domingo, 24 de enero de 2016

La Biblia en un año #Dia24

Éxodo 16-18

   
   Luego de su liberación en el mar rojo, los israelitas se encontraban acampando en Elim, rodeados de doce manantiales y setenta palmeras. ¿Suena como a algo fresco y tropical cierto? Sin embargo, al seguir su camino por el desierto esto no fue tan atractivo así. Después del glorioso cruce del mar rojo, los israelitas tuvieron hambre y pronto olvidaron que Dios les había dicho: Yo pelearé por ustedes y ustedes estarán tranquilos. De momentos (regularmente) somos como los israelitas, al olvidar todas las grandes cosas que ya Dios ha hecho por nosotros, como nos sostuvo antes, como sus promesas permanecen para siempre y aún así dudamos y deseamos retroceder al lugar de donde ya Dios nos había sacado porque pensamos que así estábamos mejor. Que ilusos somos realmente. 

   Algo que me sorprende en esta lectura, además de que Dios hizo llover alimento del cielo (¿no es esto lo mas sorprendente?) es que este pueblo tan corto de memoria, dijese que en Egipto la pasaban mucho mejor que en el desierto. Dios mio... Eran esclavos, sujetos a arduos trabajos pesados, sin descanso alguno; eran humillados, vejados y maltratados pero decían haber estado mejor allí que sin nada en el desierto. ¿Será que en Egipto lo tenían todo?? Quizás corramos apresuradamente a condenar esta actitud, pero reflexionemos por un momento... Todos hemos sido como este pueblo; recordando unas "glorias pasadas" que nunca existieron en realidad; como cuando decimos: todo tiempo pasado fue mejor; solo porque nuestra mente al pasar del tiempo va bloqueando los malos momentos y se queda con los buenos, y por eso caemos en el error de añorar un tiempo en el que quizás tambien habiamos estado sumergidos en grandes desafíos y dificultades. Frente a esto puedo decir: Todo espacio en nuestras vidas tiene retos y propósitos particulares de parte del Señor para formarnos como las personas integrales que el quiere que seamos; solo debemos confiar en que El "peleará por nosotros y nosotros estaremos, tranquilos". 

   Quejas, quejas y quejas era lo que se manifestaba en el pueblo... El hambre que comenzaron a sentir los hizo olvidarse de las promesas de Dios. ¿Que triste no? pero repito, todos hemos sido como este pueblo. Dios quiso mostrar nuevamente su poder y los llenó de carne hasta cubrir todo el suelo, y luego hizo llover, LLOVER, pan (maná) del cielo durante CUARENTA años para alimentarlos. ¿Sera que Dios no sabía que estando ellos en el desierto debía alimentarlos? ¿Será que no sabía que ellos se quejarían? ¿Será que no habia podido acomodar todo para la estadía de ellos allí? ¿Sera que Dios mismo no pudo prever esta situación? O, ¿será que se había equivocado al sacarlos de Egipto? ¿Será que no recordaban porque Dios los había llevado a Egipto en primer lugar? ¿No era precisamente para salvarlos del hambre? No diré nada de los israelitas, solo pienso y medito en cuantas veces yo me he comportado igual. Hoy sin duda debo reflexionar aún mas.

   El pueblo de Israel siguió su camino y se detenían en cada lugar que Dios les ordenaba, pero seguían desobedientes, tanto al no tomar la porción de maná que Dios había ordenado, como al reclamar a Moisés por falta de agua. Ya termino por creer que ellos eran unos consentidos! Bueno, bueno, ya se, eran el pueblo amado del Señor, sé que así me ama a mi también, así que no puedo criticarlos. Eso me recuerda otra cosa: no tengo derecho de criticar al siervo de otro, es el dueño del siervo quien decide si su siervo trabaja o no. Un hermano puede estar teniendo una actitud totalmente reprochable para mi, pero ciertamente solo Dios puede juzgarlo. La receta para mi es: ama y soporta; con un cafecito y un postre para que me sea mejor en dado caso.

  Frente al reclamo por sed de los israelitas Dios llevó a Moisés a la montaña de Horeb para que sacara agua de una roca y así todos pudieron beber. Esto me recuerda otro canto: Cristo es la peña de Horeb que está brotando agua de vida saludable para mi. ¡Salud!






No hay comentarios:

Publicar un comentario