viernes, 18 de marzo de 2016

La Biblia en un año #Dia77

    1° Samuel 9-12

    Si quieren un Rey, tendrán un Rey... Así lo dispuso Dios, por lo que Saúl, varón joven y hermoso, perteneciente a la tribu de Benjamín, fue escogido por Dios para gobernar a Israel y para salvarlo de la mano de los Filisteos. Al padre de Saúl se le habían extraviado unas burras, y mandó a Saúl a buscarlas, como no las conseguía, uno de sus criados le habló de Samuel, el profeta de Dios que podía revelar donde estaban los animales. Ellos visitaron a Samuel sólo con la firma intención de que éste les pudiera decir donde conseguir las burras, pero Dios ya tenía determinado algo más... Ya el Señor había revelado a Samuel que hasta él llegaría el hombre que El había escogido como Rey... Esto sin duda me dio una lección; ¿cuántas veces no hemos estado realizando alguna tarea o labor, o hemos estado sumergidos en una situación complicada, sin saber porque Dios permitió que tal situación ocurriera? No creo que Saúl hubiese querido que a su padre se le perdieran esos animales, mucho menos creo que le haya agradado tener que recorrer largos caminos detrás de ellos sin tener éxito en su objetivo, de hecho, señala la escritura que él ya se había dado por vencido y quería regresar a su casa; pero, es evidente que Dios permitió todo esto para que él pudiera encontrarse con su nuevo propósito, ser el Rey de Israel! 

    De esta forma Saúl llega hasta donde estaba Samuel y él ungió a Saúl como el primer Rey de Israel; la Biblia dice que Dios le cambió la vida a Saul, y ya lo creo que si, de hombre común y corriente a Rey de su pueblo. Samuel comunicó a todos los israelitas que Saul era el elegido por Dios para ser su Rey y que no había nadie más que pudiera compararse con él. Los israelitas gritaron a una voz: ¡Viva el Rey! Luego Samuel les explicó cuáles eran los derechos del Rey, y los escribió en un libro que puso en el santuario de Dios.

    Saul, lleno del Espíritu de Dios y acompañado por los israelitas, inicia su primera guerra contra los amonitas; los atacaron y los vencieron, eran trescientos treinta mil israelitas luchando con Saúl. Llegó la hora en la que Samuel comunica su despedida al pueblo, y al hacerlo, les dijo preguntó como había sido su comportamiento con ellos a lo largo de todo su liderazgo; si había sido bueno con ellos, justo o injusto; me maravilla la respuesta de los israelitas: Jamás nos has robado, jamás nos engañaste, ni aceptaste nunca dinero para cometer injusticias. Le pido a Dios que de cara a cualquier reto ministerial que ponga frente a mi, yo pueda ser como Samuel. 

    Finalmente Samuel exhorta a los israelitas con la regla de oro: en la obediencia estará su bendición. "Si ustedes y su rey obedecen y sirven sólo a Dios, él los bendecirá y ustedes vivirán en paz; pero si no lo obedecen, entonces los castigará como lo hizo con sus antepasados" (12:15). ¿Bajo advertencia no hay engaño cierto?




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