sábado, 8 de octubre de 2016

La Biblia en un año #Dia244

    Daniel 6-12

    Visiones, visiones y más visiones… es lo que veremos en esta segunda parte del libro de Daniel que es totalmente inspirador. Después que Daniel recibió en sueños estas visiones, las puso por escrito; la primera visión es la de las cuatro bestias, y la segunda es la del carnero y el macho cabrío; el mismo Daniel exclamó haberse enfermado luego de recibirlas por lo fuertes que eran, y además dijo no haber podido entenderlas muy bien; estoy muy de acuerdo con él, pues sentí una pequeña explosión en mi cabeza al leerlas, y eso que lo hice en la traducción al lenguaje actual de las Escrituras. Estas visiones que Dios le permitió tener a Daniel, se referían al fin del mundo, confirmadas mediante palabra de Jesús en el capítulo 24 del Evangelio de Mateo. Lo que si puedo concluir en este día respecto a estas visiones proféticas de lo que será el temido y a su vez esperado desenlace de este mundo, es que Dios está muy interesado en ejercer dominio sobre todas las naciones del mundo. Daniel también escribió que un día mientras leía el libro del Profeta Jeremías, cuando llegó al pasaje donde Dios revela a Jeremías que Jerusalén quedaría destruida durante 70 años, decidió ayunar y empezó a pedirle a Dios por su pueblo. Si algo se evidencia claramente en estos días de lectura, es que Daniel era un disciplinado hombre de oración, y eso por supuesto incidía directamente en su relación con Dios y en las muchas formas y veces que el mismísimo Dios del cielo mostró su poder a través de Él. Daniel reconoció con dolor en su corazón delante de Dios, que los judíos habían ofendido enormemente su nombre, y que además no habían querido escuchar a los profetas ni arrepentirse de sus malas conductas; no obstante, rogó para que el Señor pudiera perdonarlos y levantarles el castigo tan fuerte que les había enviado. 

    Daniel clamó a Dios para que Él por su propio honor, mirara la triste situación en la que habían quedado todos, y en la que había quedado la ciudad santa y el Templo de adoración. Dijo que si pedía eso no era porque creía que se lo merecía, o que los hebreos habían sido buenos; sino porque sabía que Él era un Dios muy compasivo y bondoso. ¿Cuántos hemos apelado a la bondad de Dios? ¡Presente! Mientras Daniel oraba, llegó volando el ángel Gabriel, que ya se le había aparecido en sueños, y le dijo que Dios lo quería tanto que tan pronto como empezó a orar ya había contestado sus oraciones; y que él le diría lo que quería decir su sueño.  El ángel habló a Daniel acerca de la profecía de las setenta semanas; tenían que pasar setenta semanas para que terminara el castigo en contra de Israel y de la ciudad santa, tenían que pasar setenta semanas para que llegara a su fin la desobediencia y el pecado. Al cabo de ese tiempo siempre habría justicia, y sucedería lo que Daniel había visto y Dios cumpliría su promesa. Su santo Templo sería purificado y se le volvería a dedicar. Así siguió el ángel mostrándole todo lo que ocurriría cuando el mundo llegase a su fin. Daniel también tuvo otra visión junto al río donde soñó con varios ángeles, y donde Dios le dijo que vería todo lo qué pasaría con su pueblo en su futuro. ¿Te atreverías a pedirle a Dios que te mostrara lo que pasará con tu Iglesia, con tu familia o con tu nación en un futuro? Difícil pregunta, ¿Cierto?; en ocasiones como que es mejor no saber, pero este no es el caso de los profetas y visionarios de Dios. Los ángeles revelaron a Daniel que lo que había visto en el primer sueño se refería a las guerras venideras entre los reinos, y también anunciaron la hora final; el momento angustioso, un momento como no ha habido otro desde que existen las naciones; cuando ese momento llegue, se salvaran todos los del pueblo de Dios que tienen su nombre escrito en el libro, muchos de los que duermen en la tumba, despertarán: unos para vivir eternamente, y otros para la vergüenza y el horror eternos. ya entiendo porque a este libro lo llaman el pequeño apocalipsis; aunque muchas cosas deban permanecer en secreto hasta que ese día llegue, todos los que hemos creído y temido, podemos caminar tranquilamente hacia el fin en reposo, pues aún en esos últimos días, nos levantaremos para recibir nuestra recompensa. ¡Aleluya! 


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