniel el secreto. El pequeño pero gran profeta se lo comunicó a Nabucodonosor y éste terminó reconociendo en gran manera el poder de Dios, y además estableció a Daniel como gobernador de la provincia de Babilonia, y a Sadrac, Mesac y Abed.Nego, frente a los negocios de la provincia. Finalmente los jovenes amigos de Daniel, fueron también fieles y obedientes cuando se vieron en la ruda encrucijada de: Adorar a la estatua de oro que Nabucodonosor había levantado o ser arrojados a un horno de fuego ardiente. Estos tres grandísimos valientes, como quedan pocos, dijeron que si eran echados al horno, el Dios al cual servían iba a poder librarlos de él, pero que aún sino lo hacía, jamás se postrarían frente a otros dioses ni tampoco ante la estatua. El final todos lo conocemos muy bien (o casi todos), los cuatro amigos fueron lanzados al horno, y ni aún sus cabellos se quemaron, cuando salieron ni siquiera su ropa tenía olor a fuego; y fue entonces cuando el mismo Nabucodonosor fue el que terminó adorando a Dios y diciendo: Bendito sea el Dios de ellos. No bajes los brazos, y no comprometas tu fe por nada, ni por nadie, pues a través de tu firme convicción es como lo demás van a poder alabar a ese Dios que tú has decidido honrar y servir; el mismo capaz de librarte aún del horno de fuego más ardiente que haya existido jamás.  




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