jueves, 14 de abril de 2016

La Biblia en un año #Dia103

    2° Reyes 18-22

    Durante más de 200 años y 19 reinados el Señor prolongó su misericordia a un pueblo que indiscriminadamente le mostró a El su desobediencia; los israelitas habían decidido muy impetuosamente no seguir los mandamientos de Dios y fueron tan igual o peores que las naciones que años atrás el mismo Dios había mandado a sacar de la tierra prometida a causa de sus iniquidades y pecados. Eso sinceramente me recuerda que estamos en este mundo pero no somos de este mundo... Y me hace reflexionar si estoy pareciéndome a mi Dios o al sistema que me rodea; después de todo, la adoración a otros dioses no es solo rendir culto a imágenes de barro o yeso, son muchas cosas las que pueden apartarte de la verdadera adoración en Espíritu y en verdad que el anhela de todos sus hijos, de sus escogidos para salvación. ¿Sera un empleo? ¿Una pareja? ¿Un hijo? ¿El dinero? ¿la casa? ¿la desidia? ¿el desanimo? ¿la flojera? ¿la carne? ¿Quién es nuestro verdadero Dios? ¿En quien estamos poniendo el centro de todos nuestros intereses? ¿Quien dirige nuestros propósitos? Creo sinceramente, con respeto a los que disientan de mi opinión, que todo aquello que abarque u ocupe más espacio en tu vida y en tus intenciones (pensamientos, palabras y acciones), que el verdadero Dios, te aleja de una adoración genuina.

    Oseas estaba reinando en Israel y Ezequías comenzó a reinar en Judá; este rey si obedeció a Dios en todo, confió en El y obedeció sus mandamientos; además quitó los pequeños templos de las colinas en donde la gente adoraba a los dioses, y destruyó todas las imágenes de Astarte. Durante el séptimo año de reinado de Oseas en Israel, Salmanasar, rey de Asiria, rodeó la ciudad de Samaria y tres años después se apoderó de ella. Esto sucedió porque los israelitas no obedecieron la ley que Dios les había dado por medio de Moisés, ni fueron fieles al pacto que habían hecho con él. Luego, Senaquerib, rey de Asiria, atacó a todas las ciudades fortificadas de Judá y las tomó; se burló de Ezequías, del Dios de Judá y los desafió. Ezequías, muy triste fue al Templo y le pidió a los ancianos y sacerdotes que fuesen a ver al Profeta Isaías; Isaías les respondió que no tuvieran miedo pues Dios los iba a salvar. Ezequías oro al Señor, una oración hermosa que se encuentra entre los versículos 15 y 19 del capitulo 19; Isaías le dijo a Ezequías que Dios había escuchado su oración, Senaquerib no entraría a Jerusalén. Esa noche, el ángel de Dios fue y mató a ciento ochenta y cinco mil soldados del ejército asirio; entonces Senaquerib regresó a su país y se quedó en la ciudad de Nínive.

    Luego de esto, Ezequías enfermó gravemente y estaba por morir; luego oró y lloró con mucha tristeza. Dios mandó a decir a Ezequías por medio de Isaías que había escuchado su oración y había visto sus lagrimas, por lo que lo sanaría y le daría 15 años más de vida y que por amor a si mismo y a David, lo salvaría a él y a Jerusalén del poder del rey de Asiria. Todos vivirían seguros mientras Ezequías fuese rey, no obstante, el profeta Isaías anunció a Ezequías que en un futuro serían llevados cautivos a Babilonia y allí se llevarían todo lo que había en Jerusalén. Luego de la muerte de Ezequías reinó su hijo Manases en su lugar durante 58 años. Este rey no fue recto delante de los ojos de Dios como su padre, de hecho, reconstruyó los templos de adoración a dioses falsos que su padre había destruido y empezó a adorar a los astros del cielo, construyendo para ellos altares de adoración en el propio patio del Templo de Dios. Manases puso la imagen de la diosa Astarte en el templo de Dios, practicó la hechicería y la brujería, y se hizo amigo de los espiritistas y los brujos; también hizo quemar a su hijo como un sacrificio e hizo que los israelitas cometieran peores pecados que los que habían cometido las naciones que Dios había destruido cuando los israelitas llegaron a la región. Su comportamiento fue tan malo y vergonzoso, que Dios anunció que causaría terribles daños a Jerusalén y sería completamente destruida. 

    Ezequías y Manases... Vivos ejemplos de la obediencia y la rebeldia a los mandamientos de Dios. Uno con un reinado estable, protegido por Dios, prosperado, con prolongación de vida; y otro lleno de idolatría, muerte, juicio, y castigo. La bendición de la obediencia y los padecimientos de la sublevación son tan evidentes que no entiendo como de forma tan natural una persona puede seguir apoyándose en conductas y prácticas que solo traen desventuras y desgracias. El conocimiento es luz, y nada más resplandeciente que la Palabra de Dios que conduce a toda verdad.




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