lunes, 28 de marzo de 2016

La Biblia en un año #Dia87

    2° Samuel 11-13


    Existen seres humanos muy correctos, muy íntegros, muy obedientes, muy buenos, muy admirables, pero no dejan de ser eso, seres humanos... Creo que ya saben por donde voy. David y Betsabé; una de las infidelidades más famosas en las escrituras. David era un hombre bueno y justo, pero como cualquiera tenía su debilidad, en este caso, las mujeres. David se interesó en Betsabé, una mujer hermosa pero casada; durmieron juntos y de aquel encuentro Betsabé quedó embarazada. David mandó a llamar a Urías el esposo de Betsabé para conversar con él y embriagandolo trató de convencerlo de que volviese a su casa con esposa mientras todos los demás seguían en campo de batalla, pero Urías se negó. No conforme David con todo lo que ya había hecho y maquinado, le escribió a Joab, jefe de su ejercito, para que una vez que estuviesen en batalla, pusiera a Urías al frente de todos, donde la batalla fuese mas dura, para que lo hirieran y lo mataran. De este modo Urías murió. Cuando la mujer de Urías supo que su esposo había muerto, se llenó de tristeza, y luego de guardar el luto acostumbrado, David la mandó a llamar y se casó con ella. Tiempo después, tuvo su hijo; sin embargo, esta conducta de David desagradó a Dios.

    Dios siempre perdona, pero cada pecado tiene su consecuencia; el Señor le perdonó la vida a David pero le dijo que así como él había tomado a la mujer de Urías a escondidas para acostarse con ella, El entregaría sus mujeres a sus prójimos para que hicieran lo mismo a plena luz del sol, ademas, también estableció Dios que en la familia de David habría muertes violentas, empezando por la del hijo que le daría Betsabé. El niño enfermó gravemente, y a pesar de que David oró, ayunó y clamó; el niño murió. Consolando David a Betsabé su mujer por ésta pérdida, volvió a embarazarla y ella dio a luz a Salomón. Fue tanto el amor de Dios por el niño, que envió al profeta Natán para que les dijera: En mi honor, este niño se llamará Jedidías, que significa “Amado de Dios”.

    Una historia similar sucedió entre algunos de los hijos de David. Amnón estaba enamorado de su hermana Tamar, y mal influenciado (como suele suceder) elaboró toda una estrategia para abusar de ella. Se fingió enfermo y le pidió a David su padre que su hermana fuese a cuidarlo y a alimentarlo, cuando esto sucedió el la forzó y la obligó a tener relaciones sexuales con él. Tamar se fue llorando y gritando, echó ceniza sobre su cabeza y rompió sus vestidos para demostrar su vergüenza. Absalón, el otro hijo de David, le pidió a Tamar que perdonara a su hermano y se la llevó a vivir con él. Desde ese momento Absalón odió a su hermano por lo que también elaboró una estrategia en su contra. Absalón invitó a Amnón a una fiesta y cuando ya estuvo borracho, ordenó a sus sirvientes que lo mataran y así se vengó por lo que le hizo a Tamar.

    Estas dos trágicas y terribles situaciones no sucedieron de la noche a la mañana, poco a poco la pasión fue concibiendo hasta dar a luz al pecado, y siendo consumado el pecado engendró la muerte (Sant. 1:15), tanto en el caso de Urías como en el caso de Amnón. La tentación es una circunstancia presente en la vida de todo ser humano, y sino huimos de ella, daremos pasos hacia la desobediencia y finalmente hacia el pecado; ella se va introduciendo de formas muy sutiles y el pecado puede terminar apoderándose de nosotros tal cual como en la vida de estos personajes. Y aunque digamos: jamás haría tal cosa, realmente nunca sabemos de que somos capaces hasta que finalmente lo hacemos; así que como dicen, es mejor prevenir que lamentar. 

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