Josué 1-5
Recuerdo que cuando empecé este reto, los primeros
días de enero, estaba de vacaciones en el trabajo y el trabajo en la Iglesia
estaba un poco reducido mientras se planificaba la programación de este año
nuevo; por eso leía y escribía de forma bastante relajada, a mis anchas como
dicen. En esos momentos pensaba con algo de temor: ¿Cuando tenga todos mis
compromisos a la orden del día podré seguir el reto? ¿Podré manejarlo todo? ¿Cumpliré
con todos mis compromisos añadiendo una publicación diaria en mi blog? ¿Sera
que tendré el tiempo suficiente? Ya saben, todas las preguntas típicas que se
nos vienen a la cabeza cuando queremos iniciar algo y que en verdad debemos
ignorar pues de lo contrario no emprenderíamos nada, ni para Dios ni para
nadie. Digo todo esto porque en estos últimos días todo ha sido así, altamente
comprometido entre mi trabajo secular y mis ocupaciones ministeriales, parece
que cada vez que abro la Biblia debo cerrarla y ocuparme en otras cosas, por lo
que voy leyendo de forma intermitente, pero no me doy por vencida, emprendí
esta visión para Dios y con sus fuerzas la materializaré. (Necesitaba compartir
esto... jaja).
"Esfuérzate y sé valiente; porque tú
repartirás a este pueblo por heredad la tierra de la cual juré a sus padres que
la daría a ellos.", fueron las palabras del Señor para Josué en su nueva
tarea como líder de Israel en el famoso capitulo N° 1 del libro que lleva su
nombre. Josué debía esforzarse y ser valiente en el cumplimiento de la Ley de
Dios como Moisés le había mandado. El pueblo respondió positivamente al nuevo
liderazgo diciendo que harían todas las cosas como Josué las ordenara y que,
así como obedecieron a Moisés lo obedecerían a él. Me llama la atención lo
dicho a Josué no una, sino cuatro veces: esfuérzate y
se valiente; de verdad estos ingredientes eran vitales para el
cumplimiento de su propósito, la escritura no se equivoca.
Josué copió una estrategia de Moisés y envió dos
espías a reconocer la tierra, ellos fueron y entraron en la casa de una ramera llamada
Rahab; el Rey de Jericó quiso encontrarlos, pero esta mujer los escondió y les
dijo que ya ellos se habían ido y que no sabía dónde estaban; los oficiales del
Rey salieron a perseguirlos y ella los mantuvo en su casa por temor a Dios. La
mujer les pidió que, así como ella tuvo misericordia de ellos, ellos
pudiesen tener misericordia de ella y de su familia, y que cuando entrase
el pueblo de Israel a poseer la tierra prometida, pudieran salvarse ella y
todos sus familiares, y los espías estuvieron de acuerdo en protegerlos. Ella
los ayudó a escapar por una ventana con una soga que posteriormente, colgada en
esa misma ventana, sería la señal que daría aviso a ellos cuando todos los
israelitas entraran a la tierra prometida, de no destruir esa casa ni esa
familia, por lo cual, todos sus familiares debían permanecer en esa casa. Ambas
partes se comprometieron a cumplir el trato y luego los espías pudieron volver
donde estaba Josué. Quise compartir este relato porque esta historia me gusta
mucho por varias razones, pero la primera fue que esta mujer, ramera como dice
la escritura, creyó a Dios.
¡Por fin! Estaba el pueblo de Israel acampando en el
Jordán y esperando para cruzarlo. Los Sacerdotes saldrían con el cofre del
Pacto, y con esta señal el pueblo levantaría el campamento y los seguiría;
cuando los sacerdotes tocasen el agua con la planta de sus pies, el río Jordán
dejaría de correr, entonces el pueblo cruzó el río frente a la ciudad de
Jericó. Mientras todo el pueblo de Israel cruzaba sobre terreno
seco, los sacerdotes que llevaban el cofre del pacto de Dios se detuvieron en
medio del Jordán, hasta que todos terminaron de cruzar. Los que cruzaron
hacia la llanura de Jericó fueron unos cuarenta mil hombres en pie de
guerra. Por lo que Dios hizo ese día, todos los israelitas reconocieron a
Josué como un gran líder; lo respetaron durante toda su vida, como antes habían
respetado a Moisés. Los israelitas celebraron la Pascua, y al día siguiente
comieron por primera vez los productos de la tierra de Canaán, ese día el maná
dejó de caer y ellos se alimentaban del producto de la tierra. ¿Qué
perfecto y sabio es nuestro Dios no?
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