lunes, 18 de enero de 2016

MIS MEJORES AÑOS PARA TI

   Una persona me dijo: Tu debes tener un propósito grande para Dios, porque eres joven y aun permaneces en el Evangelio". En principio pensé: ¿Cómo no habría de permanecer? Estos han sido los mejores años de mi vida. Pero luego pensé un poco más antes de responder, (cosa que siempre deberíamos hacer) y concluí que ciertamente es estrecha la puerta y angosta la senda que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan (Mt. 7:24); y que, la estrechez y la angostura no suelen ser palabras que generen mucha atracción en alguien joven; generalmente se prefiere el camino fácil, ancho, cómodo de transitar, y que no esté lleno de muchos desafíos o sacrificios; quizás para esta persona, por eso es tan difícil imaginar que la gente joven viva la Palabra. 

   Esta persona que me dijo estas palabras, había conocido el Evangelio, sus padres eran ávidos creyentes que desde pequeño le habían mostrado la verdad de la cruz; sin embargo, para pesar de mis hermanos, no habían tenido éxito; esta persona aún habiendo conocido el camino de justicia, decidió apartarse del mandamiento que le había sido dado. Quizás por eso, y solo por eso, miraba con asombro mi andar cristiano. Conocí a Cristo a la edad de 15 años, y desde entonces no he podido separarme de EL; y aunque ha sido estrecho y angosto el camino, no podría haber hecho una mejor elección de vida; sin duda, no puedo configurar mi existencia lejos de lo que he vivido cada día como hija de Dios y como seguidora de Jesús. Sin embargo, se que muchos poseen la misma condición de esta persona, joven por cierto, que me habló tal vez desde la tristeza de su corazón. 

   En ningún espacio de la vida, el camino espiritual es sencillo; siempre está rodeado de fuertes compromisos, retos, lagrimas, tropiezos, caídas, luchas y pruebas; pero también, de grandes propósitos, gloria celestial, beneficios, gracia, socorro, ayuda, misericordiosa y bondad. Todas estas características propias de una relación con Dios a través de Jesús, se hacen aun más intensas en la etapa de la juventud; cuando la toma de decisiones es inestable; cuando aún no hemos comprendido con exactitud nuestra identidad cristiana,  cuando nos sentimos rechazados, cuando todo parece ser una encrucijada; cada día algo nuevo, un deseo diferente por explorar, una emoción que aún no se logra dominar; un enemigo en constante asecho porque sabe que al robar tu juventud puede también robar tu vida; es todo un dinamismo de contradicciones difíciles de soportar; por esta razón es común observar tantos jóvenes como este, que ceden ante la presión y no logran tener cuando esta etapa culmina, el cumplimiento del plan que Dios ya había diseñado para sus vidas.

   El trabajo juvenil es algo que sencillamente me apasiona, poder dar a lo jóvenes las herramientas para que puedan superar estos espacios difíciles y tengan una relación óptima con Dios, es algo para lo cual fui diseñada por Dios para este tiempo, aún antes de nacer, y que empezó a esos 15 años cuando le dije: Si Señor, acepto. El también ha tratado cada día conmigo y vaya que he sido difícil! Amo ver jóvenes que se esfuerzan cada día porque su espíritu sea alimentado; esos que desean obedecer y servir a Dios contra todo pronostico; jóvenes que se levantan muchas veces con ganas de dejar el camino angosto y rápidamente recobran fuerzas en aquel que los llamó; esos que en ocasiones pueden ceder ante las tentaciones del mundo pero que pronto recuerdan que no son de este mundo; para esos jóvenes, mi total y completa admiración.

   A los padres, hermanos, lideres de Iglesia, Pastores, les animo a ver con misericordia a esos jóvenes que perseveran en el Señor; que van en la dirección correcta aunque puedan tropezar, acaso, ¿no todos lo hemos hecho? ¿o eramos tan perfectos en ese tiempo?; vale la pena reconocer la posición en contra corriente que pocos han decidido asumir aún negándose a si mismos. ¿No son las actitudes y comportamientos favorables dignos de animo, como lo son de represión aquellos inaceptables? Tal vez sea mucho más loable apreciar la voluntad de aquellos que quieren ser ejemplo de los creyentes sin permitir que nadie menosprecie su juventud, en vez de reprochar aquello que aún no han podido conseguir. En ese tiempo difícil brindemos apoyo, consideración, dedicación, disciplina; enseñemos con amor el camino de la verdad, con gozo y estimulo en vez de reproches y condenación; creo que de este modo seremos muchos mas lo que sigamos a Cristo por pasión y deseo y no solo por miedo o compromiso... Creo que así serán menos los que digan: Tu debes tener un propósito grande para Dios sino, mas lo que digamos: Yo tengo un propósito grande para Dios y lo voy a cumplir!


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