miércoles, 10 de agosto de 2016

La Biblia en un año #Dia197

    Isaías 5-8    

    Nuestro Dios también tiene bastante de poeta y compositor, mejor dicho, Él tiene bastante, mucho y lo suficiente de todo. Escribió una canción para dedicársela a todo su pueblo, que hablaba acerca de un amigo que plantó una viña en un terreno muy fértil, removió la tierra, le quitó las piedras y plantó semillas de la mejor calidad; Puso una torre en medio del terreno y construyó un lugar para hacer el vino; ese amigo esperaba uvas dulces, pero sólo cosechó uvas agrias. Entonces, Dios dijo a los israelitas, ustedes son viña, mi plantación más querida, y díganme: ¿Quién tiene la culpa de sus malas acciones? ¿Ustedes? ¿O yo? Si todo lo que tenía que hacer por ustedes lo hice, asimismo esperaba que hicieran lo bueno y no fue así. Ahora, el Señor tomaría sus acciones, dejaría de protegerlos para que los destruyeran, derribaría sus muros para que los pisotearan, y los dejaría abandonados para que pasaran hambre y sed. El profeta Isaías anunció seis amenazas: contra los que abusaban de los pobres, contra los borrachos, contra los malvados, contra los engañadores, contra los creídos, y contra los que practican la injusticia; para todos ellos sería el lamento, porque el Dios todopoderoso los haría pagar por el desprecio a sus mandamientos. La invasión de los enemigos en la nación Israelita, fue permitida por Dios, él estaba seriamente enojado con su pueblo, y los soldados de esa nación enemiga atendería pronto a su llamado para atacar a Israel, por lo que la nación sería destruida. Algo si es seguro, todo lo que vivimos, sea malo o sea bueno, es permitido por nuestro Dios, y todas nuestras acciones tienen consecuencias; ciertamente el Señor es muy amplio en misericordia, pero también reprende y disciplina a todo aquel que recibe por hijo, aunque ese no sea nuestro tema favorito en las Escrituras. Mi mamá me decía, cuando desobedecía: Aprende por las buenas, no esperes que el Señor tome medidas extremas; y créanme que esas palabras las tengo bien grabadas en la mente.

    El llamado de Isaías a profetizar es hermoso, fue mediante una visión donde el Profeta vio a Dios en el Templo sentado en un trono muy alto, con una capa que cubría todo el Templo, además vio unos serafines que volaban por encima de Dios y alababan su nombre; Isaías creyó que iba a morir pues siendo pecador, estaba viendo al Rey del universo, pero en ese momento, uno de los serafines voló hacia él, y con una brasa que había tomado del fuego del altar, le tocó los labios y le dijo: con esta brasa, Dios ha quitado tu maldad y ha perdonado tu pecado. Entonces, Isaías oyó la voz de Dios que decía: ¿A quien enviaré, y quien irá por nosotros? Entonces él respondió: Heme aquí, envíame a mi. Isaias le preguntó al Señor, por cuanto tiempo iba a tener que llevar ese mensaje, y el Señor le dijo: Hasta que todo sea destruido y la ciudad quede sin habitantes, hasta que yo mande el pueblo fuera de su tierra, y el país quede abandonado; pero unos pocos israelitas quedaran con vida, y de ellos saldrá un pueblo obediente y fiel. Esta escena de la visión de Isaias y de su encuentro con Dios, tenia que compartirla; me llena de fe, de aliento, de fuerza; me emociona, me motiva, ¡Me hace creer! Y también me invita a buscar la presencia de Dios para poder escuchar su voz, conocer su voluntad y entender sus propósitos. Él es tan glorioso, tan hermoso... Tan inigualable, que después de leer esto, solo pienso: Quiero verte Señor, aquí estoy; yo iré por ti. 

    El primer mensaje de Isaías luego de esta visión, fue para Acaz, acerca de la invasión a Judá del territorio enemigo, y el segundo mensaje fue aún más importante: El nacimiento del Mesías, el Salvador del mundo. La virgen concebiría y daría a luz un hijo, y llamaría su nombre Emanuel. Isaías continúo anunciando la terrible invasión, pues Dios mandaría contra Judá al Rey de Asiria y sucederían cosas terribles, cosas que no se habían visto desde que el reino de Israel se separó del reino de Judá; y al llegar ese día, Dios permitiría que el rey de Asiria los castigara y los humillara por completo. Isaías tuvo un hijo con su esposa, y el Señor le dijo que le pondría por nombre Maher-Salal-Hasbaz, que significaba: Ya viene la destrucción; y le dijo que antes de que el niño supiera hablar, el rey de Asiria destruiría la nación. El Señor dijo una vez mas, que su intención inicial nunca hubiese sido destruir a su pueblo, pero que ellos lo habían despreciado en gran manera y por eso permitiría que los Asirios los atacaran; de nada les iba a servir a los judíos prepararse para la guerra, pues todos sus planes Dios mismo los haría fracasar. Isaías fue advertido por Dios, a que no se comportara nunca como este pueblo infiel, pues Él, era el único rey todopoderoso, al que había que adorar y temer. La promesa para Isaías fue, que tanto él como su familia iban a ser preservados, y juntos servirían de señales y presagios para Israel. 




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