martes, 15 de marzo de 2016

La Biblia en un año #Dia75

    1° Samuel 1-3

Llegó la hora de leer al último Juez de Israel en el libro que lleva su nombre, Samuel; aunque para mi, en los 3 primeros capítulos que me corresponden leer hoy, la mayor protagonista es Ana, su madre, una admirable mujer de oración. Ana no podía concebir, y su esposo además de ella, también tenía otra esposa, como se acostumbraba, y ella si podía tener hijos. Este hecho por si solo podría entristecer a Ana, y si lo acompañaban con las burlas y molestias de Penina, la otra esposa de su esposo, pues ya se imaginarán. Su esposo la amaba mucho, a pesar de que no pudiera darle hijos, pero Ana estaba totalmente afligida.

    Ana decidió hacer lo que todos deberíamos hacer cuando estamos tristes y afligidos, orar... "Ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente." (V. 10), esto es lo que la hace tan admirable para mi; ella, tal y como lo dice la escritura: derramó su alma delante de Jehová... Clamó a El y le pidió un hijo varón, el cual le dedicaría todos los días de su vida. Después que Ana oró, comió y no estuvo más triste; esto demuestra la efectividad de la oración a Dios, aun no había sido contestada su petición pero pudo sentir paz en su corazón, como la sentimos cada vez que vamos al Señor y derramamos, al igual que Ana, nuestra alma delante de El. ¿Después de orar uno se siente como livianito no?

    Dios se acordó de Ana y así nació Samuel; después de haberlo destetado, Ana fue a ofrecer sacrificios a Dios y a adorarlo junto a Samuel, quien se quedaría desde ese momento sirviendo al Señor bajo la tutela del sacerdote Elí en el Templo de Dios. Quiere decir que Ana no solo oró, sino que en agradecimiento, cumplió a Dios su promesa de entregarle a Samuel. Su hermoso canto de felicidad podemos verlo en el capitulo N° 2, con una perspectiva totalmente diferente a la de la Ana sufrida, dolida y afligida del capitulo N° 1. Con la llegada de Samuel, el Señor definitivamente cambió su lamento en baile. Ana dio a luz tres hijos más y dos hijas. 

    El Señor desde el tiempo en que los israelitas estaban en Egipto al servicio de Faraón, había escogido a los Levitas para que fuesen sus sacerdotes y lo sirvieran en su santuario por siempre, pero los hijos del sacerdote Elí lo ofendieron de tal manera que estableció que esto ya no sería así; el mismo iba a establecer de allí en adelante, sacerdotes dignos de confianza y que actuaran de acuerdo a su voluntad. Respecto a los hijos de Elí, ambos morirían, y los demás levitas sufrirían, vivirían en angustia y jamás llegarían a viejos pues su maldad no se borraría jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas. Posterior a esto, el Señor llama a Samuel, y Samuel pudo recibir palabra suya y su visión... ¿Grandioso cierto? Samuel creció y siguió sirviendo al Señor, y El no dejó de cumplir ninguna de sus promesas, por eso, todo Israel reconoció a Samuel como un gran profeta de Dios.



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