lunes, 29 de agosto de 2016

La Biblia en un año #Dia211

    Isaías 52-57 

    Desde hace tres días no he podido volver a escribir pues he estado un poco comprometida con mis actividades Ministeriales, ya saben, el que ama al Señor, ama también su obra; sin embargo, ya estoy lista para retomar mis lecturas y mis reflexiones, pues, ya a más de 200 días, este reto se hizo su propio espacio en mi y la verdad lo extraño cuando no puedo hacerlo. Ya sabemos algo maravilloso: Dios libraría del cautiverio a Sión, ¡Que gran alivio! ¿Cierto? El sabor de la libertad después de haber permanecido tanto tiempo prisionero es en verdad inefable.Vestida de ropa hermosa y de fuerza se levantaría Jerusalén para salir de la esclavitud, y ya no entraría por sus puertas la gente impura que no temía a Dios; las ruinas de Jerusalén cantarían de alegría, y recibirían consuelo por parte de Dios; el Señor manifestó su santo poder ante los ojos de todas las naciones, y todos los confines de la tierra vieron la victoria de nuestro Dios. El despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto, sufriría y soportaría todo en obediencia al plan de Dios; llevando todas las enfermedades, y sufriendo con valentía todo el dolor  del mundo entero; el azotado, herido y abatido por todas nuestras rebeliones, y molido por todos nuestros pecados, llevó sobre sus hombros el castigo de nuestra paz, y por su llaga hemos sido curados.

    Aunque Jesucristo nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca; Jehová quiso quebrantarlo, y su vida fue  puesta en expiación por el pecado; no podemos nunca olvidar esto: Él no lo merecía, ese era nuestro lugar; tanto nos amó Dios que tuvo el deseo de remover nuestras culpas en el padecimiento de su único hijo; fue oprimido y tratado con crueldad, y aún así, no dijo ni una sola palabra. Como cordero fue llevado al matadero, y como oveja fue en silencio ante sus trasquiladores, no abrió su boca; al ser condenado injustamente, se lo llevaron, a nadie le importó que muriera sin descendientes; ni que le quitaran la vida a mitad de camino; herido fue de muerte por la rebelión del pueblo de Dios; no obstante, cuando su vida fuese entregada en ofrenda por el pecado, tendría un gran linaje, y disfrutaría de una larga vida; pues en su mano, la voluntad de Dios sería prosperada. Cuando Él viese todo lo que se logró mediante su angustia, quedaría satisfecho; y a causa de lo que sufrió, haría posible que muchos fuesen contados entre los justos, porque cargaría con todos sus pecados. Gracias a todo su enorme, extraordinario y hermoso sacrificio y a su exposición a la muerte, Dios mismo declaró que le rendiría los honores de un soldado victorioso. El amor de Dios hacia Jerusalén era eterno, y ahora ella, la esteril que no daba a luz, levantaría canción y daría voces de júbilo; iba a olvidarse de la verguenza de su juventud, y de la afrenta de su viudez, ya no tendría más memoria. Ahora su esposo, Jehová de los ejércitos, le daría muchos hijos, y su Redentor, el Santo de Israel, Dios de toda la tierra sería llamado; porque como a mujer abandonada y triste de espíritu los llamó Dios, y como a la esposa de la juventud que había sido repudiada, los recogió con enormes misericordias. Así como juró Dios, en tiempos de Noé, que nunca más permitiría que un diluvio cubriera la tierra, también juró que nunca más se enojaría con Israel, y que nunca más los castigaría. Las montañas podrán moverse y las colinas desaparecer, pero aun así el fiel amor de Dios por sus hijos, permanecerá; su pacto de bendición nunca será roto, dice el Señor, quien tiene misericordia de ti. 

    La Salvación de Dios está totalmente disponible, no solo Jerusalén pudo y podrá disfrutar de ese hermoso regalo, sino que la misericordia gratuita de nuestro Padre Celestial se extiende a todo aquel que cree; ¿Lo harás tu? A través de ese sacrificio eterno de perdón y restauración, podemos encontrar vida y disfrutar de ese amor inagotable prometido al linaje de David. Busquemos al Señor mientras pueda ser encontrado y llamémoslo ahora, mientras está cerca; volvamos nuestros rostros a Dios, y Él nos perdonará con generosidad. El Alto y majestuoso que vive en la eternidad, el Santo, dice: Yo vivo en el lugar alto y santo con los de espíritu arrepentido y humilde; restauro el espíritu destrozado del humilde y reavivo el valor de los que tienen un corazón arrepentido. Todas estas profecías dadas por Dios a Isaías referentes a Jesucristo, el gran Salvador del mundo, fueron predichas por el Profeta 700 años antes de que ocurriesen, y tal cual como Isaías estableció el gran mensaje de consuelo, redención y misericordia mediante el Mesías, la Palabra fue exactamente cumplida en todos sus términos, pues Dios no miente; en palabras del mismo Jesús en la tierra: nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Ya Él mismo lo sabía, que esa triste cruz cargada de pecados, sería el símbolo de amor más inmenso para toda la humanidad. Yo siempre amaré esa cruz... Gracias Dios, gracias Jesucristo. Eres incomparable.


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