lunes, 15 de agosto de 2016

La Biblia en un año #Dia202

     Isaías 24-27


    Para el tiempo de estas profecías, la tierra se había contaminado bajo sus moradores, pues traspasaron las leyes, falsearon el derecho, y quebrantaron el pacto eterno; por esta causa, la maldición consumió la tierra, y sus habitantes fueron asolados y consumidos; a todos les pasaría lo mismo: al sacerdote y al pueblo, a los amos y a los esclavos, al que compra y al que vende, al que presta y al que pide prestado, al rico y al pobre; la tierra quedaría totalmente arruinada, el Dios de Israel juró que así lo haría. Los habitantes de la tierra se habían comprometido a obedecer por siempre a Dios, pero ninguno cumplió con ese pacto; todos pecaron, y por eso la tierra estuvo bajo maldición y muy pocos quedarían con vida; los pocos que se salvaran gritarían y saltarían de alegría, por todos los rincones del mundo se oirían cantos de alabanza para el Dios que ama la justicia. Isaías se lamentó porque a los habitantes del mundo solo les esperaba el terror y las trampas, pero no dejó de alabar a Dios mientras ejecutaba su Ministerio, diciendo: Tú eres mi Dios, yo alabo y bendigo tu nombre, porque has realizado planes admirables que prometiste desde tiempos antiguos.

    Dios es Dios, y sus con su poder pondría fin al canto de victoria de los tiranos, y luego prepararía un banquete para todas las naciones, con ricos manjares, comidas deliciosas, y los mejores vinos. El Señor acabaría con la tristeza, secaría toda lágrima y destruiría para siempre el poder de la muerte, borrando así la vergüenza de su pueblo en toda la tierra. Cuando eso sucediese todos dirían: ¡Gritemos de alegría porque Dios nos ha salvado! Después de todo esto, por los portones de Jerusalén entraría un pueblo justo y fiel; los orgullosos y rebeldes recibirían su castigo, pero Dios haría vivir en paz o los que confiasen en Él. El castigo ciertamente hace sufrir, pero en ocasiones es necesario para volvernos a Dios a pesar de nuestro dolor, y de ese modo, el Señor también nos demuestra la grandeza de su poder, con el cual nos salva, nos hace vivir nuevamente, y nos llena de alegría. Dios perdonaría a los israelitas siempre y cuando ellos pudieran destruir esos despreciables altares donde adoraban a otros dioses, todos los enemigos de Judá serían castigados, y el pueblo de Dios, una vez más sería liberado, pues hay algo que debemos tener bien claro: Todos los juicios para los hijos de Dios, son para restauración, y nunca seremos sometidos a tiempo de prueba sin tener conjuntamente una gran salida. Él es FIEL. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario