jueves, 14 de abril de 2016

La Biblia en un año #Dia104

    2° Reyes 22-25

    Las profecías están por cumplirse; después de la dispersión de Israel hacia Asiria, un sobreviviente Judá es exiliado a Babilonia, y es así como la libertad vuelve a convertirse en cautiverio.  Sea lo que sea, en verdad me produce tristeza y lamento ver como el pueblo amado de Dios tuvo que llegar a esto gracias a su rebeldía indiscriminada; ciertamente la libertad no debe haber sido ni siquiera tal, pues, el pecado, nos hace prisioneros. El día de ayer finalicé mi lectura diciendo que el conocimiento es luz y hoy lo reitero; lámpara es a nuestros pies su Palabra y lumbrera a nuestro camino (Sal. 119:105), el nuevo Rey de Judá, Josías, lo pudo descubrir por sí mismo cuando halló el libro de la Ley de Moisés. Josías quiso que la Nación se volviera a Dios, e inició la reparación del Templo de Dios donde fue encontrado el libro. Cuando Josías leyó lo que estaba escrito en el libro rasgó sus vestidos en señal de desesperación al darse cuenta de las grandes formas en las que habían estado ofendiendo a Dios.

    Este rey piadoso y justo quiso recuperar espiritualmente su nación, compartió lo escrito en el libro de la Ley con todo el pueblo y tanto él como todos los habitantes de Judá se comprometieron a cumplir los mandamientos de Dios; además hizo otras reformas religiosas importantes: quitó del Templo todo lo que se usaba para rendir culto a otros dioses, eliminó los sacerdotes idolatras, quitó del Templo el poste dedicado a Asera y lo quemó, derribó las habitaciones de los prostíbulos de los santuarios paganos, profanó los santuarios paganos donde se ofrecían sacrificios a dioses falsos y los destruyó, quitó de las afueras del Templo las estatuas que habían sido edificadas para adorar al sol y quemó los carros de guerra dedicados al sol, derribó todos los altares paganos, demolió todas las edificaciones de los santuarios; también se deshizo de los mediums y videntes, de los dioses familiares y los ídolos, y de todas las demás prácticas detestables tanto en Jerusalén como en toda Judá. Josías volvió a celebrar la Pascua del Señor que no se había celebrado desde que gobernaban los Jueces en Israel. Nunca antes hubo un rey como Josías, que se volviera al Señor con todo su corazón, con toda su alma y con todas sus fuerzas, obedeciendo todas las leyes de Moisés. Desde entonces nunca más hubo un rey como él. Aun así, el Señor estaba muy enojado con Judá, debido a todas las perversidades que Manasés había hecho para provocarlo; por eso expulsaría a Judá de su presencia y rechazaría a Jerusalén. 

    el Señor mandó contra Judá bandas de saqueadores babilonios, arameos, moabitas y amonitas a fin de destruirla, tal como lo había prometido por medio de sus profetas. El rey Nabucodonosor y sus oficiales sitiaron Jerusalén y la tomaron; Nabucodonosor se llevó todos los tesoros del templo del Señor y del palacio real, sacó todos los objetos de oro que el rey Salomón había puesto en el templo y se llevó cautiva a toda la población de Jerusalén. Nabucodonosor además quemó por completo el templo del Señor haciéndolo pedazos, y se llevaron todos los recipientes, utensilios y objetos que estaban allí dentro; destruyeron también el palacio real y todas las casas de Jerusalén, y derribó todos los edificios importantes de la ciudad. Los sacerdotes, los oficiales y los consejeros personales del rey fueron ejecutados y así fue como todo Judá fue llevado al destierro. En este punto de la lectura me encuentro: triste. 

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