Isaías 1-4
Hoy siento que es un día extra
especial, empezaremos a leer las profecías y eso me emociona un poco. Isaías es
un libro HERMOSO, siempre me ha gustado y sé muy bien la razón; él es el primer
profeta encargado de anunciar la salvación de Dios al mundo por medio de
Jesucristo, y eso, para mí, como eterna enamorada de compartir las Buenas
Noticias, es algo cautivante. Mi ministerio como maestra de las Escrituras
aunque es bastante naciente, siempre ha estado enfocado en el área de
evangelismo, y es que de verdad, quizás suene repetitivo, pero AMO hablar de
Jesús; siempre, todo, se reduce a Él. De hecho, hasta ahora me esforcé lo
suficiente para apegarme sólo a lo leído en estos meses anteriores, pero ahora
me siento mucho más libre para escribir acerca de mi Rey, mi amor, mi Señor...
¡Mi vida entera! Y pues, ya empecé a hacerlo. Isaías Profetizó durante la crisis causada por la expansión
del Imperio asirio, y escribió por
lo menos la primera parte del texto bíblico que lleva su nombre; el cual aseguro que me encantará
leer. Israel, una nación pecadora que con su incesante rebelión
provocó la ira de Dios; Israel fue destruido por sus enemigos, y Jerusalén fue
abandonada; este pueblo ofrecía sacrificios y ofrendas a Dios pero Él
estaba hastiado por su maldad; era tanto su pecado que el Señor ya no
podía soportarlo; y es que en verdad nada hacemos con servir, cantar, ofrendar
y levantar manos en oración a Dios, cuando no tenemos un corazón limpio, justo
y agradable a Él.
Israel, después de haber sido una esposa fiel, se había
convertido, en palabras del Profeta, en una ramera; por eso, era la hora de
la disciplina y el castigo; el Señor volvería contra ellos su
mano, y limpiaría todas sus impurezas; así como también restauraría sus
habitantes como en principio, para que volviese a ser llamada ciudad de
justicia, ciudad fiel. El Señor no solo ofreció juicio, porque el no solo
manifiesta su ira, antes bien, somos beneficiados de sus múltiples
misericordias; Jerusalén si iba a ser rescatada, pero sólo aquellos que se
arrepintieran y obedecieran, serían librados del castigo con su gran poder.
Israel se había llenado de adivinos que llegaron desde Asiria y Babilonia,
estaban haciendo brujerías y practicaban negocios sucios con extranjeros;
la nación estaba repleta de ídolos y todos los adoraban.
Entonces, el Profeta anunció el inminente castigo para aquellos que se
habían rebelado contra Dios, ese día, todos
los ídolos serían destruidos y solo Él sería adorado.
Isaías les advirtió a todos los habitantes de Judá y Jerusalén que Dios
enviaría juicio sobre ellos, dejándolos sin pan ni agua; la nación
sería derrumbada y puesta en ruinas por sus múltiples ofensas contra Dios,
tanto así, que ninguno de ellos iba a querer ser su gobernante, pues nadie iba
a poder arreglar tal desastre; todos eran tan culpables que el Señor los
comparaba con Sodoma, y así como a ellos, nada bueno les esperaría. Dios
castigaría a los malos gobernantes que abusaban del pueblo, a las mujeres
orgullosas y vanidosas, a los guerreros que peleaban en batalla, al juez, al
Profeta, al rico, al consejero, todos llorarían y la ciudad quedaría
abandonada; iban a quedar tan pocos hombres, que las mujeres se pelearían por
ellos. No obstante, también anunció el Profeta, que Dios perdonaría a Israel,
que no todos iban a ser castigados, y que aquellos que quedaran con vida, iban
a ser llamados: Pueblo elegido por Dios; cuando ese día llegara, iban a ser
prosperados y a vivir bien. Cuando el Señor dictase esa sentencia en contra de
Israel para castigar a su pueblo, perdonaría a esos habitantes de Jerusalén de
los crímenes cometidos, y los protegería del calor, de la lluvia y de la
tempestad; ¿Saben cómo? Con una nube durante el día, y con una llama de fuego
durante la noche. ¿Les trae eso recuerdos? No olvidemos algo: Dios siempre
muestra su compasión con su pueblo, aun siendo nuestros pecados como la grana,
como la nieve son emblanquecidos; y si fueren rojos como el carmesí, los
convierte en blanca lana. DIOS ES BUENO.
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