miércoles, 6 de enero de 2016

La Biblia en un año #Dia6

    Abram era un hombre justo, era un hombre fiel, era un hombre obediente, era un hombre bueno, pero... Era un hombre; por eso tuvo un fallo de fe en su dependencia total a las promesas de Dios. En los capítulos 15, 16 y 17 de Génesis Dios reafirma su intención de bendecir a Abram y de darle un heredero; Abram decidió creerle a Dios y le fue contado por justicia, sin embargo, tiempo después, al ver su condición de ancianidad y la de su esposa Sarai, decidió ceder ante la presión que ésta le hizo de procrear con su esclava Agar el hijo que ellos tanto anhelaban. De la relación de Abram y Agar nació Ismael, y aunque Dios prometió también bendecirlo y prosperarlo, no era el hijo nacido de la promesa a través del cual Dios habia asegurado a Abram una descendencia como las estrellas del cielo. 

    Sarai y Abram sin duda alguna sucumbieron ante dos realidades: su condición y la presión; no los culpo, también he cedido ante ambas. Los dos eran ancianos y esta era su condición; Sarai se debilitó bajo la presión del tiempo y Abram se debilitó ante las presiones de Sarai. Aunque sepamos que Dios no se rige en condiciones naturales, no se mide en tiempo, ni se manifiesta respecto a formas humanas; de momentos nuestra fe flaquea y desmaya. 

    Siempre he sentido cierto respeto en esta situación respecto a Agar; era una esclava sin voluntad que se vio obligada a hacer algo para lo que ni siquiera se le pidió su consentimiento ya que estaba sometida al dominio total de su ama. Esta mujer tratada como mercancía, carente de libertad, dominada, maltratada, ignorante, usada, sola... También terminó siendo despreciada, por lo que huyó de las circunstancias y justo allí,  tuvo un encuentro especial con Dios; a todos nos ha pasado, y, cuando Dios pasa, algo pasa. En este momento de la lectura me encuentro: Conmovida. El Señor siempre es oportuno, llegó justo a tiempo a calmar la desesperación de Agar; así como calmó la mía en su momento y como se que ha calmado la tuya. Ismael significa "Dios oye", y es así amigos, Dios siempre oye; desde ese entonces Agar le dio otro nombre al Señor, le dijo: Tu eres el Dios que me ve, y también le dijo: he visto al que me ve. Toda esta escena me sigue manteniendo conmovida, como me ha mantenido todas las veces que la he leído y creo que será así todas las veces que la lea... De hecho, suceden muchas cosas en estos tres capítulos y esto es lo que roba toda mi atención. Me muestra al Dios hermoso que amo con todo mi corazón y que es misericordia con los que le temen; amoroso, fiel, justo, consolador... En definitiva, todo mejora con EL. 

    El plan de Dios siguió con Abram, por lo que le cambió el nombre a Abraham, que significa "padre de muchas naciones", tal y como el Señor se lo había prometido en principio; para esto Abram y toda su descendencia debía cumplir con la circuncisión en señal de su pacto con Dios; debía ser una señal en su cuerpo pues era un pacto que duraría para siempre. Dios vuelve a mostrar su misericordia cambiándole también el nombre a Sarai por Sara, y prometiendole la bendición de un hijo. Hagamos un alto en esto para observar nuevamente las maravillas de nuestro Dios; Saraí habia fallado al igual que Abram, por un momento dejó de creer, quiso (como en ocasiones queremos todos) "arreglar" los planes del Señor y ordenar su destino y el de su esposo de acuerdo a su propia prudencia, no obstante, el Señor le dio otra oportunidad a pesar de su atrevido acto y recibió una nueva señal de la fidelidad de Dios; definitivamente Dios es Dios! y sin duda permanece fiel a pesar de que nosotros seamos infieles.

    Este hijo de la promesa, el hijo de Sara y Abraham, seria Isaac, la evidencia del cumplimiento del pacto de Dios con Abraham y su pueblo. Abraham siguió obedeciendo a Dios en la renovación de su pacto y Dios siguió fiel a sus promesas (como siempre claro está). Algo que me encanta en todo esto, aparte del encuentro entre Dios y Agar, es la comunicación tan estrecha y tan directa que podía tener Abram (Abraham) con el Señor; no había intermediarios, era natural; conversaciones espontáneas, fluidas, como dos grandes amigos... En este punto de la lectura estoy: Fascinada.  Aunque yo también disfruto de una relación intima con Dios de otra forma hoy día, como quisiera escuchar su voz! Se que será posible... Pues con El todo lo es!



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