miércoles, 20 de abril de 2016

La Biblia en un año #Dia109

     1° Crónicas 22-27


    A pesar de que David hubiese asumido con humildad y obediencia el hecho de que seria su hijo Salomón y no él, quien fuese el encargado de levantar el Templo de adoración para Dios; Salomón aun era joven y sin experiencia, por este motivo, David quiso ayudarlo y contribuyó en la preparación del Templo, pues el mismo debía tener una estructura magnifica, gloriosa y reconocida en el mundo entero. Antes de morir, David le comunicó a su hijo cual había sido la voluntad de Dios respecto al Templo y además le dio instrucciones para su construcción y todos los materiales que había logrado reunir para edificarlo: 3400 toneladas de oro, 34.000 toneladas de plata, y tanto hierro y bronce que era imposible pesarlos; además de madera y piedras para las paredes. David ordenó también a todos los lideres de Israel que ayudaran a Salomón en este gran proyecto. Salomón contó con toda la provisión necesaria para cumplir su primer propósito como futuro rey de Israel, y todo gracias a su padre; quien tuvo cuidado de cada detalle y se esmeró por bendecir a su hijo en el cumplimiento de la voluntad de Dios para su vida y eso, vuelve a hacerlo un hombre admirable. Que maravillosos los padres que brindan esta clase de apoyo; yo gracias a Dios tengo esa fortuna.

    Veinticuatro mil Levitas fueron escogidos por David para dirigir la obra del Templo, seis mil para ser oficiales y jueces, cuatro mil para ser porteros, y otros cuatro mil para encargarse de alabar al Señor con los instrumentos musicales que David había mandado hacer con ese propósito (la alabanza siempre presente). El servicio, el cuidado y las labores en la casa de Dios son importantes desde estos días; David prestó especial interés en que los Sacerdotes cumplieran sus responsabilidades en cada uno de sus oficios dentro del Templo, por lo que se establecieron turnos para que cada uno cumpliera sus obligaciones según las normas del Señor; asimismo, hizo con los músicos y cantores, quienes comunicaban mensajes proféticos acompañados de arpas, salterios y platillos para dar gracias y alabar a Dios. También se ordenaron los porteros y otros funcionarios encargados de servir en el Templo. Esta lectura me invitó a hacer un recorrido imaginario por mi Iglesia un domingo de Escuela Dominical; vi a los músicos, los ujieres, los maestros, las secretarias, los encargados del sonido, los tesoreros... En verdad un Templo requiere de una excelente calidad de servicio que provea una adoración excelente para un Dios excelente. Pido a Dios que los que hemos sido escogidos por Dios para el ejercicio de cualquiera de estas funciones, lo hagamos cada día con mayor interés, amor y disposición. 

David quiso tener un reino completamente organizado, eso sigue hablando muy bien de él; enumeró a los israelitas según los jefes de familia, jefes de batallones y de compañías, y oficiales que estaban a su servicio para todo lo relacionado con las divisiones militares que servían por turnos mensuales durante todo el año. Cada división estaba formada por veinticuatro mil hombres. También estableció trabajadores para que estuviesen al frente de los viñedos, de los olivares, de los bosques de las higueras, de los depósitos de aceite, del ganado, de los camellos, de los asnos y de las ovejas; todas estas personas estaban encargadas de la administración de los bienes del rey David. Sin duda David era un hombre preparado, cuidadoso, planificado y con visión de futuro. Buen padre, buen líder, buen administrador, buen siervo de Dios... En este punto de la lectura me encuentro: Maravillada. 




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