sábado, 23 de enero de 2016

La Biblia en un año #Dia23

   Con la promesa de una tierra rica y fértil inician su viaje por el desierto los israelitas, guiados por una columna de nube durante el día que les señalaba el camino y con una columna de fuego que los alumbraría por las noches. El Señor, como siempre, comunicador de su palabra, dirigía a Moisés durante todo este recorrido y le indicaba exactamente lo que él y los israelitas debían hacer; de esta forma los hace acampar cerca del mar para que así el Faraón creyese que se encontraban perdidos en el desierto y fuese a perseguirlos. Me pregunto porque el Señor querría seguir con ese asunto y no dejarlo atrás, pero el mismo me responde: Lo haré así para mostrarles mi poder, así sabrán todos los egipcios que yo soy Dios. Creo que mi Dios siempre ha estado muy interesado en dejar claro que el es el ÚNICO DIOS del cielo y de la tierra y que fuera de Él no hay salvación; quisiera que mucha más gente que se encuentra ciega como los egipcios de aquel entonces, pudiera descubrir esta gran verdad.

   El ejercito del Rey sale a perseguir al pueblo de Israel; eran seiscientos de los mejores carros de guerra y todos los demás carros que había en Egipto. Esto me recuerda el famoso canto: Echó a la mar quien los perseguía, jinete y caballo echó a la mar. Cuando esto ocurre, los israelitas sintieron temor, lógico, como me dice una amiga: somos seres llenos de emociones, sentirlas es natural, solo debemos sujetarlas a Dios. Sin embargo Moisés les dice una frase determinante: Jehová peleará por ustedes y ustedes estarán tranquilos. Ya este Moisés no era el mismo que frente a la zarza había llenado a Dios de excusas cierto?

   El pueblo siguió avanzando en fe, esto era lo que quería Dios, y los egipcios siguieron persiguiéndolos pero sin poder alcanzarlos; la misma columna de nube que alumbraba a los israelitas, al mismo tiempo dejaba en oscuridad a los egipcios. Cuando se encuentran frente al mar, Moisés extendió su brazo con su vara frente al mar, y Dios hizo que un fuerte viento partiera el mar en dos y en medio dejó un camino de tierra seca por donde los israelitas pudieron pasar; cuando los egipcios quisieron alcanzarlos cruzando el mar Dios obviamente frustró sus planes llenándolos de pánico y dañando sus carros; además dijo a Moisés que volviese a extender su brazo sobre el mar para que se cerrara y cubriera los egipcios, y aunque estos trataron de escapar, no pudieron, ni un solo egipcio quedó con vida. 

   Yo he escuchado muuucho como ciertas matrices de la ciencia y la física tratan de desvirtuar este hecho tan asombroso correspondiendolo a un evento de la naturaleza de forma intempestiva; pero señores, no nos hagamos tontos, esto no fue natural, fue SOBRENATURAL, y digan lo que digan yo decido creerle a Dios. El echó a la mar los carros del Faraón. Punto. Por eso tantos cantos e himnos en honor a la grandeza del poder de Dios manifiesta en este hecho, como los que cantaron Moisés y los israelitas después de atravesar el mar. En el capitulo 15 vemos un agradecimiento hecho canción que alaba y honra a Dios de forma genuina, hermosa y motivadora; contando todas las maravillas realizadas por el Señor desde que los egipcios empezaron a perseguirlos hasta que finalmente quedaron libres paras siempre de ellos. 

   Mi versión favorita de una parte de este capitulo está en la nueva traducción viviente de las escrituras y dice así: El Señor es mi fuerza y mi canción; El me ha dado la victoria. El es mi Dios y lo alabaré, es el Dios de mi padre, ¡y lo exaltaré! Éxodo 15:2 En verdad mi hermoso Dios es y siempre será mi canción y mi fuerza. 


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