miércoles, 6 de abril de 2016

La Biblia en un año #Dia96

    1° Reyes 17-19

    Después de tantas guerras, batallas, desacuerdos,  rebeliones, juicios y reinados; es hora de leer la predicción de un nuevo profeta, Elías, el encargado de anunciar la sequía durante varios años en Israel. Después de que Elías diera este mensaje, el Señor lo mandó a permanecer en el arroyo Querit, que estaba al este del río Jordán para que tuviera agua para beber. Allí ordenó Dios a los cuervos que le llevaran comida a Elías, quienes hacían este trabajo todos los días en la mañana y en la tarde. Tiempo después de que Elías estuviese en el arroyo, éste se secó pues pues había dejado de llover en el país, pero, el Señor tenía todo debidamente dispuesto para cumplir su propósito con Elías en esta tarea (y en todas), así como lo hace ahora con nosotros.

    Dios tenía preparado ya un encuentro entre Elías y una mujer viuda que vivía en la ciudad de Sarepta, a través del cual ambos serían bendecidos. Este episodio de las Escrituras siempre me eriza la piel. Cuando Elías le pidió a la viuda que lo alimentara como Dios le mandó, ella le dijo que solo tenía un poco de pan y de aceite para ella y su hijo, pero cuando Elías le dijo que su petición venía de parte de Dios y que El mismo había establecido que la harina de su tinaja no escasearía, ni el aceite de su vasija disminuiría, hasta el día en que Dios hiciera llover nuevamente, esta mujer "hizo como Elías le había dicho", y comió él, y ella, y su casa, muchos días. En definitiva esta mujer creyó al Señor y fue obediente a sus palabras; me motiva demasiado cuando alguien cree y obedece de esta forma. 
    Después de los tres años sin lluvia era momento de que Elías se encontrara con Ahab, quien le reclamó que a causa de él no había llovido, pero Elías rápidamente le aclaró que la sequía se debía a su desobediencia a los mandamientos de Dios y a su adoración a Baal. En Este momento Elías invitó a todos los hijos de Israel y a los 450 profetas de Baal para demostrar que había un solo Dios verdadero. Tanto Elías como los 450 profetas de Baal debían preparar un toro cada uno sobre leña y no prender fuego; Elías pediría a Dios por el fuego, mientras que los profetas de Baal pedirían a Baal; quien respondiera con fuego era el Dios verdadero. Quien creen ustedes que resultó vencedor? Desde la mañana hasta el mediodía estuvieron los falsos profetas gritando y rogando por fuego, hasta se cortaban la piel con cuchillos, pero nadie contestó. 

    Elías construyó el altar de Dios que estaba derrumbado, con doce piedras, una por cada tribu de Israel; luego hizo una zanja alrededor del altar, acomodó la leña, cortó el toro en pedazos y lo puso sobre la leña e hizo llenar la zanja de agua; Elías pidió que sobre la leña y el animal se echara agua por tres veces, luego oró al Dios verdadero y Dios mandó fuego, y quemó el toro, la leña y hasta las piedras y el polvo; también el agua que estaba en la zanja se evaporó. Cuando todo el pueblo vio eso, se inclinó hasta tocar el suelo con su frente y dijo: ¡El Dios de Israel es el Dios verdadero! Luego de esto, los profetas de Baal fueron atrapados y Elías los mató. Finalmente Elías oró para que lloviera nuevamente, enseguida, las nubes se oscurecieron, el viento sopló fuertemente y cayó un gran aguacero.


    Este seguro y valiente profeta también debió enfrentarse al miedo, luego de este gran pero gran y portentoso hecho, quisieron matarlo y huyó por el desierto para salvar su vida. Elías estaba tan abatido y consternado que le pidió al Señor que le quitara la vida. No lo culpo, realmente era indignante ver que los israelitas le habían dado la espalda al Señor y rindieron culto a otros dioses; ya habían matado a los demás profetas de Dios y solo les faltaba Elías; ni siquiera porque a través de el, Dios les había mostrado ser el Dios verdadero, pudieron reflexionar y cambiar de conducta; si yo fuese Elías quizás también habría sentido que todo lo que había hecho para que ellos reconocieran a Dios y lo adoraran solo a EL, había sido en vano. No obstante, Dios no había terminado con Elías, y durante su huida lo animó, lo levantó, lo alimentó y le habló! Que grande es Dios cierto? Siempre tan amoroso... Tan fiel. Luego de esto, Elías debía regresar para ungir a un nuevo Rey de Israel y a un nuevo profeta que sería su sucesor. Dios estaría con El, así que no había porque temer.


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