martes, 2 de agosto de 2016

La Biblia en un año #Dia190

    Proverbios 25-29

    Al parecer hoy es día de hablar de lideres y gobernantes, tema por cierto difícil para la mayoría de los venezolanos en estos tiempos; pero escribiré como siempre intento hacerlo, desde la perspectiva de las Escrituras y no desde los escenarios que me rodean. Las lecciones morales de Salomón que encontramos en el Libro de Proverbios, no solo sirven para proveernos de excelentes beneficios a nosotros mismos como individuos, sino que también enseñan a reyes y gobernantes las formas como debe ser dirigida una nación y como proveer estabilidad a sus ciudadanos. Señala la Palabra que Ezequías, rey de Judá, copió estas lecciones y las estableció durante su reinado; Ezequías gobernó en Judá luego de Acáz su padre, quien había hundido a Judá en la más terrible desgracia espiritual, moral y aún territorial, producto de su ensoberbecida rebeldía hacia los principios de Dios; cuando Ezequías tomó el poder, quiso hacer lo recto delante de los ojos de Dios y seguir sus instrucciones y sus mandamientos, lo que hizo que la nación fuera prosperada y levantada de la terrible ruina en la que Acáz la había sumergido. Ezequías actuó siempre de acuerdo a la Ley del Señor, por esta razón tuvo éxito en todo cuanto hizo y su reino fue afirmado en justicia. Cuando los hombres que gobiernan una nación cultivan los principios de la sabiduría de Dios, sin duda esa nación es enormemente bendecida; no obstante, al necio no le conviene la honra, y las maldiciones que lo persiguen, siempre serán causadas por su propia insensatez; de este modo, los que estén bajo su cuidado y tutela, también serán llevados por el terrible camino de la destrucción. 

   En un país lleno de maldad todos se creen líderes, pero el gobernante capaz logra poner el orden que solo se consigue buscando la voluntad de Dios; pues seguir la Ley del Señor es demostrar humildad e inteligencia. Todo el que obedece los principios de Dios, también se opone directamente a los planes de los malvados, mientras que aquellos que se apartan de la Ley, hasta los aplauden, porque no entienden nada acerca de la justicia. Tal y como en el caso del malvado Acáz, el gobernante que es egoísta, que no piensa en el bienestar de su nación, y solo piensa en dañar y robar, finalmente termina maltratando a sus ciudadanos como un león hambriento que despedaza a su presa; al contrario, el fiel a Dios y a su pueblo, como Ezequías, vive largos años en la bendición de Dios. La vanagloria, el amor al dinero, la corrupción, los hurtos, el maltrato, el orgullo, la desobediencia, al final solo causan desgracia, tanto al que gobierna como a los gobernados, pero el que busca honrar los mandamientos de Dios con su conducta fiel, sencillamente prosperará. Cuando gobiernan los malvados, el pueblo gime de tristeza, pero cuando hay prosperidad el pueblo goza, pues el rey que hace justicia da seguridad a su país; y así como lo dice la escritura: Hacer el bien trae alegría, y Dios bendice a los que obedecen su Ley. 


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