miércoles, 10 de agosto de 2016

La Biblia en un año #Dia196

    Alto de Adoración semanal... 


    Es momento de otro alto de adoración semanal, y les comparto que esta vez si estoy con las pilas puestas para ponerme al día; ya terminé Eclesiastés, leí Cantares y voy por el segundo día de Isaías; y solo puedo decir que ser Profeta no es nada fácil, ¿Cierto? Y en eso si que he estado reflexionando últimamente aún sin empezar a leer este Libro. Tengo una hermana y amiga con este don, y ya el Señor ha empezado a usarla para hablarle a sus hijos, y repito: No es nada fácil ser Profeta; sin embargo, estoy totalmente segura de que el Señor también beneficia y galardona con poder a todos los que de forma valiente y obediente ejercen este llamado y cumplen su voluntad; después de todo, como generalmente digo, cuando conocemos a Cristo y pasamos a las filas del ejercito de Dios, ya no nos pertenecemos a nosotros mismos, y es Él quien hace en nuestras vidas en las formas y en los términos que a Él le parece. Sé que los Profetas desde la antigüedad han sido perseguidos, despreciados, atacados y hasta destruidos, pero también sé el peso de honra que trae el cumplir con la misión dada a sus vidas, y eso es sencillamente incomparable; pues para todo hijo de Dios, el vivir es... Cristo. 

    Hoy reflexionaremos también en el Salmo N° 61, un Salmo con tan solo ocho breves versos, pero en el cual, David, su autor, esboza de manera formidable su confianza en la protección de su Creador. El Señor había sido siempre el refugio seguro de David, una torre fuerte delante de sus enemigos, ¡Y vaya que los tuvo! Sin embargo, él, siempre tuvo esa fuerza, que sin duda solo puede venir de Dios, para mantenerse confiado bajo la cubierta de las alas de sus alas. En angustia, David clamó a Dios y rogó por su intervención divina; en tiempo de paz, adoró a Dios en su Santuario; en la alegría, alababa al Señor con himnos y le prometía servirlo para toda la vida. Esta es la herencia de los que temen su nombre: seguridad, confianza, protección y refugio para siempre. ¡Aleluya!


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