jueves, 25 de agosto de 2016

La Biblia en un año #Dia210

    Alto de Adoración semanal...


    En esta última semana hemos estado leyendo las palabras de un Dios herido, decepcionado, y lastimado; Él había amado a Israel desde que llamó a Abraham y a Sara para hacerlos padres de esta nación, y confirmó en ellos su pacto; había predestinado para ellos un futuro brillante, lleno de bendiciones y galardones, pero como bien dicen: solo puede lastimarte la persona que realmente amas; y justo así sucedió en el corazón de Dios con las grandes ofensas que el pueblo hebreo hizo a su nombre adorando falsos dioses, lo que despertó su dolor, y también su ira. Los israelitas fueron merecedores de un muy lamentable castigo que consistió en hurtos, robos, muertes, hambre, sed, destrucción, destierro, y cautividad; sin embargo, no podemos permanecer para siempre airados con las personas que amamos, ¿Cierto? Y si de algo puedo estar segura, es del gran amor de Dios por su pueblo, por sus escogidos, por sus santos; Él mismo declaró que por el amor y la honra de su nombre, contendría su enojo y no los destruiría por completo; Israel fue refinado en el horno del sufrimiento, como muchas veces nos ha tocado a nosotros, y fue rescatado por amor al Santo nombre del Señor, por amor a si mismo ellos no podían ser totalmente arruinados, y hoy, tampoco lo seremos los que mantenemos firme nuestra confianza y nuestra esperanza en Él.

    Israel sería salvo a través del gobierno de un Rey justo, el más justo de todos, el único e incomparable Príncipe de Paz, nuestro hermoso Mesías; Él, con su llegada, pondría todas las cosas en orden, y es que cuando Jesucristo llega, nada ni nadie puede mantenerse igual, Él todo lo transforma. Ese reinado de justicia fue maravillosamente descrito por Salomón en el Salmo N° 72 que nos corresponde leer en este alto de adoración semanal, y menciona a un Rey que rescata a los pobres y ayuda a los oprimidos que no tienen quién los defienda; que siente compasión por los débiles y los necesitados, y con su amor los rescata; Él redime de la opresión y la violencia, porque todas las vidas le son preciosas. Todas las naciones son bendecidas por medio de su presencia, y su glorioso nombre permanece para siempre. El Señor, el Redentor y Santo de Israel, hizo mucho más que devolverle la vida a su pueblo, también se hizo luz para nosotros los gentiles, y llevó su Salvación a los confines de la tierra. En el momento precioso Israel recibió la promesa de su restauración, los prisioneros salieron en libertad y los que estaban en tinieblas vieron la luz; el Señor en su misericordia los guió junto a aguas frescas, y convirtió sus montes en senderos llanos para ellos. El Señor todopoderoso tiene compasión de sus hijos, hoy y siempre, recuerda: El Señor todopoderoso tiene compasión de sus hijos. Sigue confiando, sigue creyendo, sigue esperando; tu desierto florecerá como el edén y allí encontrarás gozo y alegría.


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