miércoles, 20 de abril de 2016

La Biblia en un año #Dia107

    1° Crónicas 10-16

    Dios estableció para Saúl un reinado fuerte y sólido que duraría para siempre; hecho que no pudo materializarse debido a la desobediencia de este rey rebelde, por esta razón aún durante su reinado el Señor escoge un próximo Rey que si le mostraría fidelidad; y cuando Saúl muere, David ocupa su lugar. David y su ejercito conquistaron Jerusalén y luego David la llamó: ciudad de David. David tenía más y más poder, pues el Dios todopoderoso lo ayudaba. El capitulo número once menciona a los "soldados más valientes en el ejercito de David", y el número doce habla de "los aliados de David" (TLA); demostrando con verdades bíblicas que este rey nunca estuvo solo en el ejercicio de su mandato. Encontrándose David en una cueva, sus tres hombres más valientes arriesgaron su vida para llevarle agua para beber; David era poderosamente protegido por su ejercito,  y probablemente sin esta corte real, no habría alcanzado tanto éxito como rey, después de todo, solo puedes llegar más rápido, pero acompañado puedes llegar más lejos. Esto, y otras palabras que me ha dado Dios en las ultimas semanas, me confirman lo importante que es valorar la presencia de otros en tu vida; bien sea en la familia, el Ministerio, en el trabajo o en la vida en general; Dios no quiere pequeñas islas de hombres sino grandes puertos donde El y su Palabra puedan anclar.


     David se enfrentó a los Filisteos, por lo que buscó dirección de Dios y el Señor le indicó como debía derrotarlos, David le obedeció y el Señor le entregó la victoria; la fama de David fue extendida luego de esto y puso Dios temor de David sobre todas las naciones. Parece que no es tan malo obedecer ¿cierto?. David propone traer el Arca de Dios a Jerusalén y todos en el pueblo estuvieron de acuerdo. Mientras trasladaban el Arca, David y todo el pueblo se regocijaba con cánticos, arpas, salterios, tamboriles, címbalos y trompetas; sin embargo, esta primera vez que David intentó trasladar el Arca, fue tropezada por los bueyes y alguien al querer sostenerla fue herido por Dios y murió; por eso David tuvo miedo y prefirió dejarla un tiempo en casa de Obed-edom, donde permaneció durante tres meses y estando allí bendijo Dios su casa y todo lo que este hombre tenía. Al volver a movilizar el Arca, David construyó primero una tienda especial donde iba a permanecer y también congregó a los Levitas en Jerusalén para que la llevaran y para que le sirvieran a Dios allí perpetuamente, por lo que les pidió que se santificaran para poder cumplir estas funciones. David lo hizo así esta ultima vez para seguir las ordenanzas de Dios y no ocurriera de nuevo lo que había ocurrido en principio. En definitiva, siempre debemos hacer las cosas a la manera de Dios. A veces lo aprendemos con la experiencia de otros, y en ocasiones debemos descubrirlo al sufrir una consecuencia no deseada, como le ocurrió a David en este caso.

    El Arca de Dios fue trasladada y finalmente fue colocada dentro de la carpa especial que David le había preparado; todos presentaron sus ofrendas a Dios y además fueron designados por David los Levitas que iban a dirigir al pueblo en la adoración al Señor, éstos tocaban címbalos y trompetas continuamente ante el Arca. La alabanza constituía una parte vital para David en la adoración, así que no podía dejarse por fuera. Ese día cantó David un canción en agradecimiento al Señor que podemos encontrar también en el libro de los Salmos con el número 105: Den gracias al Señor y proclamen su grandeza; ¡Canten a El! David tenía un corazón de adorador, y esto, tenía mucho más que ver con la obediencia que con la música. 


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